De lo electoral y lo social: Los desafíos del Frente Amplio
El Frente Amplio es un hecho sin realizarse. La dialéctica de la frase pone en exposición la inminente existencia de un Frente Amplio que aún no se crea. Tantas columnas definiendo su función, tantos foros sobre su composición, tantos titulares sensacionalistas en la prensa, tantas alusiones por parte de sus integrantes: logramos describirlo tan bien que se nos hace imposible pensarlo de otra manera.
En muchas columnas, por no decir todas, se tratan muchas de las problemáticas que caen en el Frente Amplio, pero siempre se encuentran dos puntos clave en éstas: el Frente Amplio inmerso en lo electoral y el Frente Amplio que construye desde afuera. No solo con programas que se presenten cada 4 años en un panfleto con la cara del candidato, sino con proyectos que se realicen desde dentro y fuera de la institucionalidad con la gente; una nueva forma de hacer política, ¿será realmente nueva? Eso es decisión nuestra, debemos complementar el trabajo político con el social, buscando consensos y disensos en el diálogo que nos permitan realizar un buen análisis solucionado desde la inteligencia y el esfuerzo común.
Y es lo que Jean Paul Sartre nos comenta sobre su infancia: “Por haber descubierto el mundo a través del lenguaje, durante mucho tiempo tomé al lenguaje por el mundo”. Podríamos imaginarnos una ciudadanía comentando algo similar: “Por haber descubierto la política a través de las instituciones, durante mucho tiempo tomé a las instituciones por la política”. ¿Será el Frente Amplio ese nexo entre dos mundos?, ¿podremos encontrar el punto de encuentro entre el Congreso y el mundo social en nuestro discurso dialéctico? Debemos encontrarlo, ya que lo social y la política institucional nunca fueron cosas distintas, solo las separaron, ¿quiénes?, la Concertación y Alianza: decidieron alejarse de la realidad, pues no la entendían.
Pero el Frente Amplio en lo electoral y social tiene tres rivales, la Nueva Mayoría, Chile Vamos y la abstención. No solo debe disputar por tener mayoría en el 40% que votan, sino por lograr que el otro 60% se reencuentre con la política: No necesariamente desde la urna, no necesariamente desde la izquierda, no necesariamente desde el Frente Amplio. Ganar a la competencia es algo que ha ocurrido siempre, generar más competencia pareciera ser algo de ahora.
Pero el Frente Amplio es más que una herramienta, a pesar de que lo es, es un proyecto completo; de esos que son un punto de inflexión vital para los cambios que viviremos en el futuro, y, que, a pesar de ser original, no es nuevo. Evidentemente nunca ha habido otro Frente Amplio como el que se dibuja hoy en día en Chile, pero si experiencias similares, de las cuales debemos aprender y observar muchas cosas. Se habla del Frente Amplio de Uruguay, de Podemos en España, yo quiero hablar del Frente Popular de Estados Unidos.
Y es que los Frentes Populares eran la política que adoptó el comunismo en los años 30’ y 40’ en el mundo. Tenían varias características, y es que cada orgánica que componía al frente desplazaba sus proyectos ideológicos, y se unían para detener la avanzada del fascismo. En Chile no existen movimientos fascistas que representen un peligro real, pero si existe un neoliberalismo peligroso, que, desde las libertades individuales y económicas, es capaz de realizar las atrocidades sociopolíticas más brutales, vigilancia y control desde la libertad ilimitada, democracia liberal restrictiva y restringida y privatización de derechos sociales.
Marshall Berman nos narra la experiencia del Frente Popular de Estados Unidos en uno de los capítulos de su libro Aventuras Marxistas. Al inicio nos habla del sueño que nunca se concretó, donde, imaginando el paisaje del Frente Popular, nos hace imaginar uno de los tantos murales que apoyaban a la iniciativa, en su centro existía un “gran río de humanidad”. Y es que es una humanidad diversa, “masas anónimas de hombres y mujeres comunes, de cada ocupación (…), cada raza, color y grupo étnico, cada clase, excepto las muy altas, las de sombreros de copa. Los vemos justo cuando comienzan a encontrarse entre ellos, superando todas las barreras sociales que los han mantenido apartados o enfrentados, celebrando su vasta diversidad, pero reconociendo su condición común y sus esperanzas comunes para la vida y, con esta empatía, comprometiéndose a marchar codo con codo solidariamente (…)”.
El Frente Amplio deberá ser amplio no solo por estar conformado por varias organizaciones, sino por reunir a diferentes sujetos, fomentando nuevas prácticas en las que en las que la escucha será fundamental, no es un movimiento que proclame un sujeto revolucionario, sólidamente construido en forma previa, no propone una revolución encabezada por una clase, su convocatoria debe ser amplia y propone una revolución en la vida cotidiana, que encabecemos todos y todas los indignados en base a un proyecto común. Y como cita Berman a Paul Robeson en su libro: “Yo soy todos los que no son nadie y el nadie que somos todos". Este proyecto va más allá de una clase que sea vanguardia de nuestro proceso.
En el año 2011, algunos estudiantes pertenecientes a un sector social más acaudalado (no todos), protagonizaron movilizaciones estudiantiles. Constantemente atacados por sus cercanías con la izquierda y su proveniencia acomodada (que no es más que un prejuicio, ser de izquierda no amerita un voto de pobreza, es una opinión política, no una religión ascética), empujaron un proyecto y demandas que hacían sentido a gran parte de la población, sectores de trabajadores, estudiantes endeudados, o personas que no podían estudiar por falta de recursos. Algunos de estos dirigentes, constantemente criticados por su posición social, militan en movimientos que integran el Frente Amplio, en Estados Unidos ocurría algo similar. Y es que en el libro de Terkel, Working, logra captar historias de muchos trabajadores y trabajadoras de Estados Unidos, que durante el último tiempo empezaron a cuestionarse ciertas cosas sobre su trabajo, “Esta pregunta 'existencial', que según se dijo, no hace mucho, (…), solo interesaba a estudiantes de clase media mimados, resultó ser crucial para muchísimos trabajadores de todas las edades. No somos el Frente Popular, queremos ser el Frente Amplio, una experiencia nueva, una política renovada, fresca, inclusiva, participativa, efectiva, que promueve la dignidad y la libertad de la gente, que construye desde el diálogo, en los disensos y diferencias se construye su camino, no existen decisiones tomadas a cuatro paredes.
El Frente Amplio es único, pero no distante de otros proyectos anteriores, los cuales nos sirven para soñar de vez en cuando, sin calcar nada, tampoco reflejarnos en ellos, solo, y de vez en cuando, echar un vistazo, recordar que lo que algunos querían hacer ayer, nosotros los estamos haciendo ahora, esperando que nadie tenga que hacerlo mañana.