“Mi no a Dominga”: La honestidad y su rol entre el crecimiento y el desarrollo
Es quizás, detrás de estas palabras, que se esconde el mayor de los conflictos del proyecto Dominga. La iniciativa no sólo avanzó bajo la nebulosa del caso Penta y la impresentable relación de Pablo Wagner (ex subsecretario de Minería) con el señor Délano, sino que antes, con la “inexplicable” oposición de nuestro actual presidente, a una central termoeléctrica, aludiendo a la protección del patrimonio ambiental de las chilenas y chilenos, el mismo que hoy, quiere protagonizar su inexplicable apoyo a un proyecto que atenta contra el mismo lugar.
El proyecto Dominga encarna el ejemplo perfecto de cómo se ha escrito el camino de nuestro país en el pasado reciente, pero no esperaba encontrarse con el Chile de hoy, una sociedad más consciente y menos temerosa.
Entonces si la sociedad cambió, ¿dónde está el poder para realizar a toda costa tan ambiciosos proyectos? La respuesta salta a la vista y es el estado de necesidad. Situación que vive la inmensa mayoría de la población y que se ve profundizado por el endeudamiento y la falta de trabajo.
El proyecto Dominga contiene todas las variables que podríamos esperar: Es ambientalmente riesgoso, atentando contra un patrimonio de todas y todos, en favor de pocos (por decir lo menos); está teñido de conflictos de interés e influencias, que son éticamente cuestionables; y somete y ejerce poder, juega con el estado de necesidad de las personas.
Es en esta triada en la que es transversal la falta de honestidad.
Respecto a las dos primeras temáticas, la documentación es contundente: Qué duda cabe de que el lugar (zona costera de la comuna de la Higuera) es un tesoro natural de Chile y la humanidad, el cual se vería alterado indefectiblemente, por un proyecto de estas proporciones. Y cómo desconocer que efectivamente la ética no ha primado en este desenlace, con una pugna entre el mundo del poder económico privado y el gobierno, en el cual todos los modos de operar han quedado pudorosamente al descubierto y mientras tanto, los que realmente tienen algo que decir, una vez más, lo tienen que gritar en la calle.
Por eso me avoco al punto 3, que afecta a esas personas que sólo pueden gritar en la calle y que son el tema de mayor discordia en la opinión pública local; el impacto en el empleo, crecimiento y desarrollo, que este proyecto, trae consigo, en contraposición a los ambientalistas.
Respecto a lo anterior, un primer acto de honestidad, sería mencionar que los ambientalistas son sólo una parte de los interesados en proteger este lugar y que también existen muchos que por motivos laborales lo defienden. Dicho esto, lo que cabe es hacernos una primera pregunta ¿Desarrollo y crecimiento para quién? Y mi reflexión, que no es para nada brillante, me lleva a buscar entre los que más apoyan el proyecto, los desempleados y necesitados de la comuna de La Higuera y la región de Coquimbo.
La promesa de Dominga
El proyecto, en este sentido, promete una gran inversión y dividendos interesantes, pero por sobre esto releva la oferta de crear 10.000 puestos de trabajo, y realiza ferias de inscripción para acceder a esta oferta, empleos con una duración de 20 años y con los estándares más altos de sueldo y seguridad, además de una serie de beneficios para los distintos actores de la comuna y una participación preferente, en el proceso de vinculación a la empresa orientado la gente de la zona y región.
Grandes cifras de las que -por lo demás- podemos decir que no son mentira, pero que se ajustan de manera poco honesta a la realidad.
Y es aquí, que por segunda vez, se debe imponer la honestidad, por lo que me propuse indagar en la realidad de estas promesas. Para esto, debemos saber de qué se tratan particularmente estos 10.000 empleos, ya que, para la gente con necesidades, es esta oferta la que resalta de todo lo demás.
Lo primero a destacar, es que en todo proyecto minero de tal envergadura, existen tres grandes etapas que podríamos definir como Implementación, Faena y Cierre, lo que hace de estos proyectos un conjunto de momentos y realidades distintas durante su ejecución.
En el caso de Dominga, la implementación tiene un plazo de 2 a 3 años y su faena duraría 18 a 20 años, con posterioridad existe un periodo de cierre que contempla 1 a 2 años más.
