VIH-SIDA: El baile de las cifras

VIH-SIDA: El baile de las cifras

Por: Leonardo Arenas Obando | 18.04.2018
Debemos ser capaces de llegar a las personas que no conocen su situación serológica y vincularlos al sistema de salud. Para eso, debemos acortar el tiempo entre el diagnóstico, la notificación y el inicio de tratamiento. No es posible que entre la primera muestra y el inicio de tratamiento el sistema de salud se demore tres meses como mínimo.

En febrero de 2017, celebramos en las ciudades de Santiago y Viña del Mar, el Día Internacional del Condón, una fecha instaurada por AIDS HEALTHCARE FOUNDATION –AHF- a inicios de la década, que ha sido adoptada por gobiernos y sociedad civil realizándose en 40 países del orbe. Consultado el Programa Nacional de Control y Prevención del VIH-Sida e ITS por el número de personas viviendo con VIH que no conocían su situación serológica positiva informaron que alcanzaban a 8.000 personas.

En junio de ese mismo año, es decir, cuatro meses más tarde la cifra ascendía a 25.000 personas. ¿Qué había pasado en esos cuatro meses? El sistema que hace las estimaciones de personas viviendo con VIH a nivel mundial se llama Spectrum y lo administra el Programa Conjunto de Naciones Unidas contra el Sida –ONUSIDA-. Un cambio en la metodología del ingreso de datos habría provocado esta alza acompañado con un aumento en las notificaciones.

La campaña del terror comenzó con el Informe “Ending AIDS. Progress towards the 90-90-90 targets. Global AIDS Update 2017”; un reporte que monitorea los avances de la respuesta global al VIH en la senda de cumplir las metas “90-90-90” y alcanzar un “2030 sin Sida”. El dato que porcentualmente las notificaciones de nuevas infecciones superaban a todos los países de América Latina y el Caribe, llevó a algunos a aventurar que el Sida en Chile estaba sin control. Y le dieron duro por quince días, se veía que el tema vendía noticias. Lo grave es no entender el peso de lo porcentual, pero en un país en que la mitad de la población no entiende instrucciones en un folleto explicar esto sería una tarea titánica.

Todo lo anterior fue dicho en diciembre de 2017 en un artículo en este mismo medio. Si quiere profundizar vaya a “Los errores no forzados de la política de VIH”

Más cifras incuestionables (o no cuestionadas)

El nuevo Ministro de Salud llegó con una agenda en donde el VIH tiene especial preponderancia. No recuerdo alguna instalación de autoridades de salud que hayan puesto el VIH entre sus prioridades en los primeros días. Sólo queda aplaudir esa decisión y esperar con impaciencia como decantará esta prioridad.

Por de pronto comenzó a tropezones. La urgencia estaría dada por el aumento considerable de nuevas notificaciones lo que implica que se estiman en alrededor de 100 mil las personas viviendo con VIH; si tenemos en cuenta que han sido notificadas 41 mil personas, entonces más de la mitad de las personas infectadas por VIH no lo saben. Se asegura que la población más afectada son los adolescentes y jóvenes; al tiempo que la curva de mortalidad que se ha mantenido (un paréntesis: el ministro dijo que en materia de mortalidad por VIH estábamos sobre la media mundial, pero luego reconoció que no eran las cifras reales).

Frente a este escenario, en una conferencia de prensa junto a otras autoridades presentó los lineamientos del Plan Nacional de VIH que tiene algunos titulares interesantes y otros generales que pueden significar cualquier cosa.

Pero antes de entrar en el Plan Nacional, hay afirmaciones que deben ser fundadas; porque si aceptamos las premisas generales y estas no son reales, toda la estructura en algún momento crujirá y daremos por tierra con el andamiaje montado.

¿Cuál es el dato duro que existen 100 mil personas viviendo con VIH en Chile?

Ninguno. Absolutamente ninguno. Esto debería inscribirse como “falacia de la percepción”. O al menos “magister dixit” (el maestro lo dijo); en un país que la palabra de los expertos construye más realidad que los datos  de la ciencia.

¿Son las/os adolescentes el grupo más afectado?

No. El Informe “Situación epidemiológica ITS 2016” (disponible en epi.minsal.cl) establece que en el último quinquenio ha existido una estabilización de las nuevas notificaciones, aunque entre el año 2015-2016 existe un aumento del 20%.

Primero, el aumento es sobre 100 notificaciones en el 2015 y 118 en el 2016 en el grupo etareo entre los 15 a 19 años. Si miramos las cifras en un período más extenso en el 2013 se notificaron 106 casos en el mismo grupo etareo, es decir, el aumento está dentro de lo estimado.

Segundo: la población más afectada es la que se ubica entre los 20 a 44 años; la que presumo es más activa sexualmente que se corresponde que es una infección cuya principal vía de transmisión es la sexual.

Desafíos en la respuesta al VIH

El debate sobre el número de personas viviendo con VIH que no conocen su situación serológica es efectivo en cuanto generamos conciencia en las personas que habiendo tenido una relación sexual de alto riesgo debe hacerse el test de VIH. Eso significa concientizar a aquellas personas que han tenido una relación penetrativa vaginal o anal sin condón que deben haberse el test de VIH; porque hoy es mejor conocer la situación serológica que no conocerla.

Si es para uso político contra el gobierno anterior, para conseguir mayores recursos o una agenda mediática (totalmente errada), la discusión sobre las cifras no tiene ningún sentido.

No seamos tan creativos, ya sabemos lo que funciona. Es más, lo acordamos y comprometimos.

Hay que aumentar la oferta de test de VIH, pero en especial en las poblaciones claves: para esto debemos despejar aquellas trabas burocráticas que impiden aplicar el test rápido de VIH en espacios abiertos requiriendo profesionales especializados o instalaciones complejas para una técnica pensada en espacios diferentes.

Debemos ser capaces de llegar a las personas que no conocen su situación serológica y vincularlos al sistema de salud. Para eso, debemos acortar el tiempo entre el diagnóstico, la notificación y el inicio de tratamiento. No es posible que entre la primera muestra y el inicio de tratamiento el sistema de salud se demore tres meses como mínimo.

En resumen: alinear las directrices nacionales a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud es un ejercicio más que recomendable, imperioso.