Misoprostol, el cuestionado fármaco que salva la vida de las mujeres
Quien inventó el Misoprostol debería ser reconocido con un Premio Nobel de Medicina, como el del doctor Alexander Fleming, descubridor de la penicilina, por crear el fármaco que cambió el perfil del aborto séptico. Quedaron atrás los tallos vegetales, alambres o ganchos de ropa: el “Miso” salva vidas.
Lo dice el doctor Gonzalo Rubio, ginecólogo obstetra del Hospital San José y miembro de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir. Estas pastillas blancas, de forma hexagonal y con una raya marcada que las atraviesa revolucionaron la salud sexual y reproductiva de las mujeres, porque les permitió abortar en casa sin poner en riesgo su vida con intervenciones inseguras o en clínicas clandestinas, sobre todo en entornos de criminalización y castigo.
El Misoprostol genera una serie de contracciones en el útero de la mujer que provocan la caída del tejido formado durante el embarazo hasta expulsarlo, tal como sucede con un aborto espontáneo. Según el manual de la Línea Aborto Chile “Cómo las mujeres pueden hacerse un aborto con pastillas” (2012), es seguro para usar en la casa hasta la semana 12 de embarazo. A partir de la semana 13, recomienda no realizar abortos fuera del hospital o centro médico.
Comercializado inicialmente bajo la marca Cytotec, fue inventado en 1973 por los Laboratorios GD Searle & Company, hoy propiedad de la empresa farmacéutica estadounidense Pfizer. Fue patentado para tratar las úlceras gástricas, como un protector estomacal, sin embargo, gracias a sus contraindicaciones, su uso más común ha sido hasta hoy en el ámbito de la ginecología: para inducir partos, prevenir hemorragias de postparto, preparar el cuello uterino para cirugías y, sobre todo, para provocar abortos.
Precisamente, los efectos secundarios del “Miso” son fuente de debate y polémicas, tanto en el mundo de la ciencia, como desde la política y la religión. Hasta el punto que el medicamento se ha convertido en un producto estigmatizado que se compra con culpa, vergüenza y a escondidas. Fue así desde el principio.
Ya en 1985, cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) recibió el fármaco para su registro, uno de los miembros del comité que lo revisó advirtió sobre "el potencial de mal uso involuntario o deliberado de las mujeres embarazadas". Unas propiedades terapéuticas como abortivo que se demostraron claramente en estudios posteriores.
Mercado ilegal
Fue a mediados de los años ochenta que el Misoprostol llegó a América Latina, con especial penetración en Brasil, donde se aprobó su fabricación y comercialización para los problemas gástricos. Sin embargo, pronto fue probado como método abortivo, luego de que las mujeres embarazadas se fijaran en la prohibición dirigida a ellas que aparecía en el prospecto. Los efectos empezaron a correr de boca en boca. Años después la venta fue prohibida en el país carioca pero su uso ya había sido comprobado. A Chile entró a principio de los noventa, poco después que la dictadura de Pinochet derogara la ley vigente por 60 años y que permitía la interrupción voluntaria del embarazo en las mismas tres causales que hoy (riesgo para la mujer, inviabilidad fetal y violación).
El doctor Rubio explica que el Instituto de Salud Pública sólo autoriza el uso de Misoprostol con patente gastroenterológica. Sin embargo, existe una alternativa que ofrece el Ministerio de Salud que se llama uso “off label” a través de la cual el remedio se puede ocupar fuera de la indicación formal que tiene. “Bajo ese marco se puede ocupar con en el ámbito ginecológico, pero siempre para uso intrahospitalario. No es legal venderlo en farmacias ni distribuirlo localmente”, asegura el médico.
Pero eso no fue siempre así: hasta 2009 fue legal y se vendía con receta en cualquier farmacia, hasta que el vínculo con el aborto terminó restringiendo su distribución. En otros países de la región como Argentina, en cambio, se comercializa bajo el nombre de Oxaprost, que combina el Misoprostol con el diclofenaco, un analgesico que sirve para aliviar el dolor.
El “Miso” que se utiliza en nuestro país procede del extranjero y se presenta bajo marcas comerciales como Misotrol o Oxaprost. Contactados por El Desconcierto, los laboratorios Pfizer en Chile negaron que entre el catálogo de fabricación de sus productos exista la marca Cytotec, con la que la compañía comercializa el Misoprostol.