Implementación: Es en este primer periodo donde la cantidad de empleos alcanza su pick de casi 10.000 y esto, es sólo por un promedio máximo de 1,5 años, ya que dentro de la implementación existen variadas necesidades y de diferentes disciplinas. Además, este período concentra el 85% de los empleos a los que se hace alusión y no existe ni plan de salida, ni responsabilidades para Dominga, ya que son -en su mayoría- Subcontratos. Es decir, de los 10.000 empleos, cerca de 8.000 tienen una duración menor a 2 años. Y luego de esto, una proyección igual a 0.
De los 2.000 empleos restantes, se requiere 1.500 para la operatividad de la faena y los otros 500, serían parte del aumento que se produce al final, producto de período de cierre.
Faena: Entonces, si bien estos 8.000 empleos son un suculento indicador para las autoridades, a su vez no son más que un espejismo en lo que podríamos considerar desarrollo, ya que luego de un breve período, estos trabajadores locales, volverían a su condición actual. Por esto es que entendemos que la sostenibilidad en el tiempo es un factor relevante de la calidad del empleo, por lo que nos vamos a enfocar en los 1.500 anteriormente descritos, que, en el mejor de los casos, durarían 20 años.
Estos últimos son, sin duda, puestos de trabajo relevantes y con un tiempo no despreciable de duración, pero ¿Quiénes trabajarían en ellos? Esta segunda pregunta es fundamental, y para poder hacernos un panorama real, nuestra fuente de datos fue una persona a favor del proyecto y representante de la “mesa social de la Higuera” que, a su vez, reúne a mesas sociales que la propia minera creó en distintos poblados de la comuna en cuestión.
Los datos entregados por la mesa social, arrojan que alrededor de 700 personas están cesantes en la comuna y de éstas, 350 tienen relación con la minería. Si nos ponemos en un panorama realmente auspicioso, el 100% de estas personas (350) serían contratadas por la minera y quedarían 1.150 puestos de trabajo para el resto de la región.
Si obviamos el tema de la subcontratación y le damos “poder” a Dominga, ya que continuamos con nuestro “escenario positivo”, podríamos presumir que de estos 1.150 puestos, un 50% son para gente de la región, lo que nos da un total de 575 puestos de trabajo para el resto de la zona. Sumando estos 575 empleos a los 350 de la comuna de La Higuera, tenemos un total de 925 empleos para la región. ¡Honestidad! Si bien estos números son aproximados, creo que la cifra de 925, se acerca más a una empleabilidad real y que genere desarrollo para la gente de la región.
Esto último, considerando que todo el resto del capital se va a dos bolsas: La primera y más grande se llama “bolsa privada” y la segunda y de menor tamaño, es la “bolsa del Estado”, la cual cuenta con un problema mayor y que los que conocemos la realidad de las regiones, entendemos como Centralismo Exacerbado.
Pues bien, esto no termina aquí, ya que como no nos pueden asegurar que el impacto sobre la zona no tenga consecuencias, entonces tenemos que poner sobre la mesa una variable más: ¿Cuánta gente vive hoy de los recursos naturales que están en riesgo? Pues se estima que alrededor de 700 puestos de trabajo gozan de un ingreso privilegiado y tienen características importantes como su duración indefinida, sustentable y sostenible.
Entonces, si ponemos en la balanza los 925 puestos de trabajo v/s la pérdida de estos 700 empleos, ya no se ve tan auspicioso el panorama, y detectamos que no se es honesto con los que considero son los más importantes; Las personas de la comuna de la higuera y de la Región de Coquimbo. Todo esto, sin considerar los trabajos de ciencia, turismo, gastronomía, hotelería, etc. y que el efecto que tenga un proyecto como “Dominga” sobre los mismos, siempre tendrá un factor de consecuencias irreparables.
La honestidad, término que, en los últimos años, descubrimos está muy por sobre los estándares que se auto imponen los actores más poderosos del mercado, juega un rol fundamental en el futuro de un país como el nuestro, en el que la libertad moral es cuestionada, pero, el libertinaje económico celebrado, está exento de toda responsabilidad ética.
Hoy presentaremos a la honestidad como el fenómeno fundamental que proporciona al mero crecimiento, una verdadera masa, un peso específico que lo hace estar más cercano al verdadero desarrollo.