Un salvataje a la corrupción: Las movidas de la derecha brasileña que han evitado la caída de Michel Temer
Ha pasado ya un mes desde que se descubrió el escándalo de las grabaciones donde se escucha al presidente brasileño Michel Temer pidiendo dinero al mega empresario dueño del frigorífico JBS para comprar el silencio a un ex diputado que estaba ad portas de dar su testimonio a la Justicia, lo que podría complicar su situación respecto a los casos de corrupción donde su nombre aparece entre los investigados.
Aunque ha pasado todo ese tiempo en la cuerda floja, con partidos abandonando la base oficialista, críticas dentro de su propio partido (el centrista PMDB, Partido del Movimiento Democrático Brasileño) y la poderosa cadena multimedios Globo impulsando una fuerte campaña en su contra, Temer ha logrado sobrevivir.
La razón de ese fenómeno está en la habilidad que ha tenido en gestionar dentro de su zona de confort, que es la política de los pasillos. Aun cuando los partidos lo han abandonado, muchos de sus militantes siguen apoyándolo en las sombras, resultado de negociaciones, cargos concedidos en estatales y otros favores. Otro ejemplo más de que la lógica política en Brasil pasó a ser la de los intereses más personales de cada figura.
También hay que recordar un punto: aunque el escándalo Temer-JBS es el más fresco en la memoria, los casos cuyas investigaciones van más avanzadas en la Justicia son los de las listas entregadas por las constructoras OAS y Odebrecht, exponiendo el financiamiento irregular de las campañas de cientos de parlamentarios, de todos los colores políticos.
Es con el respaldo de esos políticos involucrados en casos que Temer inició su movida para mantenerse en el poder, logrando convencer ese grupo de que su caída abriría el camino posteriormente para la caída de todos los demás políticos investigados. Con ese bloque actuando, todos los intentos dentro del parlamento por iniciar un proceso de impeachment en contra del mandatario fueron bloqueados antes de llegar al pleno para votación.
Pero el salvataje no se resume solamente a las movidas políticas, aunque en las demás (y está es otra paradoja) está más involucrada la derecha.
La movida comunicacional
Para tratar de hacer esa lógica convincente también a la opinión pública, la estrategia fue un poco distinta, y empezó con algunos medios de prensa favorables a Temer tratando de cuestionar lo que hasta ayer era incuestionable: la Operación Lava Jato.
No es difícil percibir la ironía. Hasta un par de meses, las críticas contra Lava Jato partían sobretodo desde la izquierda, y eran basadas justamente en el supuesto sesgo - desde el Partido de los Trabajadores (PT), por ejemplo, se decía que los fiscales de Lava Jato solo tenían ojos para Lula y figuras cercanas a él-. Sin embargo, desde que parte de las investigaciones salieron de las manos de la Corte Regional de Curitiba y llegaron a la instancia federal, bajo la relatoría de un ministro del Supremo Tribunal (STF), pasaron a ser citados e investigados también algunos líderes políticos de derecha, entre ellos José Serra y Aécio Neves, los dos últimos presidenciables del PSDB (Partido Social Demócrata Brasileño, que pese a su nombre aparentemente progre es la fuerza política más grande de la derecha en el país), ambos derrotados por Dilma Rousseff, en 2010 y 2014 respectivamente.
Desde entonces, gran parte de la prensa pasó a tener otra visión de Lava Jato, algunos de forma más sutil, pero otros pasaron dividirla en dos casos distintos: una Lava Jato “buena”, la de Curitiba, la que sigue enfocada en Lula da Silva y en el PT, y “la otra Lava Jato”, que no llegan a decir que es mala, pero que no tiene la misma aprobación desde que empezó a tocar a los antes incombustibles líderes de la derecha. Augusto Nunes, articulista de la revista Veja (uno de los medios de prensa más conservadores de Brasil), llegó a escribir, hace una semana, que “el Brasil decente no se dejará intimidar por poderosos que insisten en frenar a Lava Jato, aunque me refiero a la verdadera Lava Jato, representada por el juez Sérgio Moro (de Curitiba), no a la caricatura recreada en Brasilia por Rodrigo Janot (quien es el Fiscal General de la República, jefe del Ministério Público Federal)”.
Al amenazar a algunos líderes de la derecha, Lava Jato Brasilia -o la versión “mala”- agudiza la confrontación dentro de lo que fue la alianza política que permitió el derrocamiento de Dilma Rousseff el año pasado.
Recordemos (porque siempre hay que repasar las informaciones en ese Brasil donde las cosas cambian de golpe casi todos los días): una presidenta que no estaba involucrada en hechos de corrupción perdió su cargo en un juicio político basado en una acusación de maniobra presupuestaria que no configuraba crimen. Claro, en aquel entonces nadie sabía que muchos de los cientos parlamentarios que juzgaron y condenaron a Dilma estaban, ellos sí, citados en las listas entregadas por OAS y Odebrecht, como receptores de dineros ilegales en sus campañas -aunque las listas ya existían, pero la información solo se hizo pública en abril de este año-. Esos tipos votaron en contra de Dilma alegando que luchaban contra la corrupción. Ahora, muchos de los carrascos de la ex presidenta están respondiendo a procesos, y otros siguen pegados al discurso anticorrupción del año pasado -algunos por convicción, aunque también hay los que se ven rehenes de sus palabras mientras tratan de justificar un viraje para defender a los colegas de partido que fueron involucrados-.
