Protesta de internos en cárcel de Valparaíso: Verdugos somos todos
Quizás muchos hemos leído y escuchado sobre la situación que viven las personas privadas de libertad en las cárceles. Para nadie debe ser novedad que el abandono, la violencia y la muerte son parte de la cruda realidad carcelaria del país. Pero es distinto ver y escuchar, de parte de quienes se encuentran presos, el sentir de quienes sufren la cárcel; es distinto verlo y constatarlo en el mismo lugar en que ocurren tan graves violaciones a los derechos humanos de las personas que hoy cumplen condena en Chile.
Es quizás para muchos incomprensible cómo una persona decide atentar contra su propia integridad física para protestar, pero es para las y los privados de libertad quizás la única alternativa que les va quedando cuando sus demandas no son tomadas en cuenta por las autoridades. Sí, porque es eso lo que está ocurriendo hoy en la cárcel de Valparaíso: 7 internos el martes 30 de octubre se auto infirieron heridas en el pecho, durante la visita de Sebastián Piñera en el recinto penitenciario, para protestar por las inhumanas condiciones de vida y los malos tratos y torturas que ocurren en el módulo 107, perteneciente a la Unidad Especial de Alta Seguridad del Complejo Penitenciario de Valparaíso.
Tras recibir la denuncia, como organización decidimos constituirnos en el recinto penal para entrevistar a los afectados. Durante nuestra visita, veíamos y escuchábamos el relato de quienes han sufrido la tortura en sus cuerpos, y parecía ser que no terminábamos nunca. Pasaban las horas y los relatos de los presos huelguistas no nos dejaban de impresionar.
Excesivas horas de encierro, castigos en celdas de aislamiento solitario que carecen de ventilación y luz natural sin acceso al baño ni a agua potable, malos tratos y torturas, son algunas de las acusaciones que refieren los internos que hoy habitan el módulo de máxima seguridad del recinto penitenciario aludido.
A través de nuestra visita, pudimos notar el delicado estado de salud en que se encuentran los manifestantes; pues, no sólo se encuentran heridos, sino que además en situación de huelga, por lo que no reciben alimento y líquido alguno. Tampoco han recibido la atención médica adecuada, lo cual afecta directamente a la salud de los involucrados.
Todo lo anterior, es producto de la aplicación de un régimen interno que atenta contra la dignidad de las personas que son sometidas a él y contraviene los pactos internacionales ratificados por Chile en materia del trato que deben recibir las personas privadas de libertad. Se trata, en consecuencia, de un problema estructural del aparato penitenciario, que refleja la violencia sistemática de la que son víctimas las personas privadas de libertad.
Hoy, las personas privadas de libertad están siendo abandonadas y olvidadas por el Estado y una sociedad indolente ante lo que ocurre al interior de los recintos penitenciarios, cuando lo que allí ocurre no es más que el fiel reflejo del verdugo que somos como sociedad. Hoy, las personas privadas de libertad, están a merced del carcelero, del verdugo que muchos llevan dentro, pero que muchos decidimos apartar cuando elegimos a la cárcel como nuestro lugar político de militancia y desde el cual pretendemos disputar el sentido común que despoja de sus derechos y de su dignidad a cada presa y preso que habita en nuestras cárceles.