La conciencia, un lujo solo para poderosos
Cercana a la fecha de mi control ginecológico me duele pensar que las mujeres osorninas comunes y corrientes que recurrimos los sistemas de salud, NO tenemos pleno derecho a nuestra conciencia. Parece ser que en este país la conciencia plena es un derecho reservado para cierta elite dominada por hombres.
Soy mujer empoderada, y como tal, respeto las decisiones de mis pares y su derecho a decidir. Y mi conciencia no me permite atenderme con un médico o una médica que no respete las decisiones personales como la interrupción del embarazo en cualquiera de las tres causales establecidas en la Ley. Sin embargo, si sigo a mi conciencia me expongo a la falta de atención médica.
¿Y si todas las mujeres nos uniéramos y usáramos nuestra conciencia para no atendernos más con estos y estas profesionales? ¿Cuál sería su negocio?
Viven y ganan un sueldo gracias a nuestras decisiones: cuidar mi salud, ser madre, tratarme algún problema de salud. Esas decisiones no les molestan, en esos casos si nos dejan decidir. El bono es bienvenido.
La conciencia solo es privilegio de los que tienen el poder, poder que en nuestra ciudad está en concentrado en casi un 100% de hombres, poder que obtuvieron con recursos del estado ya que fue este quien financió sus becas de especialización, poder que le otorgamos nosotras las mujeres engordando sus billeteras con cada una de nuestras atenciones, poder que una vez más utilizan para no permitirnos decidir, porque aunque las mujeres creamos que hemos ganado espacios e igualdad, estas acciones del poder mal utilizado, nos demuestran que aún queda mucho por luchar.
Hoy he decidido viajar a la ciudad más cercana y realizar mi control con un médico que es capaz de respetar mi género y mis decisiones. Ojala todas las mujeres pudieran darse ese lujo, pero no es la realidad. Mientras seguiremos creyendo que somos libres de decidir algo.