Frente a la oportunidad de un giro histórico: Los desafíos del Frente Amplio
Las candidaturas del Frente Amplio, tanto de Alberto Mayol y especialmente la de Beatriz Sánchez, se han instalado como una fuerza gravitante en la política chilena, despertando un optimismo que percibe cada vez más cercana la posibilidad de competir en una segunda vuelta presidencial, e incluso llegar al gobierno. A su vez, la crisis de legitimidad de los partidos, de los grupos económicos, de la política, ha abierto una fisura en el sistema hegemónico actual, capaz de ser representado por personas comunes, ciudadanos, críticos e independientes del poder político y empresarial dominante.
La crisis, en tanto, se mantiene abierta porque el modelo neoliberal no ha sido capaz de cumplir la promesa de bienestar y progreso, cargando un profundo malestar que ha hecho cada vez más insostenible la vida de las personas, y que el sistema político no ha podido resolver. El endeudamiento, la explotación y el mercado en todas las áreas de la vida la ha precarizado sosteniblemente durante las últimas décadas, pero no ha aparecido ningún proyecto de sociedad alternativo con la fuerza para reemplazar el actual.
Para que esta posibilidad se vuelva real, no basta con ahondar en la fisura, ni en la deslegitimación de lo viejo, tampoco basta un programa anti-corrupción, sino que es necesario a la vez la construcción de lo nuevo. Eso nuevo hoy palpita en Beatriz Sánchez -nuestra candidata para el Frente Amplio- pero no termina de consolidarse. Para lo nuevo se requiere de un proceso de democratización profundo, de una redistribución justa de las riquezas, de una nueva ética en la acción política y la reconstrucción del tejido social de nuestro país.
Así como el Frente Amplio se intenta consolidar, las demás fuerzas políticas también lo han hecho. El Partido Comunista hoy no es sólo el partido político más grande de Chile, sino que además ha procurado ser el partido articulador del bloque de partidos que constituían la Nueva Mayoría, liderando la crisis del conglomerado después de la derrota interna del laguismo, que causa la salida de la Democracia Cristiana. La exclusión de la DC de la Nueva Mayoría es significativa para el escenario actual, pues configura el fin de un tiempo político en que la hegemonía y relevancia del espectro político estaba puesta en la centroizquierda. El ideario de la DC ya no halla domicilio en el conglomerado que antes fuera la Concertación. Por esa razón, el espacio movimental del campo político durante estas últimas semanas atiende no sólo a un re-ordenamiento electoral, sino político: se trata de la necesidad y urgencia de la instalación de un nuevo proyecto que permita superar la crisis actual. Por esta razón, se reconfiguran los idearios y nos acercamos a un momento que puede significar un rompimiento de carácter histórico para la política chilena.
El declive de la NM reconfigura el campo político chileno hoy en una nueva bipolaridad. Pero ya no se trata de una bipolaridad partidista ni duopólica sobre la gestión del poder, sino de proyectos en tensión: entre quienes pujan la mantención del orden neoliberal y entre quienes pujan su salida. En tanto, el lugar estratégico que históricamente ocupaba la centroizquierda en nuestro país pareciera ir quedando vacante.
Este escenario actual desafía al Frente Amplio a disputar el carácter histórico que tomará la fuerza de lo “nuevo”. La disputa no es sólo, por tanto, entre lo viejo y lo nuevo en simple, sino sobre el carácter de lo nuevo. ¿Cómo salir de la crisis de legitimidad que arrastró el malestar hasta esta crisis política?
Si bien el Frente Amplio hoy tiene la oportunidad y el desafío de avanzar de manera territorial y electoral hacia la construcción de un nuevo ideario para una nueva sociedad alternativa a la predominante, la definición de ese ideario en la actual situación política del país también lo tensiona internamente por la composición de las diversas fuerzas que lo constituyen. Habrá quienes se sientan tentados a reemplazar ese espacio vacante re-construyendo el ideario de la histórica centroizquierda, mientras habremos otros que apostaremos por terminar de horadarlo con el objetivo de refundar una política de nuevo orden.
Articular de manera sustantivamente amplia el diverso espectro de descontento y malestar en la sociedad será necesario para construir una fuerza que sea capaz de volcar el orden actual. Eso es lo que debe representar Beatriz Sánchez: la construcción de una nueva alternativa política que abra una opción real para grandes transformaciones mediante la articulación de una mayoría política, social y ciudadana, desde los organizados, pero también desde los desorganizados, desde quienes no encuentran aún -dada la precaridad de la vida- una opción real para la emancipación.