Madre de Antonia: “Para nosotros era muy lejano imaginar una tragedia así y hoy la tenemos en casa”

Madre de Antonia: “Para nosotros era muy lejano imaginar una tragedia así y hoy la tenemos en casa”

Por: Meritxell Freixas | 16.02.2017
El caso de Antonia Garros ha llenado las páginas de los medios durante los últimos días, pero poco se sabe de la historia de violencia que durante casi dos años vivió la joven hasta su trágico final. Familiares, abogados y expertos aportan una mirada en profundidad sobre el caso.

“Mamá, conocimos a un hueón que tenía cara de no tener alma”. Esa fue la impresión inicial –que dicen que es la que cuenta– que Antonia Garros tuvo de quien terminaría siendo su pareja, Andrés Larraín Páez, luego de conocerse por primera vez en un fiesta.

Las palabras quedaron grabadas para siempre en la memoria de Consuelo Hermosilla, madre de la joven de 23 años que la madrugada del 7 de febrero, en medio de una fuerte discusión con su pololo, se arrojó desde el décimotercer piso de un edificio en Pedro de Valdivia, Concepción.

Hay que retroceder hasta ese momento, más o menos un año y ocho meses atrás, para poder entender qué motivó a la joven a precipitarse por la ventana. “Al principio a ella no le gustó nada. No sé en qué momento eso cambió y le pudo haber llamado la atención”, dijo la mamá de la joven a El Desconcierto.

“Cuando me contó que estaba con él, le dije que no me gustaba, pero me respondió que había cambiado su percepción: ‘Ahora lo conozco’, me dijo”, agregó Consuelo.

Antonia estudiaba Gastronomía en el Inacap de Concepción. Vivía con su mamá, su hermana y sus abuelos. “Era buena para carretear, para salir, para molestar, desordenada... no hacía nada que no haga una niña de su edad hoy en día”, según su madre.

Fue así hasta que, seis meses después de haber iniciado su relación, algo en ella empezó a cambiar: “Yo sabía que no estaba bien, que no era feliz. Empezó a andar triste, se puso súper irascible. Se enojaba mucho conmigo sobre todo cuando le preguntaba. Cuando le decía '¿pasó algo con Andrés?' se indignaba y se encerraba en la pieza, totalmente para adentro”.

A pesar de que Antonia nunca admitió que sufría violencia y siempre justificó cualquier signo evidente de maltrato físico, la madre aseguró a El Desconcierto que pronto supo por lo que su hija estaba pasando. “De repente empezó a ser torpe: siempre tenía la piel morada y respondía ‘me pegué, me caí’”.

Para ella, la historia de violencia física y psicológica que vivió su hija presuntamente al lado de Andrés Larraín es el resultado de un “perfecto trabajo de joyería a nivel psicológico”. Mientras, por una parte, “la convenció de que era fea, tonta y que no servía para nada”, por otro lado, le reclamaba sus atenciones constantemente y ella se desvivía por atenderlas.

La venda empezó a caer de los ojos de Antonia el pasado mes de diciembre. En un nuevo y brutal episodio de violencia, Andrés supuestamente le lanzó una patada al estómago y la echó de su departamento. La presencia de testigos y de cámaras motivó –y obligó– a la muchacha a presentar una denuncia por lesiones ante Carabineros.

Según la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, entre el 2010 y el 2012, el 16 por ciento de las mujeres que se suicidaron en Chile inició un juicio por violencia de pareja en el Ministerio Público.

Sin orden de alejamiento

Como muchas otras víctimas de la violencia de género, Antonia no sólo enfrentó el maltrato de su presunto agresor, sino que también tuvo que soportar la ignorancia y el desinterés de un sistema que insiste en la necesidad de romper el silencio y denunciar los abusos contra las mujeres, pero después no responde en su deber de protegerlas.

“Allí empezó a deshincharse porque, por ejemplo, queríamos pedir orden de alejamiento y se nos explicó que al tratarse de un pololeo hasta la tercera denuncia de maltrato no podíamos hacerlo”, indicó Consuelo Hermosilla. “La Antonia sólo alcanzó a llegar a la segunda”, sentenció.

Sin medidas protectoras a su favor ni ninguna acción que denotara un mínimo interés por parte de la Fiscalía –que desde el día 9 de diciembre que se interpuso la denuncia nunca la llamó–, Antonia dio marcha atrás y a finales de enero decidió volver con Andrés, esta vez en secreto.

Nadie lo supo hasta que se conoció el trágico e injusto final de su historia.

[caption id="attachment_124971" align="alignnone" width="821"] / Facebook[/caption]

Sin noticias de los Larraín-Páez

Ni sospechoso ni imputado. Por ahora, testigo. Esa es la calidad con que, de momento, queda Andrés Larraín Páez, constructor civil de 33 años, que fue la pareja de Antonia hasta el día de su muerte.

Desde la noche de los hechos, la familia Garros Hermosilla no ha tenido noticias del joven, pero saben que salió de la ciudad. “Sus papás tienen casa en el sur y ahora se fue para allá, lo vieron llevándose sus motos en una camioneta”, dijo la madre de la joven fallecida.

