Consejos de un psicólogo infantil para hablar sobre terrorismo con los más chicos de la casa
A diferencia de la cobertura francesa o estadounidense sobre diversas acciones terroristas del estado Islámico, desde el atentado de Manchester, el Reino Unido dictó una pequeña cátedra sobre la nueva forma de darle difusión a los hechos como los que hoy enlutan a Barcelona y Finlandia.
Incluso antes de que el Estado Islámico se adjudicara dichos atentados, desde las redes sociales se alentó la práctica de moderar la entrega de información y divulgación de fotos, videos y datos sensibles sobre las víctimas. Algo que se replicó en los medios. Esta tendencia de la comunidad es la misma que castigó socialmente las portadas de diarios españoles que replicaron una y otra vez las imágenes de La Rambla tapizada de víctimas desde las horas de ayer luego de que una camioneta recorriera cerca de 5 cuadras atropellando a transeúntes, dejando hasta ahora 14 muertos y un centenar de heridos.
Influyentes diarios como El País, El Mundo, O Globo, Clarín, El Mercurio y La Tercera han sido fustigados por la gráfica descripción de sus contenidos. Acusando sensacionalismo, al menos en Europa, hubo kioscos y escaparates de tiendas donde se negaron a vender la prensa este día.
Sobre el tratamiento de esta violencia de manera tan explícita, el psicólogo e investigador de la escuela de Psicología de la UAHC, Miguel Roselló, cree que “los espacios vacíos” que deja el limitado conocimiento de las causas de estos hechos en las primeras horas genera una gran sensación de vulnerabilidad que se ve agravada por la imposibilidad de predecir nuevos episodios como los de La Rambla.
“El discurso de los medios tiene un rol importante en la construcción de realidad y la necesidad de buscar respuestas, encontrar culpables y rellenar los espacios vacíos con categorías dicotómicas, reproduciendo imágenes y videos de forma incansable, no es responsable de estos horribles episodios. Sin embargo, le otorga nuevos significados, prolonga sus efectos, vulnera aún más a sus víctimas y tiene el potencial de construir nuevos sujetos de violencia”, señala.
Una explicación para la familia
El profesional agrega que el impacto de esta violencia, multiplicado por el número de víctimas directas y la reproducción interminable de las imágenes en los medios de comunicación, “hace del miedo y la tristeza reacciones subjetivas difícilmente manejables, algo común cuando las palabras no son suficientes o incluso inexistentes para simbolizar y significar el horror que los espectadores de esta tragedia experimentamos”, cree Roselló.
Por otro lado, las explicaciones reduccionistas y simplistas basadas en pertenencias étnicas, culturales y religiosas pueden afilar aún más el discurso de la violencia y su impacto, cree el académico. “Esas definiciones también son capaces de guiar rápidamente nuestra acción. La estigmatización del otro y de la diferencia, tiene efectos coherentes con idearios actuales que potencian nuestra individualidad y nos alejan de pensar nuestra sociedad –más o menos globalizada- como un proyecto común. Ya sabemos lo que pasará, en los días que siguen, con las personas que comparten al menos una de estas pertenencias categoriales con quienes realizaron los ataques: más violencia”, advierte el psicólogo.
En tal sentido, el psicólogo recomienda que los padres elaboren sus propias explicaciones para integrar la contingencia a las conversaciones familiares. Una forma clave para matizar la información, a veces cruda de medios masivos como la televisión o Internet donde a veces el filtro parental no existe.
-¿Qué recomendaciones hace a los padres sobre cómo tratar un tema desgraciadamente natural y permanente en los medios?
-Los lamentables atentados de Barcelona, Finlandia y los que probablemente se sigan sumando, pueden ser percibidos a través del noticiero como crisis naturales por los más chicos. Los niños y niñas no están ausentes de estos efectos y construyen sus propios relatos para éstas y otras situaciones que ellos, tal como nosotros, no pueden explicar.
Aquí es donde recae nuestra responsabilidad. Como padres, hacer disponibles para los niños versiones alternativas a las difundidas por los medios de comunicación y las redes sociales, versiones que -aun desconociendo el por qué de esta violencia- no la reproduzca con otros nombres y otros rostros, sino hacerlo incorporando sus palabras, miedos y fantasías, que también es algo que construye realidad