[caption id="attachment_236779" align="alignnone" width="1024"] Laboratorios Pfizer Nueva York[/caption]
Cuando se prohibió la venta de Misoprostol, automáticamente se desplegó un mercado ilegal del producto. Con una simple búsqueda por Internet cualquiera puede acceder a decenas de ofertas del fármaco a precios que oscilan entre los $60 mil y $180 mil, aunque no existen garantías de la fiabilidad de sus componentes, calidad ni eficiencia. A pesar de ello, la distribución ilegal no está fiscalizada ni penalizada en Chile: no se castiga al vendedor, sino al consumidor.
“Da la impresión que sale más rentable el comercio informal [que la venta legal], el negocio de la irregularidad tiene un mercado negro detrás”, opina el doctor Rubio, que ha podido constatar que en otros países con venta legal, como Ciudad de México, donde el aborto es legal hasta las 12 semanas de gestación, el producto cuesta sólo unos $5.000.
“Con las amigas y en la casa” es una red feminista de ayuda para las mujeres que han decidido abortar pero no tienen conocimientos, herramientas o recursos para hacerlo. Osa, una de las 60 integrantes, lleva más de 10 años acompañando a mujeres en sus procesos abortivos y recuerda que cuando empezó en eso los vendedores ilegales despotricaban de las feministas, las tachaban de mentirosas y de entregar información falsa. Ahora, aprovechándose del cambio cultural, en cambio, utilizan la imagen de las activistas en sus páginas web para vender más fácilmente sus productos. "Saben que las mujeres siempre van a preferir contactarse con un grupo feminista”, subraya la activista.
Cambiar las indicaciones
Los efectos secundarios del medicamento han provocado todo tipo de maniobras y artimañas en varios países, donde los lobbys más conservadores tienen poderes e influencias y hasta el punto de condicionar sus usos y restricciones. La FDA estadounidense ha rechazado en varias ocasiones modificar la indicación del Cytotec -de gástrica a ginecológica-, aunque esa variación podría facilitar el acceso al medicamento. En cambio, en Argentina, en julio, en pleno debate para la aprobación del proyecto de despenalización del aborto, las autoridades de Salud argentinas autorizaron al Laboratorio Domínguez y al Laboratorio Industrial Farmacéutico estatal (LIF) de Santa Fea a producir Misoprostol para fines ginecológicos y obstétricos.
Según el doctor Rubio, una de las dificultades para cambiar la indicación en el Cytotec es porque a los laboratorios les conviene vender la presentación de 200 microgramos, destinada al uso gástrico, porque para los usos obstétricos las dosis son considerablemente menores: por ejemplo, para inducir el trabajo de parto sólo se necesitan 25 microgramos.
Los obstáculos de los fabricantes, pero, no impidieron que en 2005 la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyera el Misoprostol en su Lista de Medicamentos Esenciales por sus beneficios ginecológicos y obstétricos. El organismo internacional lo reconoce como uno de los métodos más recomendados y seguros para practicarse un aborto en casa. De hecho, en su Manual de práctica clínica de Aborto Seguro, del año 2014, sostiene que su uso libre baja la tasa de abortos inseguros y muertes de mujeres. Además, destaca su efecto en combinación con la mifepristona (RU486), otra molécula utilizada para las interrupciones voluntarias del embarazo, que en América Latina sólo en Uruguay se utiliza mezclada con el Misoprostol. “La efectividad del ‘miso’ es del 85% cuando se usa solo, y llega al 99% cuando se le asocia Mifepristona”, asegura el doctor Rubio.
Miso versus Ameu
El Misoprostol permite abortar sin quirófano, internación, ni anestesia, y con la pareja, la amiga, sola o con quien quiera. Sus efectos adversos (náuseas, fiebre o diarrea) son transitorios y, normalmente, bien tolerados. Sin embargo, en los países donde el aborto es legal a través de una ley de plazos, hay mujeres que prefieren la aspiración manual endouterina (ameu), por ser un método más rápido, seguro y menos doloroso.
“Las dos son muy buenas opciones, pero la idea es que uno ojalá le dé a la mujer la opción de decidir en qué condiciones abortar”, sostiene el doctor Rubio. Para él, las ventajas del medicamento es que permite más privacidad e intimidad: las mujeres lo toman en su casa, tienen menos relaciones con los equipos de salud y algunas mujeres lo ven más natural, más parecido a un aborto espontáneo. En cambio, el ameu permite terminar más rápido el aborto, sin someterse al dolor y al sangrado y con la garantía de que se produce el aborto, sin necesidad de tener que comprobarlo luego con una ecografía. “Cuando damos a elegir a las mujeres entre estas dos opciones en los casos de aborto ambulatorio, la mitad elige hacerlo con medicamento porque no se quieren internar”, asegura.
