La responsabilidad política del ministro Emilio Santelices por la grave crisis del VIH/SIDA en Chile
“Desconozco las razones por las cuales ella haya renunciado. Las personas a veces completan su ciclo”, dijo el ministro Emilio Santelices para explicar la renuncia forzada de Ana María San Martín a su cargo de Jefa del Programa Nacional de Prevención y Control de VIH/SIDA del Ministerio de Salud. Una explicación inexplicable cuando se trata de la máxima autoridad sanitaria quien debiera conocer y (re)conocer el trabajo que realizan sus funcionarios y el detalle de las políticas públicas que se planifica desarrollar e implementar.
No es primera vez que Emilio Santelices pretende sacar la pelota de la cancha, escondiendo las verdaderas razones de la renuncia de San Martín, enfermera de profesión y experta en salud pública que desde los años 80, cuando nadie se involucraba en las luchas del VIH/SIDA, comenzó a acompañar e informar de la pandemia a las poblaciones más afectadas y vulnerables, entre ellas hombres gays, comunidades trans y mujeres trabajadoras sexuales.
Lo que el ministro de Salud esconde en sus palabras son sus propias responsabilidades políticas por la grave crisis que enfrenta la salud pública en el tratamiento al VIH/SIDA, crisis que encumbra a Chile entre los 10 países del mundo donde existe mayor incremento de nuevos casos VIH positivo, según reveló un reciente estudio de ONUSIDA.
Digo responsabilidades políticas porque el doctor Santelices partió como avión en el tema del VIH/SIDA, generando evidente expectativa e incluso adhesión de la comunidad, entre ellos yo mismo, que vimos y sentimos en el doctor Santelices una positiva nueva oportunidad para encausar las erradas políticas públicas en VIH/SIDA que desde hace más 10 años demuestran evidentes fallas reflejadas en las cifras del organismo internacional que ratifican las mismas malas noticias que fueron conocidas en tiempos de la ex presidenta Michelle Bachelet. El problema es que en vez de mejorar, las malas noticias del ayer ahora se transforman en crónicas mucho peores.
Las responsabilidades políticas por la crisis del VIH/SIDA y la compleja aplicación del Plan Nacional de VIH/SIDA del Ministerio de Salud no es resorte solitario de una jefatura técnica del Programa Nacional sino del mismísimo ministro Emilio Santelices que no pudo lidiar con este urgente desafío, designando asesores, amigos personales, que desconocen los enjambres de la política pública. En marzo pasado, Emilio Santelices nombró al cuestionado doctor Carlos Beltrán, presidente de la Corporación Sida Chile, asesor personal en temas de VIH/SIDA, generando suspicacia e inquietud en el mundo social por las nunca claras relaciones de Beltrán con los intereses económicos de la industria farmacéutica. Recientemente, el mismo doctor Carlos Beltrán fue acusado de graves malas prácticas en la administración de tratamientos experimentales para el VIH/SIDA, denuncia formulada públicamente por el activista indígena Willy Morales de la Red Nacional de Pueblos Originarios y que posiblemente terminará disputándose en los tribunales de justicia.
En septiembre último, dando un paso falso extra, Emilio Santelices designó a la periodista Alejandra Hewstone como encarga de las relaciones institucionales entre el Ministerio de Salud y las organizaciones sociales con trabajo en VIH/SIDA y a Carlos Beltrán como asesor técnico de Hewstone, dueña de una ONG que vende servicios al Estado de Chile y pareja del ex ministro de Eduardo Frei, el ex democratacristiano Claudio Hoffmann. Tales nombramientos, resistidos por las organizaciones sociales, encontrándose actualmente en estudio de legalidad por la Contraloría General de la República, derivó en la pérdida de atribuciones administrativas del Programa Nacional del VIH/SIDA y la falta de apoyo político de las autoridades sanitarias al trabajo técnico de Ana María San Martín, incluyendo el acoso laboral que sufrió la funcionaria estable del Ministerio de Salud, situación que pudimos evidenciar en reuniones y encuentros convocados por el mismo Minsal.
Es preocupante e irritante que la máxima autoridad en salud pública del presidente Sebastián Piñera señale “desconocer las razones” de una lamentable renuncia porque habla de la nula, mala y/o deficiente información que recibe de sus asesores, particularmente del doctor Carlos Beltrán que, desde marzo de este año, buscó disputar protagonismo público con los funcionarios del Ministerio de Salud, particularmente con Ana María San Martín, citando a reuniones, realizando encuentros fuera de las oficinas e incentivando a las mismas organizaciones a formular críticas abiertas a la política pública en VIH/SIDA del ministerio que él mismo asesora.
