Ricardo Hormazábal, ex presidente de la Democracia Cristiana: “El apoyo DC a Guillier será masivo y activo"
De que Ricardo Hormazábal es y siempre ha sido uno de los militantes más atrevidos y vanguardistas de la Democracia Cristiana, nadie lo duda. Este “guatón chascón”, como él mismo bromeó alguna vez, acaba de cumplir 71 años, pero cultiva el entusiasmo, la rebeldía y la privilegiada memoria de la juventud. Además, su vehemencia y apasionada defensa de un Chile más justo, donde todos tengan posibilidades de desarrollarse y disfrutar de una buena calidad de vida, también es una característica de una mente ágil y juvenil. Y en lo personal, cultiva una familia feliz, en un matrimonio lleno de amor con María Eugenia Gómez Arceu, la Pepa.
Ricardo ingresó a la DC a los 14 años; fue presidente de los estudiantes secundarios y presidió la JDC. Fue diputado, senador y embajador de Chile en Alemania durante el gobierno de Frei Ruiz-Tagle. En mayo de 2000 asumió como presidente del partido, cargo al que renunció el 20 de julio de 2001 debido a las inscripciones erróneas de candidatos a diputados y senadores para las elecciones parlamentarias, que dejaron a su partido al borde de ser excluido.
En 2015 y en 2017 compitió nuevamente por la presidencia la DC, siendo derrotado primero por Jorge Pizarro y luego por Carolina Goic. En abril de 2017 anuncio su decisión de no refichar por el partido poniendo fin a casi 55 años de militancia.
-¿Podría decirse, entonces, que ya no es democratacristiano?
-Soy enteramente demócrata y cristiano, aunque ya no milite en el partido que tiene ese nombre, y lo seguiré siendo mientras tenga vida. Juré lealtad a sus principios a los 14 años y mantengo, convencido, mi juramento. Usé una ley que permite “no reficharse sin renunciar”. No hay otra doctrina con la fuerza y vigencia del pensamiento DC, aunque sus líderes actuales hayan cambiado su ethos cultural.
-¿Por qué cree que perdió el 2015 y el 2017?
-Por varias razones: porque soy un mal candidato y los que dirigen evitan los debates y ocultan los listados de votantes. Además, porque ya no hay asambleas de militantes, los diálogos no existen, los militantes son pocos y los clientes muchos. Antes, las elecciones eran para debatir ideas con pasión y fraternidad, hoy las manejan los administradores de currículos y operadores de los señores feudales.
-Usted siempre ha sido un “chascón” ilustre de la DC. ¿Por qué dejó de usarse ese término? ¿Acaso todos los militantes se cortaron el pelo y se peinaron como los pijes?
-Dadas mis condiciones físicas y mi sentido del humor, yo me declaré a veces “guatón chascón”. Pero la verdad es que siempre me definí como democratacristiano. Ahora la variedad de nombres grupales en el partido es tan amplia como la diáspora y mediocridad que se vive. El primer chascón, Alberto Jerez, aún vive. Fue diputado y senador. Se fue al Mapu, a la Izquierda Cristiana, y luego volvió con gran dignidad a la DC. El término “chascones” surgió después que, en una limitada votación, la JDC apoyó la tesis de Gutemberg Martínez, que no quería actuar contra la dictadura “para salvar el cuerpo del partido”, mientras mi propuesta mantenía unida el alma al cuerpo. Eso marcó el primer gran quiebre en una generación que estuvo muy unida para reconocer el triunfo de Allende, con el Estatuto de Garantía incluido. Juventud que, democráticamente, derrotó a la UP entre los estudiantes y trabajadores en todo el país, con la propuesta de cambios que representaba la DC. Generación que fue contraria al Golpe y que posteriormente ayudó a asilar y defender a los perseguidos, actuando para proteger las organizaciones de trabajadores y estudiantes.
-¿Y en la actualidad, hay muchos militantes de la DC que podrían votar por Piñera?
