A sus 18 años ha copado los titulares de la prensa nacional e internacional. Sin ir más lejos, la semana pasada ella y varios de sus compañeros fueron la portada del Time bajo el titular “enough” (“suficiente”), en referencia a los tiroteos en los establecimientos escolares estadounidenses.

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Emma González se ha convertido en el rostro visible del movimiento antiarmas en Estados Unidos. Hija de un abogado que buscó refugio del régimen de Fidel Castro en Estados Unidos y una profesora de matemáticas, es la menor de tres hermanos. Reveló públicamente su bisexualidad en las páginas de la edición estadounidense de Harper’s Baazar (“Tengo 18 años, soy cubana y bisexual”, escribía al principio de su artículo) y preside, desde hace tres años, la asociación de Alianza Gay-Heterosexual de su instituto. Lucha para acabar con unas leyes que permiten que un chico de su misma edad pueda comprar un fusil y provocar tragedias como la que ella misma vivió el pasado 14 de febrero en el liceo de secundaria de Parkland, en Florida, que acabó con la vida de 17 personas y causar 15 heridos.

La joven ha interpelado directamente al presidente estadounidense, Donald Trump, y a la Asociación del Rifle para que implemente el control de armas en el país, con frases como “Trump, ¿cuánto cobras de la Asociación del Rifle?”, “es el momento de que las
víctimas se conviertan en el cambio que necesitamos ver”, que han hecho muy virales sus discursos en las protestas del movimiento antiarmas.

Sus formas -directas y contundentes- y su aspecto físico han desatado las críticas de los sectores más xenófobos y conservadores de Estados Unidos. El republicano Leslie Gibson retiró su candidatura a las elecciones estatales de Maine después de llamarla “lesbiana cabeza rapada”. Lo hizo tras recibir una avalancha de críticas tanto por ese tuit como por otro en el que se refería como “idiota” y “mentiroso descarado” a David Hogg, compañero de González y también activista.

En una potente estrategia para dar visibilidad a su causa, la activista convocó la semana pasada la "Marcha por nuestras vidas", costeada por celebrities como Jennifer Lopez, Gal Gadot o Jimmy Fallon, y se ha reunido con políticos estadounidenses para convertir el hashtag #NeverAgain (‘nunca más’) en una realidad. Gracias a las acciones que lleva a cabo junto con sus compañeros, muchas empresas se han desvinculado del NRA y firmas de lujo como Gucci ha donado 500.000 dólares a su campaña.