La historia de Venus Rap: Un femicidio invisibilizado en Punta Arenas
Hay varias formas de entrar en esta historia. Si la cuento es porque me parece que está inconclusa, hay una pieza que aún falta encontrar. No sé si al contarla pueda acercarme un poco más a esa verdad que se cerró aquella noche. Es una historia que no tiene que ver conmigo directamente. Hasta hace cinco semanas atrás no sabía nada de ella. No había escuchado ni siquiera una palabra en relación a ella. Pero eso fue hace cinco semanas. Ahora el panorama ha cambiado y esta historia es mucho más mía que otras.
Ana María Arancibia Palma se levanta del suelo, apenas entiende lo que ha ocurrido. El dolor no la deja pensar. Da un paso, avanza, trata de apurarse, pero en sus condiciones no puede. En la noche logra ver sus manos manchadas con su sangre, empapadas de su sangre. Piensa en su hijo, piensa en lo que quiere hacer, piensa en que tiene pocos minutos. Trata de orientarse, de equilibrarse, no hay lugar para el dolor. Ana María cae. El pavimento frío golpea su rostro. Trata nuevamente de levantarse, piensa, recuerda, imagina, siente más frío en esa noche austral. Unos transeúntes corren a ayudarla. La llevan al servicio de urgencia. Doce horas después Ana María muere.
Ese podría ser el comienzo de la historia y podría ser toda la historia. Un crimen callejero como tantos. Pero esta historia tiene varias puertas de entrada: Ana María no es Ana María. Ana María es Venus Rap. Veinticinco años. Una mujer joven. Desde hace algunos años Venus Rap se convirtió en el referente del hip hop en Punta Arenas. De esta forma la historia abre dos puertas: la del hip hop y la de ser mujer rapera en Punta Arenas.
Han pasado dieciséis meses de su asesinato y las huellas de Venus Rap comienzan a notarse en la ciudad. Un mural la recuerda. Sus creaciones siguen dando vueltas, su voz, su protesta se puede seguir escuchando. Su nombre sigue girando en las tocatas. Su hijo la sigue recordando.
Quince meses después de su asesinato el tribunal dictó sentencia contra el único sospechoso. Un conocido de Venus Rap. Diez años en la cárcel. Alega inocencia. Dice que no tuvo nada que ver con el asesinato y que solo lo incriminaron para mostrar un culpable. Impactado por la noticia visitó a la familia de Venus Rap, el día después del crimen. Noches después visita el lugar donde Venus Rap fue atacada. Se cae al río, se quiebra una pierna. Semanas después la Policía de Investigaciones lo detiene. En la imagen se ve acompañado de dos detectives, camina apoyado en una muleta. Un taxista lo ha reconocido como el hombre que cruzó la calle aquella noche del crimen con una mujer, al parecer la llevaba a la fuerza en dirección al sitio del suceso. El taxista no duda.
He revisado el facebook de Venus Rap. El día de su asesinato, escribió cuatro veces. No era habitual en ella escribir tantas veces en un día. ¿Esto podría ser la pista de algo? No lo sé. Quizás funcionan ciertas formas de premonición o formas de afirmarse a la vida.
Después de quince meses su asesino ha recibido la condena. Nuevamente la historia podría quedar ahí. Pruebas incriminatorias. Relatos de cercanos. No tengo a la mano el expediente legal. Me gustaría revisar el detalle. Lo cierto es que Venus Rap se juntó con alguien esa noche, ese mismo hombre minutos después la llevó contra su voluntad y la apuñaló. La dejó tirada en el suelo creyéndola muerta. Según la prensa recibió puñaladas en el pecho, tronco y extremidades. ¿Por qué el crimen de Venus Rap no es reconocido como un femicidio? Simplemente porque su asesino no tenía ninguna relación sentimental y/o formal con ella. Nos quedamos cortos como sociedad. El machismo mata.
Las últimas semanas han traído a la arena de la discusión el feminismo, el machismo, el patriarcado, el aborto por tres causales, los defensores del status quo agitan sus biblias y escapularios. Posiciones políticamente correctas entrampan la discusión con tal de no pisar los pies a la Iglesia y a los poderes fácticos. El tiempo sigue girando y la música de Venus Rap aún se oye para quienes quieran oírla.