Tampoco recibieron ningún mensaje, ni siquiera de condolencias, de parte de los Larraín-Páez, que ante la denuncia anterior sí se preocuparon de pedir que se bajaran las publicaciones de las redes sociales para, según Consuelo, “no manchar los apellidos”. Eso, porque el padre de Andrés es Hugo Larraín Prat, abogado del Banco de Chile en Concepción. “Era hasta por decencia que tendrían que haber hablado, porque la Antonia estuvo muchas veces en su casa, la conocieron y hasta le traían regalitos cuando viajaban”, apuntó indignada Consuelo.

La madre de Antonia está convencida de que el presunto maltratador de su hija “no pasará ni una hora en la cárcel” por el caso. Está escéptica. Sin embargo, activó todas las herramientas judiciales que están a su disposición para esclarecer los hechos y hacer justicia para su hija.

Para eso, la familia, que cuenta con el apoyo del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (Sernameg), espera “el resultado de las diligencias que tienen que ver con aclarar los hechos y con que se le tome declaración a quienes habrían estado en el lugar y que aún no habrían declarado”, indicó a El Desconcierto la abogada del caso Alejandra Espinoza.

Según publicó biobiochile.cl, entre las situaciones a pesquisar están “las grabaciones de las cámaras de seguridad del edificio que habrían sido borradas la mañana de este miércoles [8 de febrero] o el hecho de que la tercera persona involucrada no se haya considerado en el parte policial”.

El mismo medio reporta que, el fiscal del caso, Eric Aguayo, perteneciente a la Unidad de Delitos Violentos de la Fiscalía de Concepción y persecutor en casos de homicidios y parricidios, “dio la orden de investigar a la Brigada de Homicidios de la PDI, cuyo informe preliminar establece que no hay intervención de terceros en la muerte de Antonia”. Además, Aguayo también tendrá que vincular este caso con otra causa abierta por las lesiones que sufrió el conserje del edificio, de parte de desconocidos.

“Hasta lo que se sabe hoy sería un suicidio, pero la duda razonable de una situación en la que hay ciertas irregularidades que se sienten en el aire nos permite agotar todas las instancias para descartar todas las posibilidades”, planteó Espinoza.

[caption id="attachment_124972" align="alignnone" width="820"]antonia garros / Familia Garros-Hermosilla / Antonia (primera a la izquierda) y sus amigas[/caption]

Hacia una "Ley Antonia"

“No voy a escatimar ningún esfuerzo, estamos decididos a llegar hasta el final”, afirmó Consuelo Hermosilla a nuestro medio.

La familia cree que la muerte de la estudiante de Gastronomía tiene que ser la bencina para promover dos cambios fundamentales para la ley de violencia de género: tipificar como delito el suicidio inducido o suicidio femicida, e introducir la violencia en el pololeo en la ley 20.480, que sólo contempla el femicidio si la víctima “es o ha sido la cónyuge o la conviviente de su autor”.

La legislación considera a la mujer en un único lugar, que es la familia, pero el pololeo no es considerado como ‘familia’. Hoy en día hay un proyecto de ley en el que se está considerando la violencia en el pololeo, sin embargo, sigue siendo insuficiente porque se piensa sólo para jóvenes o adolescentes, siendo que una mujer de 60 años también puede pololear”, explicó la abogada de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, Lorena Astudillo.

Sobre el suicidio femicida, considerado delito en países como Argentina, la activista explicó que “es una categoría que existe, se ha investigado y consiste en aquellas mujeres que se suicidan, porque creen que es la única posibilidad de escapar de lo que están viviendo”.

La mamá de la joven está decidida a trabajar con los políticos que se le han acercado para promoverlo a través de la que ya bautizó como “Ley Antonia”. Según ella, “es un tema transversal” y “esto no le pasa a la gente que es tonta, que ve violencia, o que no tiene la familia al lado”. “Para nosotros era muy lejano imaginar una tragedia así y hoy la tenemos en casa”, ejemplificó.

El caso de Antonia recuerda al de la rancagüina Gabriela Marín, una parvularia de 23 años, madre de dos hijos que fue violada por tres sujetos en 2012 y que se suicidó luego de que los sospechosos quedaran en libertad mientras se investigaba el caso. Antes de morir le escribió una carta a su hermano: “Perdóname por no ser la hermana fuerte. Te pido que esto no se quede así. Haz que paguen”.

Para la abogada de la organización feminista, la única forma de combatir contra la violencia de género, en general, y los femicidios y suicidios femicidas, en particular es con la prevención:“Tiene que partir por la educación, sacar los estereotipos (…) y con la sociedad completa: hombres, instituciones, familias, escuelas y, por supuesto, las autoridades, podrían generar las políticas públicas para ello”, consignó.

Mientras el cambio y las propuestas aún no llegan, la familia de Antonia lucha por mantener vivo su recuerdo y evitar el olvido de una pérdida injusta, prematura y tortuosa. “No la voy a poder oler más, ni la voy a poder abrazar. Nadie me la va a devolver”, lamentó su madre en diálogo con El Desconcierto. “La hija era mía y a quien duele es a mí”, agregó tras un escueto silencio.

Eso es muy duro, hay que tener mucha entereza para poder pararse cada día, pero hay que hacer que la gente tome consciencia de todo eso y se acuerde”, agregó.

Y en eso está. De momento, para el próximo sábado en la noche la familia convocó a una velatón en la Plaza de Chiguayante, y para el 8 de marzo, en motivo del Día Internacional de la Mujer, iniciarán una campaña más extensa para exigir justicia.