La movida religiosa
Como pasa todos los años, siempre días antes del gay parade, las iglesias evangélicas convocaron la llamada Marcha Para Jesús, llevando casi dos millones de personas a las calles de las principales capitales del país. Sin embargo, la de este año no tuvo como blanco principal el rechazo a las demandas LGBT (que también convocaron a millones este domingo), sino que el apoyo a Temer.
De forma oficial, los únicos partidos que no han abandonado a Temer -además del PMDB, el partido del presidente- son el PSDB de Aécio Neves y los tres que constituyen la llamada “bancada de La Biblia”. Son ellos el PR (Partido de la República), PRB (Partido Republicano Brasileño) y el PSC (Partido Social Cristiano), los tres ligados a iglesias evangélicas que incluso son representadas en el parlamento por pastores-diputados. Alguien podrá pensar lo siguiente: “si eso es así, si hubiera en Brasil un tipo como el pastor Soto, podría fácilmente llegar al parlamento”. La respuesta a eso es que sí, y de hecho hay algunos casos.
La Marcha Para Jesús, convocada por las iglesias, también es acompañada por los pastores-diputados. Este año, el enfoque de la caminata estaba en la necesidad de bendecir al presidente y sus reformas neoliberales sobre el sistema previsional y el código laboral.
A través de los evangélicos, Temer juega su carta más arriesgada, aunque quizás poco exitosa: una encuesta realizada por un grupo de estudios ligados a la Universidad de São Paulo entre los que marcharon en esa ciudad apuntó que 72% de los que participaron no están de acuerdo con la reforma previsional, y los que rechazaron la reforma laboral fueron 61%.
Al menos por ahora la campaña no ha tenido resultados, visto que incluso la desaprobación a Temer sigue por sobre los 90%, pero los aliados evangélicos seguirán tratando de convertir mentes a su favor, con metas a mediano y largo plazo. Cuando habla con los empresarios el presidente usa un argumento que parece un chiste -de que él es el único con fuerza suficiente para impulsar las reformas- y la idea al tratar de ganar apoyo popular en el mundo evangélico apunta a hacer con que eso sea más realista
La movida judicial
Otro problema de Temer y de la derecha está en el avance de las causas en los tribunales. Mientras el foro de Curitiba sigue trabajando casi exclusivamente en los casos de Lula da Silva, en la Justicia Federal se han tratado dos temas principales: 1) las listas de OAS y Odebrecht, y 2) las grabaciones de los empresarios Joesley e Wesley Batista, en la que incriminan a Temer y al senador Aécio Neves en casos de corrupción.
Hace dos semanas, el presidente tuvo una pequeña victoria, cuando el TSE (Tribunal Superior Electoral) decidió, por 4 votos contra 3, que la victoria electoral de la fórmula Dilma-Temer no registró delitos de financiación irregular. Lo curioso es que el voto definitorio fue del ministro Gilmar Mendes, el que impulsó la causa. Antes de ser miembro del STF y presidente del TSE, Mendes fue abogado del ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (PSDB) y es un conocido aliado de la derecha en los tribunales. Su decisión de apoyar a la causa contra la fórmula Dilma-Temer, movida por el senador Aécio Neves se dio cuando Dilma era la presidenta, lo que explica por qué cambió su apreciación tras el traspaso de mando en el Planalto. Otro dato curioso es que en una de las grabaciones entregadas hace un mes por los hermanos Batista, Aécio confiesa que su intención al denunciar a Dilma en aquel entonces era solamente crear una molestia más a su gobierno.
Sin embargo, en el STF, donde Mendes no es el presidente sino que solo uno de los once ministros, las cosas no son tan fáciles para Temer, sobre todo porque el ministro relator de la causa Lava Jato, Edson Fachin, no le es tan simpático. Algunos medios de prensa han denunciado que Temer habría pedido a la ABIN (Agencia Brasileña de Inteligencia), que hiciera un seguimiento al ministro relator, lo que fue desmentido por el Planalto, aunque no todos creyeron esa versión. Nunca está demás recordar que Fachin heredó la causa Lava Jato del ministro Teori Zavascki, quien falleció en un accidente aéreo pocos días después de ser elegido como relator de la misma, por lo que ese tipo de información acaba emocionando a los más conspirativos -aunque la versión final de la investigación del accidente haya descartado participación externa-.
De todas formas, se supone que Mendes no es el único ministro favorable a Temer en el STF, como también Fachin no es el único que está en su contra. Aunque igual el presidente todavía tiene tiempo hasta que sus casos sean apreciados por los magistrados.
Quien está más complicado, al menos en esta semana, es el senador Aécio Neves. Alejado de su cargo desde que se descubrieron las grabaciones de los hermanos Batista. El caso de Aécio sería revisado este martes (20/6), a pedido de su defensa, que solicita que el senador pueda retomar su cargo y al mismo tiempo el foro privilegiado. En el caso de que sufra una derrota, el político podría tener su prisión decretada preventivamente, y se especula que el fiscal general, Rodrigo Janot, estaría esperando solamente esa decisión de la corte para saber si es posible o no este pedido.
Sin embargo, la resolución de la corte este martes fue una señal en favor de Neves, una vez que junto con postergar la decisión resolvieron en favor de su hermana, la periodista Andrea Neves, quien se encontraba detenida y ahora cumplirá arresto domiciliario total.