Las verdaderas razones detrás de la renuncia de José Antonio Kast a la UDI
“Renuncio por una convicción meditada, profunda, de que la política tiene que cambiar".
Esas fueron las palabras con que José Antonio Kast, diputado de la Unión Demócrata Independiente por el distrito 24, anunció su renuncia al partido que lo cobija desde 1996. Las declaraciones fueron emitidas la mañana de este martes en radio Bío Bío, donde el diputado se refirió a las razones que habrían motivado su salida de la tienda gremialista tras dos décadas de militancia.
Sus dichos fueron a propósito de una carta que el parlamentario publicó hoy y donde se refiere a sus diferencias con el rumbo que el partido ha llevado el último tiempo, en particular con la directiva encabezada con Hernán Larraín, con quien Kast ha discrepado y ha manifestado públicamente fuertes diferencias con la dirección que le ha dado a la colectividad fundada por Jaime Guzmán.
Pese a las palabras políticamente correctas hacia el partido y su militancia, donde el diputado señaló que su decisión fue fruto de una larga reflexión, Kast no dejó pasar la oportunidad de repasar a quienes -para él- propiciaron su salida: la actual directiva que encabeza el partido de la casona de calle Suecia 286. “No es porque esté molesto con Hernán Larraín, creo que es una gran persona”, afirmó al respecto, pese a su conocida discrepancia con el actual presidente de la colectividad.
En la entrevista, Kast criticó también a los llamados "coroneles" de la UDI, o como él se refirió, el "grupo controlador": Pablo Longueira, Andrés Chadwick, Juan Antonio Coloma y Jovino Novoa. Junto con eso, agregó que "es un error seguir perdiendo la identidad", en referencia al apoyo explícito del partido a una eventual candidatura presidencial de Sebastián Piñera, en desmedro del establecimiento de un candidato propio.
"Esperaba que entendieran que es la UDI la que necesita una renovación", dijo.
“Hay personas que sí han sido exitosas, pero que tienen que darle pasos a otras personas (…) No puede ser que siempre los mismos tomen decisiones”, disparó.
Kast no se cerró a regresar a la UDI, pero para que aquello ocurriera “tendría que haber muchos cambios profundos en el partido”, explicó.
Por último, el diputado aseguró que "mi aporte a la UDI ya no es valorado y tengo que dar un paso al costado. No me voy de la derecha, sigo manteniendo mis principios, mis ideales, creo en el mercado, en el mérito, en la propiedad privada, no me cambio de domicilio".
La renuncia de Kast ocurre en un momento de descrédito de los partidos políticos chilenos, donde figuras anclas de los diferentes referentes y colectividades han renunciado: Cristián Labbé abandonó la UDI acusando deslealtad, Pepe Auth dejó el PPD por fuertes diferencias con la directiva, Felipe Saffirio dejó la DC y recientemente -y pese a no ser un partido propiamente tal- Gabriel Boric salió de Izquierda Autónoma.
Puedes leer la declaración completa de Kast a continuación:
Santiago, 31 de mayo de 2016
Estimados amigos,
Aunque en el último tiempo me he detenido a conversar personalmente con muchos de ustedes para explicarme y fundar mis razones, creo que todavía hay algunos que no saben y se deben estar preguntando por qué he tomado la decisión de alejarme de la UDI. Merecen una explicación y quiero exponerla a través de estas líneas.
Lo primero que me gustaría decirles es que hoy renuncio a la UDI, pero jamás renunciaré a los ideales y principios por los que he dedicado mi vida a la política, valores que estoy convencido que muchos compartimos y por los que hemos luchado juntos.
Mi renuncia la hago en este momento, porque ésta no obedece a una reacción de indignación ni está vinculada a ningún acontecimiento coyuntural, sino que es fruto de una larga reflexión que me ha llevado a la convicción de que simplemente es lo que corresponde hacer.
Todos sabemos que la UDI tenía que cambiar para retomar el camino y así volver a motivar a sus militantes, adherentes, simpatizantes y, por supuesto, a un electorado que, tanto el partido como la política en general, ha maltratado a través de los años.
Existía el acuerdo de convocar a un Consejo General en mayo de este año, donde se discutiría la conveniencia de renovar la actual directiva. Personalmente, he sostenido que la renovación total con nuevos liderazgos daría una señal potente de cambio de rumbo, especialmente si quienes han conducido a la UDI por todos estos años eran capaces de entregar esa conducción. Esto me mantenía con una llama de esperanza. En el fondo de mi corazón quería creer que todavía podía servir para algo todo aquello por lo que he trabajado durante los años que llevo comprometido en la política desde la UDI.
Cuando le negué a Hernán Larraín mi apoyo para que siguiera a la cabeza de la UDI, tenía la esperanza de que él y todos comprendieran que era una opinión política fundada en la convicción del comienzo de un nuevo ciclo y que, por tanto, no se trataba de un ataque personal, porque creo que él es una gran persona. Esperaba que entendieran que es la UDI la que necesita una renovación, que pasa por cerrar esta etapa, para dar paso a un Nuevo Ciclo como partido que pretende influir en el futuro del país.
