La urgencia de la centroizquierda: el desafío de la PROpuesta y la unidad
Este mes se dio inicio a un nuevo momento político con miras a la presidencial y parlamentarias 2017. Esto es, la división en la Nueva Mayoría y la inscripción de las primarias.
Con ellas se abre un último lapso de tiempo para discutir respecto a cómo abordar, desde la centro izquierda, dichos procesos y los desafíos país que se nos presentan como sector, poniendo sobre la mesa las lecciones que hemos aprendido estos últimos años: 1) pasar del diagnóstico a la propuesta; 2) construir una correlación de fuerzas parlamentaria que se ponga al servicio de las reformas de futuro gobierno de centro izquierda; 3) encontrar y cimentar los elementos de unidad que nos permitan derrotar a la derecha en segunda vuelta .
Pasar del diagnóstico a la propuesta no es un desafío menor ya que, si bien el país ya expresó de manera mayoritaria el 2013 que busca reformas estructurales y que hoy las calles siguen expresando que esa necesidad sigue latente, el paso definitivo hacia a los derechos sociales garantizados implica necesariamente dar la discusión sobre los recursos constantes que necesitaremos como sociedad para mantener gastos constantes. En ese sentido, es de toda responsabilidad de quienes llevaran estas ideas a la presidencial, el presentar de manera clara el cómo planean hacerlo. Ello implica superar el mero diagnóstico de su urgencia, pues eso ya lo zanjó la sociedad.
Quienes aspiran a liderar un gobierno de profundización de reformas deben señalar los pasos siguientes a los que ya dio este gobierno, vale decir, especificar en qué tiempos y con qué recursos financiaremos dicho proceso . Porque si ayer los actores contra reformistas pudieron poner en jaque ante la ciudadanía el impulso transformador fue, en parte, porque se perdió el debate sobre los recursos necesarios para las reformas. La derrota de la reforma tributaria es una lección que hay que aprender. Hubo falta de visión respecto a los reales alcances que debía tener dicha reforma para lograr los objetivos trazados. Esa reforma nació derrotada y con ellas las futuras reformas. Y esto da paso al desafío dos, cambiar las fuerzas del Congreso .
Esta elección no sólo presenta un cambio en el modo de elegir diputados y senadores (pasando de uno binominal a uno de cifra repartidora D'Hondt) también hay un cambio en el número de parlamentarios. Pasamos de 120 a 155 diputados y de 38 a 50 senadores . Y si bien estos cambios hacen posible que fuerzas nuevas ingresen al Congreso, es de toda racionalidad decir que ninguna fuerza partidaria en solitario construirá una mayoría por si sola, capaz de empujar una agenda de reformas. Aun cuando se gane la presidencial, sin un Congreso no habrán cambios. Decir lo obvio parece no tan obvio en estos tiempos donde la fractura/dispersión y atrincheramiento de la centro izquierda se toma la agenda. Eso sin considerar la elección de gobernadores regionales, ante la cual hoy la centro izquierda, con sus exclusiones, está facilitando la división y el triunfo de la derecha. Es sintomático en el sector caer una y otra vez en el debate de los absurdos, de quién es más de izquierda que el otro o la novedosa idea de los vetos. Sabemos y practicamos la igualdad y la libertad pero poco la fraternidad. Hay que superar el debate nocivo de buscar crecer respecto al otro, achicar la centro izquierda no sirve y nunca ha servido, para avanzar a lo de fondo, hay que llevar a puerto el impulso transformador.
El desafío de esta generación es lograr desmantelar la herencia neoliberal dictatorial y eso necesariamente implica derrotar electoralmente a sus guardianes: recordar que la amenaza conservadora ya demostró su fuerza en la elección municipal 2016 y que la derecha también puede jugar un rol de cambio en esta elección. Vacío, neoliberal y contrarreformista, como quieran definirlo, pero un cambio. Por eso hoy no sólo es importante construir puentes de unidad, también hay que cruzarlos. Con ideas y con principios indentitarios por delante, pero cruzarlos con voluntad de entendimiento.
Hacerlo post segunda vuelta será demasiado tarde. Ya lo vivimos el 2009.
Y esto nos lleva de manera natural al tercer desafío: encontrar los elementos de unidad y/o articulación estratégica para derrotar a la derecha en segunda vuelta.
La centro izquierda siempre ha tenido como fortaleza la riqueza de sus múltiples miradas, pero en contraparte dicha dispersión también se ha traducido en la incapacidad de articular sobre ideas comunes. Ya sea sobre la formación de un proyecto político o una articulación electoral, lo cierto es que hoy encontramos en los medios más discursos de trincheras partidarias que discursos de puentes de diálogo y unidad sobre los desafíos comunes.
Es verdad, el desafío de derrotar a Piñera no puede ser sin un compromiso de ideas comunes por delante, pero eso implica superar el infantilismo de pensar que tras Piñera no viene un impulso conservador y que no hay que hacerse cargo de un triunfo de la derecha conservadora y empresarial que lo acompaña . La ciudadanía no está para esperar 10 años a nuevas articulaciones de fuerzas. Este 2017 se juega el avance o retroceso. Piñera ya ha anunciado que no cree en los derechos sociales garantizados y que hará retroceder la gratuidad en educación. Que está por profundizar el modelo de pensiones y no por desplazarlo. Incluso el mismo proceso constituyente corre el riesgo de no seguir su curso.
Por todo lo anterior es que se vuelve urgente que el debate de ideas y de unidad se tome la agenda y especialmente la presidencial. Hay que hacerse cargo de los desafíos históricos que se nos presentan como sector. Será bueno para el país que quienes hacían preguntas hoy den respuestas. Que quienes ayer emplazaban y juzgaban desde un púlpito a otros por sus respuestas y por el proyecto país que se buscaba liderar, hoy expresen con claridad y sin ambigüedad cuál es el propio. Que en la dispersión encontremos hoy en las ideas los elementos comunes que nos lleven a cruzar puentes de convergencia y así avanzar hacia un nuevo pacto de gobernabilidad . Es la única forma de construir un futuro gobierno que se haga cargo del impulso transformador en La Moneda y en el Congreso.
No nos engañemos, todos sabemos cómo se responde la pregunta "¿con quién va a gobernar?", el dilema es como se construye esa respuesta y si estamos realmente haciendo lo necesario para que la centro izquierda gane esta elección .