-¿Votar por Piñera? Muy pocos. Son los regalones de los medios de la derecha, pero son la nada misma en influencia electoral. Es distinto un voto por una candidata con apellido respetado en una lista DC, que seguir sus consejos de apoyar a la derecha. Esa minoría es corresponsable, con los líderes del PS, PR, PPD y el PC, de sembrar este individualismo. El doble estándar los marcó, ya que ocuparon altos cargos gracias a los votos comunistas y firmaron acuerdos compartiendo en los gabinetes con el PC. Las mayores pérdidas electorales de la DC se han dado bajo su conducción y por sus acciones. Pero el apoyo DC a Guillier en las próximas elecciones va a ser masivo y activo, luego de algunos días de duelo. Las renuncias anunciadas no harán mayor daño que el ya concretado.
Pastillas de Ubicatex para todos
-¿Qué espera de los militantes del Frente Amplio?
-Lo que dijo Arturo Prat: ¡que sepan cumplir con su deber! Sin inmolarse, pero con aportes en ideas y conductas verdaderamente nuevas y responsables. Difiero de ellos respecto a la valoración de los primeros años de la transición y creo que debieran aprender a tener una mirada más global e histórica, pero comparto la dura crítica a la clase política actual y a los tres últimos gobiernos. Me encantaría que usaran su votación para presionar pública y legítimamente a mi candidato, para ayudarlo a superar el cerco que trata de arrinconarlo y así pueda cumplir con sus promesas. Pastillas de Ubicatex son buenas para todos, especialmente si en el FA se dan cuenta que sus votos provienen de personas frustradas de los viejos partidos, pero que ellos no interpretan, como tampoco lo hacen los partidos tradicionales, a más del 50% que no quiere nada con los políticos. Hacer buena política para apurar las soluciones es un desafío para todos.
-¿Qué ha percibido en el FA en el último tiempo?
-He visto signos alentadores y me explico sus errores, en todo caso menores al compararlos con los de los políticos más experimentados, que tienen mayores culpas en la crisis. Naomi Klein, destacada periodista y escritora canadiense, ha señalado que “la política odia el vacío; si no se llena de esperanza, alguien lo llenará de temor”. Eso está haciendo la derecha, pero los grandes esfuerzos que realizamos todos nos harán triunfar, sin odio, sin violencia, pero dispuestos a mejorar.
-Su libro “El Gran Engaño, 30 Años del Sistema de AFP” debería ser lectura obligatoria para todos los chilenos que buscan cambiar ese sistema. ¿Cuántos ejemplares se han vendido? ¿Los medios de comunicación lo han difundido?
-Yo no ganaré nunca premios como escritor, soy un divulgador ilustrado que trato de persuadir con argumentos, por eso creo que el libro es un aporte. Tiene teoría, práctica, información y propuestas. La Feria del Libro me tramitó y luego decidió no venderlo. No está en librerías. He distribuido unos mil ejemplares en mis charlas en sindicatos, municipalidades y universidades, pero la primera edición está disponible en la biblioteca digital de la Universidad de Chile. Las menciones en los medios de comunicación han sido mínimas.
Para evitar el aparataje de la derecha económica
-En Tolerancia Cero usted dijo que las AFP son las culpables de que muchos chilenos se hayan empobrecido.
-Las AFP son la piedra angular de la desigualdad, afectan la libertad de prensa, permiten que pequeños grandes grupos se enriquezcan con nuestros fondos, corrompen políticos, periodistas y académicos. Se llevan fuera de Chile recursos necesarios para desarrollar nuestro país, facilitan plata barata a los bancos, al retail, farmacias, empresas de telecomunicaciones y concesionarias para que nos esquilmen. Además, dan pésimas pensiones.
-¿Cómo terminar con ese sistema sin que se nos venga encima todo el aparataje de la derecha económica?
-Dictando una ley para que la decisión sea de las personas. La seguridad social debe ser obligatoria, tripartita, pero con derecho a opción. Es una solución de iniciativa exclusiva del Ejecutivo y requiere el voto de la mayoría de los parlamentarios. Es paradojal, en 1981, el dictador nos reconoció un derecho teórico de optar entre reparto y AFP; y en democracia, se nos niega. Expropiarlas no se puede, no hay apoyo político, no pasaría el TC, se nos vendría encima la presión internacional de USA y otros. Además, habría que pagar. ¿Para qué todos esos problemas? Si nos reconocen el derecho esencial de elegir libremente, se terminan rápido para los que no las queremos; sin pagar, sin juicios, venciendo las presiones internas y externas.
