Gaza y el retorno

Gaza y el retorno

Por: Mauricio Amar Díaz | 16.04.2018
El 68% de la población de Gaza vivía o desciende de aquellos que fueron expulsados de territorio que hoy es parte del Estado de Israel. Mientras tanto, el lugar al que fueron arrojados se convirtió en un campo de concentración, bloqueado completamente del mundo, y al que se le controla el espacio aéreo, subterrestre y marítimo.

El 30 de marzo es el día que los palestinos conmemoran el Día de la Tierra, que marca en el calendario el recordatorio del asesinato de seis personas en una protesta ante la expropiación de sus tierras por parte del Estado de Israel. Este año, la población de Gaza hizo un llamado a marchar hacia la frontera con Israel y asentarse en tiendas en ese lugar hasta la llegada de la fecha más triste para los palestinos, la Nakba (Catástrofe), que tuvo lugar el 15 de mayo de 1948 y que significó el comienzo de un programa de limpieza étnica y el desarrollo de un proyecto colonial que, en nuestros días, ha llegado a tomar la forma de un Apartheid.

La acción a la que convocaron las organizaciones de Gaza se llamó Marcha por el Retorno, porque de los 1,9 millones de palestinos que viven en esa cárcel a cielo abierto que es Gaza, 1,3 millones son refugiados debido a la Nakba y a la guerra de 1967 . En otras palabras, el 68% de la población de Gaza vivía o desciende de aquellos que fueron expulsados de territorio que hoy es parte del Estado de Israel. Mientras tanto, el lugar al que fueron arrojados se convirtió en un campo de concentración, bloqueado completamente del mundo, y al que se le controla el espacio aéreo, subterrestre y marítimo.

Como bien plantea Tareq Baconi, las fechas escogidas para llevar a cabo la manifestación son significativas, inolvidables porque su fuerza todavía persiste en la vida cotidiana de los palestinos, pero el factor más decisivo para llevara a miles de personas a la frontera a instalarse en tiendas es la propia tragedia que vive Gaza desde el inicio del bloqueo en 2007 . En diez años, la zona más densamente poblada del mundo vivió varios ataques con bombardeo por parte del ejército israelí, sino los más destructivos la operación “Pilar defensivo” de 2012 y “Escudo protector” de 2014 que sumaron más de tres mil víctimas, la gran mayoría civiles y niños.

A ello debemos agregar la propia vida cotidiana de los gazatíes. De acuerdo a una nota del diario israelí Haaretz, el 97% del agua para consumo humano en la zona está contaminada con residuos tóxicos y sales, haciendo que la población se encuentre, ante la desidia de la comunidad internacional, siendo aniquilada lentamente. Dado que Israel controla la electricidad de Gaza, y establece severos cortes de luz que somete a las personas a severos trastornos, las plantas de desalinización y limpieza de agua no pueden funcionar con normalidad . Todo ello en conjunto –como ha destacado Mohammed Suleiman- con una crisis sanitaria, la destrucción permanente de infraestructura de transporte, la carencia de servicios de salud y centros de educación que también han sido víctimas de los bombardeos israelíes, el desempleo que llega a más del 60% en los jóvenes y los enormes problemas de salud mental que los constantes ataques y el propio bloqueo han generado entre personas de todas las edades .

La Marcha por el Retorno vincula la situación contingente de los palestinos de Gaza con la cuestión de Palestina en sí. Al instalarse como praxis al interior de un calendario cuyos extremos son fechas de horror para millones de personas que han compartido el mismo destino del exilio y la ocupación, la Marcha rompe el tiempo homogéneo y muestra nuevamente a la Nakba como un principio desde el cual todo se ha ordenado desde 1948. “Este llamamiento al retorno –dice Suleiman- actúa como un horizonte que une a los palestinos en torno al elemento más esencial de su identidad nacional: su desplazamiento masivo de su patria original en 1948, conocido como la Nakba”. Es la interpretación de los propios palestinos de su sufrimiento como un continuum que ha organizado toda su vida. Andrew Mitrovica, en un artículo muy sentido, que compara la situación de Gaza con Soweto en el Apartheid sudafricano, dice en este mismo sentido: “Estamos enojados porque los palestinos están siendo asesinados y mutilados, una vez más, por los mismos matones uniformados que han asesinado y mutilado impunemente a niños, mujeres y hombres palestinos durante generaciones en Gaza, Cisjordania y Líbano” .

Ese horizonte de muerte no es sólo de los palestinos, sino que es el signo de una crisis de la humanidad en su conjunto. La Catástrofe palestina no es otra que la de un mundo que puede promover un sistema de Apartheid de una manera abierta y franca porque también fuera de Palestina el racismo y su fachada culturalista se vuelven tan populares que pueden articularse políticamente y ganar elecciones. Es nada menos que el horizonte de este extraña mezcla entre neoliberalismo y fascismo que cubre el mundo con el destino de la autodestrucción.

La marcha de los palestinos por el retorno fue, sin embargo, pacífica. Ancianos y niños se sumaron a las miles de personas que se apostaron frente a la frontera. Tal vez forzando al mundo a recordar que Palestina, antes de 1948 podía ser atravesada en todas las direcciones sin temor a morir en el intento. Ahora no, por supuesto. El primer día fueron asesinados 16 palestinos y más de setecientos fueron heridos. Israel disparó indiscriminadamente contra una población civil desarmada, una vez más. Las protestas han ido aumentando, las víctimas han seguido creciendo en número y, mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU, por veto de Estados Unidos, no logra articular ninguna condena seria a Israel. Peor, aún, Egipto y Arabia Saudita, dos aliados árabes de Israel han establecido conversaciones con Hamas para que detenga las manifestaciones , y, aunque a veces parece que nada puede ser más terrible, el propio Mahmud Abbas, que ve con envidia cualquier movimiento que le de réditos a Hamas, le ha pedido a este grupo que no “sensacionalice la muerte de los palestinos”.

La prensa, por su lado, no se queda atrás. Hamid Dabashi ha mostrado cómo durante la Marcha por el Retorno los medios de comunicación más casados con el discurso de las potencias occidentales hablan simplemente de “enfrentamientos” que “dejan” “palestinos muertos”, sin hacer ninguna referencia a la asimetría de poder entre el Estado ocupante, Israel, y los palestinos que son un pueblo ocupado . No se hace referencia al envenenamiento del agua, al enclaustramiento obligado de los gazatíes, a la ocupación de toda Palestina, al sistema de Apartheid en que viven, a los drones que les vigilan constantemente. De eso, no se habla, porque pondría en evidencia que la misma parte que en este juego es capaz de cometer las mayores atrocidades es la parte con la que las potencias occidentales se representan a sí mismas. La parte que, al ser denunciada, les haría caer a ellos mismos en evidencia.

Todo nos hace pensar que Palestina no tiene ningún aliados, que está sola y que el propio régimen internacional le ha entregado un horizonte cerrado, lleno de muros por donde sea que se levante la mirada. Sin embargo, la Marcha por el Retorno muestra precisamente que en esos momentos más terribles, cuando la muerte se acerca de manera brutal por medio de las máquinas de la guerra, las personas organizadas como colectivo pueden mostrar que para escribir la historia es necesario esperar pacientemente, porque donde mayor es el poder que se cierne sobre los oprimidos, mayor potencia adquiere su resistencia.