Crítica de cine: Señora Gloria, un retrato de la voluntad
Siendo la opera prima de Víctor Fajnzylber, este documental aborda un relato íntimo, cotidiano y familiar, cuya temática central se encuentra en los procesos de cambio más importantes de la vida humana —y que son a su vez los más difíciles—, a través de la experiencia de vida del director.
El filme narra la circunstancia que lleva a Víctor tomar la decisión de regresar a Chile desde Francia, con la necesidad de reencontrarse con su madre, Gloria, cuyo estado avanzado de cáncer le hace pensar que puede ser su última oportunidad para volver a compartir con ella. De esta forma, se comienza a estructurar un relato familiar que parte desde la base de una memoria construida en torno a los viajes, mudanzas y separaciones abruptas que marcan a sus personajes y delimitan el carácter de cada uno. En este sentido, es a través del retrato de Gloria, mujer altiva y llena de personalidad, que el documental se muestra en su mejor faceta, bajo el dispositivo de una puesta en escena que se construye a partir del lugar que significó los últimos años de su protagonista, su lugar de trabajo: Un hotel, abundante en recuerdos.
La premisa es sencilla: Recrear el primer encuentro que tuvo Gloria con su último amor, un diplomático apodado en el filme como “Señor Li”, a quien conoció mientras recibía a una delegación de la embajada China en el establecimiento. Este papel es interpretado por el director, quien se encuentra detrás de cámara, por lo que el espectador experimenta desde una perspectiva subjetiva la soltura y gracia de Gloria, quien pareciera nunca haber dejado atrás su labor en el hotel.
Esta puesta en escena que funda el documental es la base para la constitución de un trayecto que deben cursar madre e hijo en razón de aprender a dejar ir. La película adquiere la figura de un espejo que refleja el testimonio de una mujer cuyo carácter le permite enfrentar la vida y la muerte con espontaneidad y decisión. De esta manera, vemos a Gloria en distintas etapas y facetas de su enfermad, teniendo que someterse a procedimientos que muchos consideraríamos invasivos o que requieren de una alta tolerancia, contrastados a la imagen despampanante de una mujer que nunca se ha dejado estar.
La importancia de este documental radica en su cotidianidad como fundamento del devenir de un proceso duro, pero que es compartido por todas y todos. La necesidad del director por entregarle a su madre una última satisfacción impulsa el engranaje emocional de la obra, cuya manifestación del amor filial se plasma en la sensibilidad con la que es tratada la conformación de las diversas interacciones entre la protagonista y la cámara.
Señora Gloria es una propuesta determinada en su gran medida por la intimidad de un relato de encuentro entre un hijo y una madre a través del dispositivo mismo de la obra. La realización del documental es lo que permite el encuentro de la protagonista con su historia de vida, y a su vez, lo que le permite al director reencontrarse con el relato de vida que había dejado atrás después de estar viviendo en Francia muchos años. Es el acercamiento a las circunstancias más comunes y propias de los seres humanos, y un encuentro con la realidad del tiempo como una carencia, una escasez que permite a su vez la valoración de los instantes que hemos vivido, especialmente con nuestros seres queridos.
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