-Hace un tiempo usted declaró que los fondos de los trabajadores chilenos se invierten en 277 empresas que les reparten plata a los políticos y que esas empresas obtienen subsidios del Estado porque recuperan una parte y compran la influencia política para que no cambie el sistema. ¿Cree usted que la mayoría de los ciudadanos tiene conciencia de estos hechos?
-Todo lo que expuse sigue siendo rigurosamente cierto, salvo que las cantidades son mayores. El grupo Penta, financista de la UDI, ganó mucha plata vendiendo la AFP Cuprum a la empresa de Seguros Principal y repartió una parte a la UDI y monedas a RN. El yerno de Pinochet repartió miles de millones en todos los sectores, muchos de los cuales provenían de inversiones de las AFP. Se conoce hoy mucho más y eso explica parte del repudio ciudadano. Se rompieron los cercos informativos, ha habido tímidas reacciones, aunque la cárcel no será el destino final de muchos de estos delincuentes.
-Usted dijo también que Girardi y Allamand habían recibido 500 millones de pesos cada uno, con platas de las AFP, que pertenecen a todos los chilenos.
-No sólo Allamand y Guirardi, también Ignacio Walker, Harboe y muchos más. Hay que tener presente que eso es lo que recibieron de acuerdo a una ley injusta, generada en el acuerdo Lagos-Longueira. Es una vergüenza que cerca del 20% de los senadores esté formalizado por corrupción probada y aparezcan varios diputados en lo mismo. Sería un buen signo que haya 90 parlamentarios nuevos, pero falta saber “la conducta anterior y posterior”. Yo dije desde joven que no me vendería ni por un millón de dólares, pero nunca me pusieron al frente ni un solo dólar. Examen pendiente.
Fernando Villegas: jotoso
-También en Tolerancia Cero usted dijo que el Papa Francisco considera que “esta economía capitalista mata” y a Fernando Villegas, que alguna vez fue de izquierda, casi se le cae la peluca de la impresión. ¿Qué es lo que ha hecho cambiar tanto a más de un 30% de los chilenos, que de repente sienten que el capitalismo y el libre mercado son la panacea?
-Me correspondió recordarle a Villegas que había sido jotoso, como Nicolás Eyzaguirre y otros. Tengo buena memoria, pero en el fondo, el cambio decadente se debe a 17 años de dictadura, salvo un paréntesis progresista bajo Aylwin. La conversión de la tecnocracia concertacionista al neo liberalismo se dio con gestores como Edgardo Boeninger y Enrique Correa, que usaron todo el poder económico y político acumulado en el gobierno y sus alianzas con militares y con grandes empresarios para ese fin. Yo lo viví desde el Senado y en la presidencia de la DC; y Carlos Huneeus lo estudia y fundamenta en su libro “La democracia semi soberana”. Para apreciar el impacto de esa conversión, tengamos presente que Osvaldo Puccio y Enrique Correa -lobbistas de grandes empresas nacionales e internacionales-, compartieron asiento en el Directorio de la Fundación Salvador Allende.
-¿En qué momento Ignacio Walker se convirtió en partidario del capitalismo? ¿O siempre lo fue?
-No siempre, incluso tuvo un papel valioso en la defensa de los derechos humanos en la dictadura. Pero se convirtió con Boeninger, quien lo llevó a trabajar en La Moneda durante el gobierno de Aylwin. El mismo recuerda que su madre, “una joven aristócrata chilena”, salía con él y dirigentes campesinos a promover la Reforma Agraria, por lo cual su familia momia la marginó. Ignacio y otros olvidaron la frase de don Eduardo Frei Montalva, asesinado por la dictadura: “Si no se vive como se piensa, se termina pensando cómo se vive”.
Cuatro proyectos para cambiar el sistema de las AFP
-¿Qué pasó con los cuatro proyectos de ley para cambiar el sistema de las AFP que usted le entregó a la Presidenta Bachelet?
-Logramos que, por primera vez, se ponga la obligación del aporte patronal a un fondo que no sea administrado por las AFP, aunque la forma y plazo son absolutamente inadecuados. “Para largo me lo fía”, diría el romancero. La presidenta invitó a todos los partidos a un diálogo sobre el tema y lo anterior es lo único que se obtuvo. Todos los partidos, de gobierno y oposición, se hicieron los cuchos, como si agosto fuera eterno. Los dirigentes sindicales, con muy contadas excepciones, están viviendo sus propias crisis y no hacen nada en esta materia. Ahí están los proyectos, fundados, perfectibles, pero sin uso.
