Karina Batthyany, socióloga y candidata a la Secretaría Ejecutiva de CLACSO: “Cuando hablamos de equidad de género hay que hablar de equipotencia, equifonía y equivalencia”
¿Qué te motivó a presentarte a estas elecciones para la Secretaría Ejecutiva de Clacso?
-A partir de intercambios con colegas de distintas regiones de Latinoamérica y de distintas disciplinas, veíamos la necesidad de pensar programáticamente desde Clacso los desafíos que se vienen en virtud de las trasformaciones de nuestra región. Pero también tenía la convicción de que la paridad de género hay que aplicarla en todos los niveles, incluyendo los directivos, y en este caso para eso era necesario primero contar con al menos una candidata mujer, en Clacso sólo hubo una secretaria ejecutiva antes, en la década del 90.
Por el tipo de institución que es Clacso y porque defiende la equidad de género, resulta evidente dar esta oportunidad, y en el programa que propongo he considerado varias iniciativas para aumentar la democracia de género al interior de la entidad, a la vez de tener una mirada de género de carácter transversal. Evidentemente ello no quiere decir que nos dediquemos únicamente a desarrollar investigaciones en temas de género, no se trata de eso. Además hay que reconocer que si hay un ejemplo de pensamiento crítico, es la teoría de género.
Entonces no quiero que esta vez se diga “no pudimos elegir una mujer, porque no había candidatas”.
Y ¿cómo es la participación de mujeres en Clacso actualmente?
-No es diferente a lo que observamos en las ciencias sociales en la región donde hay una presencia de 60% de mujeres como investigadoras, aunque en el Comité Directivo somos sólo un 38%. Sin embargo cuando comencé a participar en Clacso, me sorprendió ver que al llegar a las instancias de representación, mayor visibilidad y vocería, las mujeres aparecían mucho menos, y pensaba “¿es que no hay mujeres que pueden hablar de los temas que nos interesa en Clacso?”.
Por eso cuando hablamos de equidad de género a mi me gusta hablar de las “tres equis”, equipotencia, equifonía y equivalencia. La primera es la posibilidad de participar de manera igualitaria en los espacios de toma de decisión, sólo un 18% de quienes participan de ellos son mujeres. Equifonía, es decir la posibilidad de que la voz de las mujeres se exprese y sea tomada en cuenta. Y equivalencia, porque lo que hacen las mujeres tiene distinta valoración, o cuando se desempeñan en similares cargos que hombres, ello se valora menos.
Pienso que hay que avanzar más en equidad de género, con un criterio de transversalidad, como un principio.
Clacso tiene una sello propio al plantear la relación entre investigación social y política, eso es algo que recoges en tu programa, ¿cómo ves este vínculo?
-Tengo una convicción personal, y que también es resultado de mi práctica profesional, que la producción de conocimiento si no está vinculada a la transformación social, tiene poco sentido. Quienes trabajamos en torno a la cuestión de género, que en sí misma es una teoría crítica, trabajamos tanto para conocer, pero también para transformar. Una de las formas de transformación social, aunque no la única, es la relación con las políticas públicas, pero también con los movimientos sociales y actores de la sociedad civil. Por eso es importante generar conocimientos que puedan estar ligados con esos espacios.
Creo que en ese aspecto Uruguay tiene un interesante desarrollo en el marco de los gobiernos del Frente Amplio, donde se ha dado una relación cercana entre quienes formulan las políticas publicas, quienes estamos investigando y los movimientos sociales. Entonces, hay que preguntarse cuál es el objetivo de producir conocimiento en ciencias sociales.
A veces pareciera que se investigan problemas muy interesantes, pero cuando nos preguntamos sobre su importancia, relevancia o urgencia resulta cada vez más difícil responder a esas dimensiones.
-Hay algo de lo cual yo me siento muy orgullosa de haber contribuido desde mi experiencia y junto a muchas otras personas, que es a la formulación del Sistema Nacional de Cuidados de Uruguay. Yo creo que una de las claves fue la articulación entre la academia, entre quienes hacen la política y entre los movimientos de la sociedad civil, feministas y actores asociados al tema del cuidado.
La construcción de argumentos científicos fue sin duda uno de los factores que contribuyó a instalar el tema en la agenda pública, que muestran cómo el cuidado es clave para el bienestar social, para la equidad de género, y eso se integra a la agenda pública. También fue posible porque quienes participamos en la formulación del Sistema circulamos por distintos espacios, no sólo académicos.
Eso nos indica que vale la pena construir argumentación y evidencias científicas, para apoyar la transformación de las relaciones al interior de la sociedad. En estas articulaciones entre conocimiento y política, Clacso puede contribuir decididamente al interior de los países y la región, pues son articulaciones que son parte del cómo se trabaja en este espacio desde hace cincuenta años, pero que son muy importantes pensando más aún en la situación que hoy enfrentamos en la región, en cuanto al viraje hacia la derecha y las políticas neoliberales. Creo que hay que consolidar y profundizar esas articulaciones inspiradas por la democracia, la equidad, la igualdad.
Para cerrar, cuéntanos sobre tu investigación sobre las políticas de cuidados en nuestras sociedades latinoamericanas, que parece ser una de las características culturales de éstas.
-A mi me gusta hablar de “las bases invisibles del bienestar social”, que es todo eso que está abajo, como en un iceberg, que está oculto, una definición que dio María Ángeles Durán, que es todo el trabajo que hacemos, no remunerado, no reconocido, y hasta hace poco no cuantificado, que hacemos las mujeres, pero que sostiene a los países latinoamericanos. Para mi este es el nudo crítico de las desigualdades de género, que en América latina se potencia, porque tenemos sociedades de corte familista, donde el bienestar social se basa en las familias, pero “las familias” es un eufemismo, en realidad es en las mujeres de la familia, en las distintas y diversas familias.
Mientras no se generen acciones de transformación cultural para modificar eso, será muy difícil avanzar en igualdad de género, por eso es importante investigar y proponer medidas. Al observar la realidad de países nórdicos donde se han tomado medidas en el ámbito del cuidado, se observa cómo cambia la autonomía de las mujeres, sea en lo económico, en lo físico y en la toma de decisiones, cuando se desata ese nudo crítico, al formular políticas públicas de cuidado para niños y niñas, para el cuidado de adultos mayores, y en otras áreas.
Es importante transformar las nociones de lo femenino y lo masculino en las que se esencializan ciertas funciones y roles. Aquí se introduce entonces el tema de la corresponsabilidad entre hombres y mujeres.