En su opinión, de legalizarse el aborto en Chile, podría contemplarse como método abortivo dentro del sistema público porque no es una técnica que resulte cara. Rubio saca las cuentas del costo de la intervención: “Lo que necesitas es un aspirador reesterilizable (hasta 50 veces, según dice el fabricante) que sale 100 dólares, con siete u ocho cánulas. Sólo en el aparato estaríamos gastando unos dos dólares por aspiración, más la cánula, que también vale dos dólares y no necesitas anestesista, que es lo más caro”.
Desde otra mirada, Osa se muestra más crítica con la idea de que todo aborto requiera una atención médica. No comparte que incluso en los países donde está permitido, tenga que llevarse a cabo dentro de un hospital y bajo supervisión médica, aunque se trate de ingerir una pastilla. “Hay mujeres que van a preferir hacerlo en casa, a sus tiempos, decidiendo cuándo quieren tomarla, sin las exigencias hospitalarias y con la gente con quien quieran estar”, explica. Y reclama con contundencia: “Se da insulina a gente de 80 años para que la maneje sola en su casa y no se permite esto a una mujer. Les cuesta mucho soltar el aborto”.
Acompañar a las mujeres
Según cifras del Ministerio de Salud, en Chile se realizan más de 33 mil abortos clandestinos por año, lo que equivale a 90 diarios, la mayoría con Misoprostol. Pero la cifra es inexacta porque al ser una práctica penalizada no existen registros y los datos más aproximados proceden de estimaciones. Un informe de la Corporación Miles de enero de este año afirma que en 2012 la cifra de abortos clandestinos anuales oscilaron alrededor de los 60.000 y en 2015 en torno a los 300.000. El impacto de la actual ley de despenalización en tres causales sobre estos abultados números es limitado. Los últimos datos del Minsal revelaron que, hasta el mes de julio de este año se registraron 394 casos de mujeres que se acogieron a la nueva ley. De estos, más del 90% terminaron en un aborto, mientras que casi un 9% decidió continuar con la gestación.
Miles también indica que el aborto ocupa el tercer lugar en el índice de mortalidad durante el embarazo, parto y puerperio. Con el uso del Misoprostol las complicaciones pueden llegar si se produce un aborto retenido, es decir, si el feto o embrión muere dentro del útero y no se expulsa, provocando riesgo de infección o de hemorragia. Un agravamiento del proceso abortivo que se da cuando no se administran las dosis suficientes, sobre todo por desinformación o desconocimiento. “Con las amigas y en la casa” trabaja desde 2016 para evitar, precisamente, este tipo de afecciones.
Las mujeres escriben al correo electrónico de las activistas ([email protected]), indican su ciudad y un teléfono de contacto. A partir de ese momento, se pone en marcha todo un operativo para acercar a la persona a la red territorial más cercana de acompañamiento feminista.
[caption id="attachment_236783" align="alignnone" width="770"] / Facebook[/caption]
“Nos encontramos una con una o en grupo, en una especie de taller donde conversamos sobre el procedimiento, de lo que significa abortar en Chile, de la importancia de encontrarse solamente con mujeres para enfrentar eso”, explica Osa. La activista detalla que en este espacio “pasan muchas cosas” porque las mujeres se sienten acompañadas, ven a sus pares pasando por lo mismo y se generan redes de apoyo. “Es un espacio catártico”, reflexiona.
Además del encuentro físico entre mujeres, el colectivo también facilita el acceso seguro a los fármacos: “A las mujeres que no han conseguido los medicamentos les explicamos cómo obtenerlos a través de redes feministas”, cuenta Osa. Desde el otro lado del teléfono, insiste en dejar en claro que su organización “ni compra ni vende ‘Miso’”, y que no existe lucro en la red: “Nos interesa que se valore el trabajo de acompañamiento, que el dinero no sea un límite para acceder al aborto seguro”, dice.
Piensa que el día que en Chile, finalmente, el aborto sea legal con una ley de plazos que permita a la mujer decidir sobre su cuerpo y experiencia de la maternidad, el Misoprostol se entregará en las farmacias con la recta de un ginecólogo, pero las organizaciones de acompañamiento no dejarán de existir: "Habrá que garantizar los mínimos que la ley permita y supervisar a las instituciones médicas", aclara la activista explicitando que "no se le pueden pedir respuestas antipatriarcales a instituciones patriarcales, como la medicina o el Estado".
Mientras este momento no llegue, las feministas apuntan a la despenalización social del aborto como objetivo: “Es un proceso colectivo para que la mujer entienda que no está sola y que el acto de abortar es un desacato de todo lo que significa ser mujer”.
[caption id="attachment_236784" align="alignnone" width="960"] / Facebook[/caption]