La agenda política-mediática del Frente Amplio y la necesidad de una nueva Ley de Medios
Se acerca el final de año y para quienes somos parte de una u otra forma del Frente Amplio significa estar envueltos nuevamente en una polémica mediática. En los últimos días se han sucedidos comunicados y declaraciones de diferentes sectores del conglomerado en torno a la posibilidad de entablar conversaciones con la Nueva Mayoría en un escenario de segunda vuelta, causando confusión entre las bases y simpatizantes del Frente Amplio. En medio de este acontecimiento quisiéramos tomarnos un respiro y tratar de sacar algunas lecciones en torno a estas polémicas, que nos sirvan para enfrentar las tareas futuras de la coalición. Lamentablemente en política no existen marchas blancas, por lo que en una coalición joven y con metas ambiciosas de transformación ha sido inevitable cometer algunos errores durante nuestro primer año de existencia.
No cabe duda de que en una sociedad hipermediatizada como la nuestra, aparecer en los medios de comunicación es una tarea central para cualquier grupo político que se proponga influir, o más básico aún, aparecer en la escena política como un actor relevante. En primera instancia, no podemos desconocer que el Frente Amplio ha sido la coalición de izquierda más exitosa de los últimos 27 años en cuanto a la capacidad de aparecer en la escena mediática. Es más, en algunas coyunturas del año lo ha hecho francamente bien. Se destaca por sobre todo su puesta en escena en las primarias donde se logró posicionar al Frente Amplio como un actor nuevo, que no pretende ser un instrumento electoral momentáneo, sino un pacto político a mediano y largo plazo con la ambición de transformar Chile.
Sin embargo, esta no ha sido la tónica general ya que han sido más bien los medios de comunicación quienes han dictado la pauta de los debates del Frente Amplio. Tanto en los incidentes posteriores a las primarias de Alberto Mayol con la mesa política del conglomerado, como en la contingencia actual sobre un posible acuerdo de segunda vuelta, ha habido un control de los medios sobre los tiempos políticos del conglomerado, lo que ha contribuido a malos entendidos por parte de la gente y tensiones internas que no ha sido fáciles de manejar. Por otra parte, cuando ha habido coyunturas de interés mediático que el conglomerado ha querido instalar, como por ejemplo el plebiscito del programa del Frente Amplio o la masiva participación de las bases del Frente Amplio en el plebiscito de No + AFP, los resultados no han sido precisamente los esperados. Se trata sin duda de hitos políticos cruciales en nuestras definiciones, por lo que su notoriedad más bien limitada abre espacio a una necesaria autocrítica a nuestro sector, respecto a la autonomía de nuestra agenda política y la manera de enfrentar la contingencia mediática. Es importante estar presente en los medios, pero los tiempos políticos a veces requieren de mayor pausa y además se debe tener capacidad de influir de manera real en los medios sobre temas que nos interesa difundir.
Medios de comunicación concentrados
Es justo señalar que no toda la responsabilidad está en el Frente Amplio. El escenario mediático dista mucho de lo ideal. Según los estándares internacionales dictados por la ONU, en un país deberían existir tres tipos de medios: Privados, Públicos y Comunitarios. Sabemos, que la distribución de estos tres tipos de medios es fuertemente desigual. Los medios escritos están fuertemente concentrados en dos empresas: Copesa y El Mercurio. Ambos grupos poseen la mayoría de los diarios de circulación nacional, revistas y una cantidad importante de Radios (sector éste último al que se suma la empresa Ibero America Radio Chile). Además, ambos grupos son políticamente de derecha, lo que implica que tienen sus agendas políticas en una posición contraria al Frente Amplio. Se la suma a esto, que TVN, el único canal público, está obligado a operar bajo lógicas comerciales y es controlado políticamente por la derecha y la Nueva Mayoría. Por otro lado, los medios comunitarios están por lo general en una situación de precariedad importante, recibiendo escaso apoyo económico e incluso han sido perseguidos constantemente en los últimos años, siendo decomisados sus equipos de radio en varias oportunidades a largo del país. Además, internet ha supuesto un excelente medio para aumentar la diversidad de información, pero la mayoría de estos son aun embrionarios y por lo demás corresponde a una plataforma aún fuertemente sesgada en lo que a su público se refiere, sobre todo por una cuestión generacional.
Considerando este escenario, creemos que en el Frente Amplio tenemos hoy dos tareas fundamentales. La primera es sin lugar a dudas promover una nueva ley de medios. Esta debe democratizar el espacio radioeléctrico para permitir que afloren más medios comunitarios y públicos, regular y promover de manera equitativa la distribución del avisaje comercial, transformar a TVN en un verdadero canal público que no esté sujeto a la lógica mercantil, promover fondos de apoyo a las radios comunitarias, entre otras tareas urgentes en la materia. Una verdadera democratización de la comunicación que permita una pluralidad en la propiedad de los medios, que favorecerá una instalación mediática del Frente Amplio que no esté sujeta a medios controlados por el duopolio, cuestión que por lo demás abrirá espacios para que se expresen otros movimientos políticos y sociales que hoy en día no tienen el lugar que necesitan. Esto, incluso nos debiera permitir crear nuestros propios medios de comunicación que deben estar siempre orientados a los intereses de la sociedad civil y tener independencia de los poderes empresariales vigentes.
Dicho esto, hay que recalcar que existe responsabilidad del Frente Amplio. Debemos aprender a respetar ciertos tiempos orgánicos propios de una organización política, tiempo que es requerido para debatir ampliamente en las bases los diversos temas sociales y políticos que son de nuestro interés. Esa es precisamente la segunda tarea. Debemos articular los distintos movimientos políticos al interior del Frente Amplio, en conjunto con los diversos comunales de militantes independientes que apoyan al FA. Esto se logra además cultivando paciencia, elegir los temas de interés de los movimientos sociales y la ciudadanía en general, y no caer en una agenda mediática externa al movimiento, que en un escenario de concentración de medios es la agenda de la derecha.
Aprendida la lección, y superada la etapa electoral, estas son tareas fundamentales de cara al 2018. Nuestra futura bancada parlamentaria debe empujar una nueva ley de medios y el conglomerado en su conjunto debe encontrar la madurez orgánica necesaria para marcar nuestros propios tiempos políticos, independientes de la agenda mediática que nos quieran imponer.