Desde un principio hemos preguntado y cuestionado, yo mismo he planteado críticas públicas, por el doble o triple rol que juega el doctor Beltrán como médico experto, asesor ministerial y presidente de la Corporación Sida Chile, institución médica que recibe apoyo económico de la industria farmacéutica generando legítimas sospechas por evidente conflictos de interés, siendo juez y parte en el Minsal, asunto que el mismo presidente Piñera prometió resolver mediante la presentación de una Ley de Integridad Pública
El ministro de Salud peca de ingenuo o derechamente miente al señalar desconocer las razones de la renuncia de la Jefa de Programa Nacional de VIH/SIDA, cuando hemos sino nosotros, los activistas y organizaciones sociales con trabajo en VIH/SIDA, quienes han levantado la voz criticando las fallas en la política pública, pidiéndole a la máxima autoridad de salud que cumpla con lo prometido y que no hipoteque lo realizado en prevención del VIH/SIDA desde el mismo Minsal, adoptando determinaciones erráticas como el nombramiento de asesores personales con intereses lucrativos ajenos a la salud pública.
Hablo de críticas, preocupaciones e inquietudes cuando por determinación de tales asesores se realizó una campaña de prevención en VIH/SIDA que invitó a realizarse el test rápido de VIH en los centros de atención primaria, sin contar con ellos en todos los establecimientos de salud pública del país.
Hablo de críticas, preocupaciones e inquietudes cuando en las misma campaña de prevención no fueron invitadas las organizaciones sociales y a lo Michelle Bachelet, nos “informamos por la prensa” de la aparición por la televisión de dicha iniciativa comunicacional. El caso está denunciado en los tribunales de justicia mediante un Recurso de Protección por la agrupación Sida Maule y en la Contraloría General de la República. El mismo ministro recibió una carta de organizaciones sociales con trabajo en VIH/SIDA, misiva que no ha tenido respuesta.
Hablo de críticas, preocupaciones e inquietudes cuando el ministro de Salud invita –en mayo pasado- a la prensa y a las organizaciones sociales para presentar un aplaudido Plan Nacional de VIH/SIDA, comprometiendo 18 mil millones de pesos adicionales en el presupuesto nacional para la implementación de este ambicioso Plan Nacional que contemplaría nuevas estrategias como la incorporación del condón femenino en las políticas públicas, la distribución del tratamiento preventivo PrEP para personas VIH negativas, fondos concursables para las organizaciones sociales y la creación de nuevos centros de atención en VIH/SIDA que reciban a los más de 25 mil personas VIH positivas que no lo saben pero que deben ser diagnosticadas a la brevedad.
Hace unos días nos informamos que el presupuesto comprometido de 18 mil millones adicionales para el Plan Nacional de VIH/SIDA fue disminuido a 5 mil millones. Según el ministro, el resto se obtendría del “ahorro” en la compra de medicamentos. Los que sabemos del VIH/SIDA en terreno hospitalario sabemos que aquello es una mala excusa. Ya antes de la confirmación del recorte presupuestario que formuló el mismo Emilio Santelices en diario La Tercera, interpusimos un Recurso de Protección para obligar a la autoridad a cumplir su débil palabra empeñada. La denuncia estampada en la inédita acción legal debe ser resuelta por la Corte Suprema.
En definitiva, Emilio Santelices Cuevas, máxima autoridad en salud pública y VIH/SIDA del Gobierno de Chile no puede –ni debe- desconocer las razones de la renuncia de la Jefa del Programa Nacional de VIH/SIDA porque es su responsabilidad advertirla, adelantarla, saberla y asumirla. Debe asumirla porque la responsabilidad política en la grave crisis en VIH/SIDA recae precisamente en él; autoridad responsable de tomar decisiones erróneas, responsable de no informar, responsable de no escuchar, responsable de malas asesorías, responsable de romper la confianza que las organizaciones sociales depositaron en su persona.
El hilo siempre se corta por lo más delgado y la renuncia de Ana María San Martín es el reflejo de esa mala costumbre de la política nacional. Seamos claros: La Jefa del Programa Nacional de VIH/SIDA del Ministerio de Salud no renuncia por fallas técnicas sino por falta de apoyo político de las autoridades del Ministerio de Salud y el acoso sostenido que sufrió de parte de los asesores personales del señor ministro. No es aceptable ni tolerable que se busque responsabilizar a una funcionaria técnica despojada de capacidad de decisión cuando los responsables políticos tienen nombres y apelllidos: ministro Emilio Santelices, subsecretaria Paula Daza, asesores Carlos Beltrán y Alejandra Hewstone.
Ya es hora que el ministro Emilio Santelices se quite la careta de cercana autoridad sanitaria que besa enfermos y visita hospitales asumiendo su propia responsabilidad política en la grave crisis del VIH/SIDA en Chile.
Emilio Santelices es responsable político y debe asumir sus errores estratégicos aplicando la misma reflexión que pronunció frente a la prensa por la abrupta y lamentable salida de Ana María San Martín, señalando que “las personas a veces cumplen un ciclo”. Es claro y evidente que el ministro Santelices terminó y cumplió su propio ciclo.