"El joven blanco que estaba de pie no había pedido el asiento; fue el conductor el que decidió crear un problema", contó la mujer más tarde. Sin embargo, ella se negó a moverse, por lo que el chofer comenzó a amenazarla con denunciara la polícia. "Puede hacerlo", contentó Sparks sin inmutarse.
Cuando la policía llegó a preguntarle por qué no se movía de su asiento, ella contentó: "¿Por qué todos ustedes están empujándonos por todos lados?".
Sparks pagó su acto de rebeldía con pasando la noche en la cárcel, acusada de perturbar el orden público. También debió pagar una multa de catorce dólares, aunque sin imaginar que el caso trascendería y terminaría por impulsar una serie de movimientos que pedían el fin de la discriminación.
La valentía de Rosa terminó por contagiar a muchos: uno de ellos fue el joven y desconocido pastor Martin Luther King, quien organizó una serie de protestas contra la segregación en los buses públicos de Montgomery, que se extendió por más de 380 días y contó con la participación de treinta mil afroamericanos.
En paralelo, el caso llegó a justicia y la Corte Suprema determinó que la segregación era contraria a la Constitución de Estados Unidos, que declara a todos y todas las individuos como series iguales. Solo un año después, el Gobierno terminó por abolir cualquier tipo de discriminación en el espacio público.
Sparks pasó a la historia por su aporte a la lucha por los derechos civiles: "Mientras más obedecíamos, peor nos trataban. Aquel día estaba fatigada y cansada. Harta de ceder", recordó.
"No tenía idea de que alguien se enteraría de lo que me había sucedido aquel día. Ni siquiera tenía certeza de que sobreviviría aquel día. Simplemente estaba cansada del maltrato", resumió la mujer, quien falleció en 2005 y se convirtió en la primera afroamericana en recibir honores póstumos en la Rotonda del Capitolio de Washington.