La exposición Relatos que nos ofrece Andrea Breinbauer en el Centro de Extensión UC, podría ser perfectamente una gran obra de teatro o un cuento narrado en presencia de su autor. Se desglosa en piezas sueltas, en pequeños monólogos, todos conectados por un hilo conductor de un relato final que desconocemos.

Es una obra plástica y juega a convertirse en distintos géneros; sin embargo, no abandona un instante su nodo primordial: la pintura. Es con la pintura que la artista logra embriagarnos y adentrarnos en un mundo donde el arte se presta para escenarios que van más allá del pincel.

En el recorrido se presentan escenas sobre columnas que hacen de soporte a las obras. Si bien por mi parte, la apreciación técnica es desde la ignorancia, su aptitud se hace evidente, es asombrosa.

El hiperrealismo es quien gana en presencia, sin ser excesivo, quita el aliento y facilita la ensoñación que nos acompaña en la visita.

Breinbauer generosamente nos presta sus figuritas, sus pinturas gloriosas para ponernos los trajes que mejor nos calcen. Como si nos abriera un ropero gigante donde nos vestimos y desvestimos en el encuentro con su obra. Ingresamos a galaxias desconocidas donde llueven flores, donde somos seres solitarios, ancianos vigorosos, amantes despreocupados, jóvenes de la escena pop del momento; las posibilidades son muchas.

No podemos llamarles cuadros ya que las dimensiones quedan estrechas. Su obra se parece más bien, a ese instante en que alcanzamos a presenciar la ventana de enfrente, en el edificio contiguo y podemos ser intrusos de una fracción de vida de algún vecino; quedando ese instante congelado en el baúl de las imágenes robadas por el voyeur que nos habita.

Así, desde la entrada se engancha la mirada del invitado y ella se convierte en un elemento más, un objeto que junto a otros no podrá salir de la escena en el recorrido de la muestra. Deambulamos por las obras y nos encontramos al descubierto, porque no es sólo el talento y proceso creativo de la artista lo que está en juego, sino también se corre el velo para el visitante, y somos rápidamente convocados a ser un actor en Relatos, protagonistas en la ecuación.

Es en ese instante que sucede el encuentro, cuando presenciamos el resultado vivo cedido por la artista - que se topa respetuosamente con la subjetividad del espectador-, para mezclarse con nuestros secretos más profundos y sumergirnos en ellos.

Las distancias entonces se tensan y en un adentro-afuera sabe merodear por nuestra intimidad, quedando sus Relatos como algo propio a la vez que extranjero. Condición de borde, litoral para transitar por nuestros fantasmas y darle vida a las más sublimes emociones que nos acontecen.

Esto permite el trabajo del artista: remecer algo que toca nuestras propias marcas, nuestros propios enredos e historias.

Andrea Breinbauer escribe con pinceles. Y pareciera que los miles de universos que la habitan sólo pueden encontrar asilo en cada trazo de sus obras. No se me ocurre, personalmente,  elaboración más heroica de los poblados mundos de la mente y el corazón.

*La muestra se puede visitar en el Centro de Extensión UC, hasta el 22 de abril. Entrada Liberada.