-¿Usted conoce personalmente a Alejandro Guilllier? ¿Cree que puede llegar a ser un buen presidente y por qué?
-Conozco más a Piñera, por ocho años en el Senado. Relaciones humanas muy agradables y polémicas formidables en casi todos los temas. He estado con Guillier en algunos foros y conversamos una vez sobre estos temas. Tuve la impresión que coincidíamos en varios puntos, aunque teníamos visiones distintas en otros. Razonable y explicable. Por eso, decidí, cuando no me refiché, votar por él, ya que ahora estoy liberado de mi obligaciones éticas y jurídicas con la DC. Algunas declaraciones de sus voceros y de él mismo, meten ruido, pero no me pierdo. No cambiaré mi voto. Sebastián Piñera es la Gran Muralla que protege las injusticias y Alejandro Guillier es una puerta entornada. Creo que será un buen presidente de Chile, tiene la formación profesional, la calidad ética y humana para hacerlo. El resto, viene con el cargo.
-¿Qué opina del clima político confrontacional que hay en este momento? ¿Cómo evitarlo?
-Hay gente que olvida que los 17 años de dictadura no aparecieron de la nada. Debemos reemplazar la descalificación por la argumentación. Mientras hice clases en la U. de Chile hice mía una enseñanza de un profesor alemán: “Cambiar la cultura de la opinión por la del argumento”. Todos tenemos derecho a opinar, pero se respeta más el conocimiento que surge del estudio, del diálogo, el conocimiento de la realidad. Necesitamos eliminar la guillotina que los dueños de los medios o los avisadores descargan sobre las opiniones distintas. Corrompen a los políticos con nuestra plata, los debilitan en los medios explotando sus debilidades para que no los puedan enfrentar. Necesitamos que los periodistas se preparen más y sean respetados por su calidad profesional y por el esfuerzo que hacen por cumplir con su función.
-El país requiere líderes creíbles.
-Chile requiere de líderes que tengan un proyecto de país que nos ubique en el mundo globalizado y nos proyecte al futuro, no al pasado. Me duele constatar que, cuando el mundo estaba menos interconectado, teníamos líderes con mirada universal y proyectos amplios. Ahora, cuando la aldea global es una realidad, nuestros líderes sólo piensen en sí mismos o en el feudo. Hay que decir lo que uno cree que es verdad, pero para dialogar con otros, con ganas de persuadir, pero dispuesto a ser persuadido.
-Por último, cuéntenos cuál es la fórmula para cultivar un matrimonio exitoso. Usted lleva más de 46 años con la Pepa, tiene tres hijas y no cabe duda que son una familia feliz y amorosa.
-No estoy a la altura de poetas y escritores que describen de mejor forma el amor. A mí me tratan como a un rey en una monarquía constitucional. El monarca reina, pero no gobierna: las decisiones son compartidas. ¿Desacuerdos? Por supuesto, ¿a quién obedecer? Opto por las mejores propuestas. Como el 95% de las veces, Pepita tiene las mejores respuestas, sería un tonto si no las respaldo. Ahora bien, cuando se equivoca, me rio por el 100%. Muy en serio, amarse con las virtudes y defectos. Conversar todos los temas y no amurrarse sin aclarar las cosas. Darse espacio para el desarrollo personal, apoyarse sin vacilar y tener un proyecto de vida compartido. Nos conocimos en la universidad militando, marchando, cantando y peleando por nuestros ideales. Hemos pasado apreturas económicas, dolores intensos, detenciones, amenazas, pero las alegrías han sido mayores, especialmente nuestras tres hijas. Hemos sentido la alegría de compartir con ellas, con nuestras familias y nuestras amistades. Ahora, sin tapujos ni medias tintas, hemos durado y así seguiremos en el futuro, porque Pepita es una mujer linda, inteligente, sabia, acogedora, paciente y capaz de entender y perdonar mis debilidades y flaquezas. Tengo la suerte de que mi compañera es una mujer que, sin querer queriendo, está en el camino de la santidad.