El frenesí cotidiano que se respira un día laboral cualquiera en Mac Iver va interrumpiéndose poco a poco a medida que las personas llegan frente a la sede del Ministerio de Salud. Lienzos, afiches y banderas empiezan a aparecer y van ocupando la vereda del frente del edificio, custodiado por cuatro Carabineros.

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La rabia e indignación se sienten en el ambiente y las mujeres comienzan a gritar. Las consignas entran por todos los sentidos. Mientras se leen mensajes contra la violencia hacia las mujeres -“No al servicio materno obligatorio”, “Niña embarazada, niña violentada”, “Verbal, sexual o institucional, es violencia igual”, "Abortar es una opción, decidir es un derecho”-, también se escuchan cánticos que rechazan la decisión unilateral del ministro de Salud, Emilio Santelices, de modificar, por vía administrativa, el protocolo de objeción de consciencia de la ley de despenalización del aborto en tres causales.

“¡Ahora quieren vida, cuando en dictadura mataban con la DINA!”, “¡Ay dios mío, ay dios mío, no quieren el aborto pero quieren subsidios!”, “Sí, señores; sí, señores, nos prohíben el aborto los curas abusadores, de menores!” Los gritos y tarareos hacen eco en toda la calle y despiertan la simpatía de varios conductores, que apoyan la protesta a punta de bocinazos.

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De nada han servido las explicaciones que Santelices ha salido a dar en los últimos días para defender su cuestionada decisión. Es más, seguramente han empeorado el ánimo. El secretario de Estado argumentó que el año pasado más de 700 mujeres fueron derivadas a centros privados para recibir prestaciones obstétricas, a través del convenio. Según él, vincular la realización de abortos a la atención de pacientes públicos podría poner en riesgo la realización de otras prestaciones de salud necesarias que se traspasan a la red privada cuando no existe disponibilidad en el área pública.

Sus argumentos se reprochan entre las manifestantes.

"Un retroceso de lo poco que se ganó"

Es la una del mediodía y cae un sol abrasador en la vereda del frente del edificio. Policías y periodistas -casi todos ellos hombres- observan la escena desde la sombra, mientras, al otro lado, organizaciones feministas y a favor de los derechos de la mujer -Amnistía Internacional, la Corporación Humanas, la Coordinadora 8 de marzo y la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, entre otras-, partidos políticos, estudiantes y mujeres muestran su enojo tostándose al sol. En total, son alrededor de unas 250 o 300 personas.

Una joven que conversa con otras mujeres dice que, según ella, “eso es sólo el principio” de lo que quiere el gobierno, a quien dedica una colección de insultos por “pasar a llevar” lo que hace tan poco se consiguió. Muchas de las asistentes comparten su pensamiento.

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“A todo el movimiento social, el movimiento feminista y por los derechos humanos. Nos manifestamos en contra de la objeción de consciencia institucional y las modificaciones realizadas por el actual gobierno al acceso legal que garantizamos el año pasado”. La vocera de la Mesa Acción por el Aborto, Macarena Castañeda, empieza la lectura del manifiesto. Los gritos se detienen y las asistentes escuchan.

“Las mujeres y niñas que se atienden por isapre o fonasa quedan aún más expuestas a no ser cubiertas en sus prestaciones. Esto afecta a niñas y mujeres de regiones que no pueden acceder a una prestación médica segura y de calidad, ya que sólo cuentan con una institución en convenio”, continúa.

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Castañeda termina su discurso con un mensaje contundente que el conjunto de las participantes aplauden: “Nuestro objetivo es avanzar hacia la plena despenalización social y legal del aborto”. Acto seguido, las diputadas del Frente Amplio que han querido estar presentes en el acto se disponen a hablar. Parece que las de la Nueva Mayoría no se dieron por aludidas en esta ocasión y sólo la concejala de la Municipalidad de Santiago, Iraci Hassler, hace acto de presencia.

Parte Maite Orsini de Revolución Democrática (RD): “Se ha vulnerado la democracia porque hay un acuerdo en el Parlamento, donde de manera democrática se legisló para entregar a las mujeres al acceso al aborto en tres causales”. La sigue su compañera de partido Natalia Castillo: “El gobierno borra con el codo lo que se escribió con la mano y está legislando como en los peores tiempos de nuestro país [...] No podemos volver a gobernar por decreto, que lo sepa la UDI, que lo sepa la derecha y que lo sepa Sebastián Piñera. Las leyes se discuten en el Congreso”.

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Luego es el turno de Camila Rojas, de Izquierda Autónoma (IA), quien siguiendo a sus pares, critica la forma cómo se aprobó el protocolo y anuncia que el Frente Amplio instalará el debate sobre el aborto durante toda la legislatura para que “no se quede en este punto”.

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La ex candidata presidencial Beatriz Sánchez también dice la suya: habla del “retroceso de lo poco que se ganó” y denuncia que “se gobierne por decreto porque no hay una mayoría en el Parlamento”. Y sigue: “Si continuamos así vamos a seguir [protestando] ministerio por ministerio por todas las leyes que se van a venir atrás”, en una clara referencia a la concentración de este martes ante el Ministerio de Educación tras el fallo del Tribunal Constitucional sobre la Reforma de Educación Superior.

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Cierra la ronda de declaraciones Gael Yeomans, de Izquierda Libertaria, que refuerza todo lo dicho: “Es indignante que después de años de lucha del movimiento feminista vemos como se trastoca el espíritu de la ley”.

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Llamó la atención que las organizaciones y diputados y diputadas de la Nueva Mayoría que asistieron a la convocatoria del lunes, como el comunista Boris Becerra, la parlamentaria de PAIS-PRO Marcela Santibáñez, la Corporación Miles y la CUT no asistieron a la protesta de hoy. Y viceversa: organizaciones y partidos que integran la Mesa de Acción por el Aborto -como Amnistía Internacional, la Corporación Humanas, RD, IA, entre otras- y la Coordinadora 8 de marzo no llegaron el lunes. Preguntada sobre esta cuestión, la vocera de la Mesa respondió que “la invitación a manifestarse es a todo el mundo y si a nosotras nos invitan, vamos a estar ahí”.

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De repente, los periodistas se dispersan y entra un furgón policial que es recibido con silbidos por parte de las manifestantes. Los agentes se bajan del vehículo y se colocan justo en frente de la concentración, controlando los autos que circulan por el carril más cercano a las personas. Parece que vienen en son de paz, pero sus intenciones se pusieron en duda después de las imágenes que dejó la protesta del martes.

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Los gritos siguen resonando, pero cada vez son más intermitentes. Las participantes van agrupándose, conversando sobre la actividad, la política y la vida. Como en toda manifestación, llega la hora de los reencuentros. La calle se presta para eso: hay muchas personas con quien es más fácil coincidir en una marcha o protesta que agendando una cita por WhatsApp. Si el nuevo gobierno avanza tal y como ha empezado, muchas se verán a menudo este año.