Debate Frente Amplio y mapuche invisibles
Cuando me enteré de que habría debate de precandidatos, y sobre todo del Frente Amplio (la esperanza de un nuevo comienzo o ciclo en la vida política del país), me animé y alisté para verlo. Sin embargo, confieso que me costó mantenerme lúcido. El horario en que fue transmitido dicho debate no es el mejor para gente de trabajo, que debe levantarse a las 6 am para comenzar la jornada laboral el siguiente día. Por eso, entre cavilando y despierto, quedé con la duda de si me había perdido algo.
Escuché de nuevo el debate al día siguiente (que es cuando escribo). Quería estar seguro de que lo que no había escuchado realmente no lo había escuchado. Y efectivamente así fue. Ninguno de los contendores mencionó palabra alguna en relación a la problemática etnonacional en Chile. Los mapuche no existen para los debatientes.
Siempre se puede decir que el periodista nunca preguntó sobre ese tema, lo que es cierto, pero entre los temas que se tocaron cabía hablar de los mapuche. Por ejemplo, pudo mencionarse al referirse a descentralización y regiones pluriétnicas en los hechos, pero no reconocidas como tal en el Estado por las elites nacionalistas estatales o chilenas (de derecha o de izquierda). Quedé desalentado, me fui a la cama anoche con un sabor amargo. Nuevamente los mapuche y sus problemáticas –sobre todo políticas, como el derecho a la autodeterminación de los pueblos- fueron invisibilizadas.
Cuesta creer que una problemática que afecta las vidas de más menos el 10% de la población en Chile -dependiendo del censo que se considere… a gusto del cliente-, pese menos que hablar sobre la marihuana, por ejemplo.
Yo no tengo problemas en aceptar que el quiera fumar lo haga o use cannabis medicinalmente. De hecho, en mi doble condición de ciudadano de dos países, voté hace unos años por legalizarla en el estado de Colorado, USA. Fue el segundo estado en tomar esa medida y terminó siendo un buen negocio. Genera grandes dividendos, permitiendo financiar hogares de indigentes –homeless- y otras cosas con las ganancias que produce la venta de la droga o medicina según el bando que la tipifique.
Ahora bien, la problemática mapuche y de los pueblos indígenas en general es una cuestión de corregir el racismo y la segregación histórica que practican las élites de la nación estatal hacia las naciones dominadas, y de derechos políticos a estas alturas ineludibles (desde el derecho internacional a la bendición de la idea por la Iglesia Católica en Chile así lo dicen). Es el derecho a la autodeterminación -en su versión interna- un valor universal al cual se le rinde culto. Se han peleado guerras mundiales por esto, la descolonización África y Asia tienen relación con este problema. Pero no se ha producido la descolonización de los pueblos indígenas, particularmente en este Chile conservador, racista y segregacionista. No se podrá producir dicha descolonización con políticos en la nación estatal, dominante y opresora, con mentes coloniales. El debate, al ignorarnos, al invisibilizarnos, evidencia lo justo de mi calificación para esos políticos.
Cuesta creer que a panelistas que aparecen como los más progresistas del escenario político de la sociedad estatonacional, les importe tan poco la problemática de las naciones dominadas y oprimidas dentro del Estado, como para dedicarle unos minutos siquiera. Cuesta creer que no tengan discurso para referirse a la necesidad y deber de construir una Araucanía, o mejor un Wallmapu plurinacional con estatuto y municipios con mayoría de población indígenas autónomos, como lo propuso la Comisión Descentralización el 2014 (un buen comienzo, un buen consenso, un buen punto de partida en cualquier conversación sobre el tema). Esa es una demanda legitimada en el mundo indígena y con aceptación en sectores de la población estatal (chilenos). Tanto el periodista como los precandidatos debatientes, miembros de esa nación estatal y de su nacionalismo estatonacional, nos han dado una buena muestra a los miembros de las naciones dominada y oprimidas de Chile de que les importamos tan poco. Siempre podrán corregir hacia el futuro, pero el gusto que dejaron en esta primera ocasión -y las primeras impresiones importan- es que para ellos somos invisibles. La izquierda sigue siendo estatonacionalista chilena. ¡Una lástima! Queda mucho por aprender.