Tenía la esperanza de que los jóvenes, por los que me he jugado y he llegado a tener grandes peleas para hacerles un lugar, entendieran la responsabilidad histórica y coyuntural que les correspondía asumir al hacerse cargo de la conducción del partido, porque la UDI necesita de su vitalidad y la fuerza de sus ideales, así como Chile necesita una nueva UDI, con una nueva energía y con una nueva manera de ver y hacer política.
Comprendo que hay estrechos lazos de amistad y de familiaridad que hacen difícil confrontar un status quo en el que aparecemos todos involucrados, especialmente si se invoca la “experiencia”, que naturalmente las personas mayores tienen respecto de las menores. Pero lo más arduo es confrontar actos y actitudes cuando esto aparece o se experimenta como una “amenaza” y “una grave falta” a la lealtad debida. He vivido muchas veces las consecuencias de esta confrontación, junto a algunos de ustedes que han querido acompañarme.
Pero para mí, la LEALTAD es un valor intransable e involucra todos los ámbitos de la vida. Ser amigo o familiar significa también ser honesto a la hora de plantear auténticamente lo que uno piensa, tanto en lo que se está de acuerdo como en lo que se discrepa, mirando siempre el bien superior y de colaboración que convoca un proyecto de amistad, de familia y mucho más si se trata de un partido político o de un proyecto país.
En el tiempo que llevo militando en la UDI, he tratado de desempeñarme siempre siendo fiel a mi palabra y planteando abiertamente mi apreciación política de los acontecimientos que afectan a la UDI y al país. Es así como no podía permanecer indiferente cuando sentí que la UDI a la que yo entré comenzó a alejarse de su proyecto fundador, de su base fundamental, y que lentamente se transformó en algo muy distinto, dominada por un afán de “ser el partido más grande” a cualquier costo. Y ese costo lo hemos pagado: dejamos de hacer aquello para lo que éramos buenos y que fue lo que nos hizo grandes; dejamos de formar a nuestra gente y dejamos de formar parte de la gente. Dejamos de destinar tiempo a preparar candidatos que entendieran de qué se trataba pertenecer a la UDI. Dejamos de corregirnos cuando nos equivocábamos, dejamos de reconocer nuestras equivocaciones y dejamos de enmendar. Dejamos de crear espacios reales de participación y de entregar espacios de protagonismo a las nuevas generaciones, ahogando la motivación de muchos de nuestros jóvenes, no previendo que, tarde o temprano, es necesario entregar el testimonio en la posta de los cargos. Dejamos de transmitir las ideas que defendíamos y el por qué las defendíamos e incluso empezamos a transarlas a cambio de popularidad. Dejamos, en fin, todo lo que inspiró y dio tanta fuerza al origen de la UDI.
El Consejo que se realizaría en mayo, no se llevó a cabo. Se respaldó la continuidad de la actual directiva y los jóvenes están legítimamente avocados a asumir su responsabilidad dentro de las formas establecidas. Pero en mí se apagó la llama de esperanza de renovar la UDI. Porque creo que son estas “formas establecidas” las que han ido ahogando el “fondo” de la UDI, lo cual ha sido permanentemente mi ocupación y preocupación.
Ciertamente, ha resultado doloroso y difícil hacer este análisis para llegar a esta conclusión, porque esto significa confrontarme a mí mismo y darme cuenta que, todo aquello por lo que he luchado, sigue impulsando mi corazón a trabajar con firmeza, paciencia, humildad y perseverancia, porque creo que el país lo necesita. Sin embargo, por todo lo que he planteado antes, me doy cuenta que mi lugar no está aquí, que he perdido el sentido de pertenencia a la UDI y por esta razón es que presento formalmente mi renuncia. Espero, de todo corazón, que logren sus propósitos, pero es necesario que lo que se dice, se haga.
Me llevo en el corazón cada conversación, cada encuentro y desencuentro, cada experiencia que me ha hecho crecer como persona y que me vuelve a dar sentido de por qué estoy en política. Por eso, también quiero decirles que esta decisión no es en contra de la UDI, sino a favor del país.
Les agradezco todo a todos, hasta las críticas más acidas, las pequeñas o grandes incomprensiones y los juicios injustos, pero muy especialmente agradezco la simpatía y la amistad que muchos de ustedes me han brindado en forma incondicional y sincera y que han hecho de este tiempo algo indudablemente enriquecedor.
Hoy inicio un nuevo camino, una nueva etapa, como ya dije, UN NUEVO CICLO, con las convicciones de siempre, pero con la esperanza de darle a Mi Chile más capacidad de influir en su futuro.
Se despide con afecto
JOSÉ ANTONIO KAST RIST