Todos los ojos estaban puestos sobre una sola cosa la mañana de este lunes: la llegada de Miguel Bosé a Chile. Los matinales de televisión tenían cuentas regresivas, noteros desplegados en el aeropuerto e incluso bailes con los ritmos y vestuarios más reconocidos del cantante.

Este año la visita del español no es cualquiera: la del martes 20 de febrero será la décima vez que se presentará en el Festival de Viña del Mar, y para conmemorarlo, será el encargado de abrir la edición 2018. Además, la organización del certamen confirmó que le entregará un reconocimiento especial.

Una serie de anécdotas como mostrar a la prensa sus zapatillas gastadas, una presentación junto a Ana Torroja, y las calificaciones de los periodistas como "bomba sexy" forman parte del historial de los pasos de Bosé –nacido como Luis Miguel Dominguín Bosé y luego modificado hasta llegar a su nombre actual, Miguel Bosé Dominguín– por Chile y la apretada relación que mantiene con el país.

Entre ellos, uno de los episodios más llamativos fue su venida en 1994, cuando estaba presentando su disco "Bajo el signo de Caín" y que terminó convirtiéndose en uno de los momentos más tensos en su paso por Viña del Mar, cuando en medio de una conferencia de prensa, una periodista le preguntó si era homosexual.

Visiblemente molesto, el español le respondió: “Si lo soy, no es problema tuyo”. "Si te preguntaran si eres lesbiana o no, sería exactamente lo mismo. Estoy harto de esa pregunta. Si te lo ha preguntado un amigo tuyo que busca novio, dile que no es mi tipo", agregó Bosé, quien recalcó su incomodidad por la fijación que tenían los medios acerca del tema. Además, anunció que la conferencia quedaba hasta ahí.

Desde entonces, el cantante comenzó a ser más cuidadoso con la prensa chilena. Para su siguiente visita en 1997, para participar de un estelar de Canal 13, pidió al director Gonzalo Beltrán que le entregara los nombres y fichas de todos los periodistas y seleccionó cuatro. Y además solicitó que la entrevista fuera en la misma oficina de Beltrán.

En esa misma edición de 1994, quien también llegó hasta el país para presentarse en el festival fue su coterráneo, Alejandro Sanz, quien no guarda buenos recuerdos de esa oportunidad. Los problemas técnicos que sufrieron algunos de sus instrumentos le jugaron una mala pasada al andaluz, que no pudo interpretar sus éxitos y debió improvisar con su guitarra acústica, que claramente no se escuchaba. La situación provocó pifias del público y que Sanz se pusiera tan nervioso que finalmente abandonó el escenario con la cabeza gacha, sin pena ni gloria. Tan mal lo pasó que, al día siguiente, su amigo Miguel Bosé lo invitó a cantar a dúo en su show.

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