Carabineros y movimientos estudiantil o de cómo la dictadura aún se encuentra inserta en las instituciones de orden
Recientemente hemos observado las imágenes que ha dejado la marcha no autorizada en Santiago. Imágenes violentas de enfrentamientos entre estudiantes y Carabineros, espacios públicos devenidos en campos de batalla.
No es el centro de este artículo cuestionar si es que existe o no justificación respecto del actuar de algunos estudiantes en el contexto de esta movilización, tampoco consideramos necesario establecer una apología a la violencia sin comprender contextos como si esta fuera una cuestión convertida en esencia de los movimientos sociales. No buscamos debatir respecto de esto, básicamente, porque las discusiones que se generan entorno a esta temática terminan cayendo en un debate estéril, donde por una parte se encuentran los buenos y en la vereda de enfrente los malos, dejando a un lado las razones políticas que hay de fondo entre el rol de las instituciones y por otro lado los repertorios de protesta de la acción colectiva.
Lo que buscamos reflexionar en este breve escrito es mencionar una preocupación que desde hace un tiempo nos aqueja como participantes de las movilizaciones sociales. Luego de los acontecimientos ocurridos el pasado 21 de Mayo en Valparaíso, que terminan con la muerte de un trabajador, se ha comenzado a generar un debate importante en el campo político que ha repercutido en la denominada “opinión pública”. Antes de continuar, es necesario dejar en claro que el hecho sucedido en el puerto es repudiable desde todos los puntos de vista y bajo ningún aspecto es justificable.
Posterior a la cuenta pública y a los hechos mencionados, sale a la luz una declaración del General director de Carabineros Bruno Villalobos, qué entre otros aspectos menciona dos puntos que son de particular relevancia y requieren de una lectura un poco más lenta.
La declaración y sus implicancias políticas
“(…) basta ya de poner siempre en tela de juicio a los carabineros. Nosotros ponemos el pecho a las piedras, las balas, los fierros y al final siempre encuentran un pero.” Con estas palabras el General Villalobos deja en claro que el accionar de las fuerzas policiales no debería ser puesta en tela de juicio por los diferentes abusos que han salido a la luz en el último tiempo, exculpándose del uso indebido de la fuerza contra estudiantes, trabajadores y diversos movimientos sociales.
Lo preocupante de esta declaración es que, el General, olvida lo que sucede en la Araucanía con invasiones a Comunidades Mapuche de forma violenta que gracias a medios de comunicación alternativos, podemos ver y comentar, ya que como muchos han dicho existe un cerco comunicacional con el mal llamado conflicto chileno-mapuche. Pero volvamos al análisis de este punto de la declaración. El accionar de carabineros no ha sido puesto en tela de juicio por el poder político, sino tan sólo ha sido cuestionado cuando los usos excesivos de fuerza los han expuesto a escrutinio público de la sociedad civil. Cabría preguntarnos ¿Realmente Carabineros está buscando tener menos regulación y menos trabas en sus operativos contra los movimientos sociales? Esto nos parece oportunista por parte de Carabineros dado el contexto del 21 de mayo, pero también debido a que constantemente el Ministro Burgos entrega su apoyo de manera tácita o implícita a las acciones de las fuerzas armadas y de orden, es más, luego de esa declaración el mismo Ministro del Interior procuró dar un respaldo público a estas declaraciones. En consecuencia ¿Qué buscan? ¿Actuar sin regulaciones? ¿Autonomizarse de los poderes estatales y generar políticas y operativos propios? Cualquiera sea la reflexión realizada por Villalobos antes de emitir este documento sólo genera suspicacias en la sociedad civil, puesto que los cuestionamientos a la institución, por parte de la ciudadanía, son constantes y repetidos.
Pero la declaración no termina ahí, continua señalando que: “(…) acá no fallo la inteligencia policial, al morir un trabador, que es padre de un carabinero por acciones de delincuentes, el que falla es el país, las familias que no ejercen su rol de autoridad para frenar a estos individuos que perdieron el respeto a la vida.” Sumado a lo anterior, con la búsqueda del fin de los cuestionamientos, es que además ofrecen soluciones políticas ligando la violencia con un hecho íntimamente privado, la vida familiar.
Estas palabras que parecieran ser menos graves sólo demuestran que la cúpula de carabineros está generado posiciones políticas públicas que cuestionan el rol de las familias como instituciones de socialización primaria, como si no estuvieran haciendo la pega, como si los problemas de frustraciones, rabia, generada por un modelo político y económico excluyente, tiene raíces en la vida privada y no en problemas de materia pública.
Es necesario aclarar que los movimientos sociales “clásicos” nacen por problemas que no han sido resueltos en el mundo social, por carencias. Algunos teóricos de los países centrales (Europa principalmente) han dicho que existen nuevos movimientos sociales, que estos surgen en búsqueda de identidad, de reconocimiento, etc. Sin embargo, en países periféricos de capitalismo dependiente, como el nuestro, existen un sinnúmero de problemáticas y necesidades por parte de los sectores populares que han sido arrebatados, por ende, podemos decir que estas dos formas de comprender la acción colectiva conviven, pero la interpelación al Estado es una característica fundamental de los grupos organizados como movimientos sociales. Mencionamos esto porque queremos resaltar el carácter público y político que tienen los repertorios de protesta utilizados por los estudiantes, trabajadores y diferentes sectores que han salido a la calle. Pensar que la socialización primaria, es decir, la educación que entrega la familia a los hombres y mujeres del país está fallando, es no entender nada de porque han surgido las demandas estudiantiles, las críticas al sistema de pensiones, la exclusión que provoca el modelo político y económico, las formas de actuar de los sujetos es equivalente al nivel de exclusión vivenciado por los mismos.
Volvamos al punto, la posición política de carabineros es: menos cuestionamientos y más represión, puesto que las familias no cumplen su función educativa. Esta fórmula, que probablemente agrade a Burgos, no es la más extrema puesto que ya han salido voces de la derecha y diferentes poderes fácticos que han llegado al extremo de proponer que las manifestaciones sean resguardadas por los militares. Esperemos que estos delirios de los personeros de la derecha no sean escuchados por los sectores más conservadores de la Nueva Mayoría.
Finalmente, nos queda una situación más que sumar a este panorama, el contexto en el que se da esta declaración y la idea de los militares resguardando la propiedad privada y pública en las manifestaciones. La grave crisis de legitimidad que sufren las instituciones busca ser saneada, así salvaguardar los intereses del bloque en el poder. Los casos de corrupción han deslegitimado a los partidos tradicionales (y no la política en general como dicen algunos, puesto que esto también incluiría a los movimientos sociales que han demostrado, en el último tiempo, estar más vivos que nunca) dejando abierta las posibilidades de una “irrupción plebeya” en los organismos públicos o peor aún, continuar aumentando la crisis hasta el punto de que sea irreversible y devenga crisis orgánica. Por ende estas propuestas, y la preocupación de exigir actuar sin regulación de carabineros, preocupan, ya que si esta situación se agudiza, tendremos que ver a militares en las calles defendiendo los intereses las clases dominantes, pero también, respaldando, por omisión, las relaciones entre empresarios y políticos.
Reflexiones finales
El poder militar y el poder civil en la historia de nuestro país nunca han tenido buenas relaciones, sin embargo, urge que se avance en conquistas democratizadoras al interior de las fuerzas armadas y de orden, para que este tipo de declaraciones no tengan cabida en una sociedad democrática ya que no se puede justificar los excesos de violencia, ni tampoco perfilar un accionar de carabineros sin cuestionamientos.
No podemos dejar de mencionar el espectáculo mediático en el que lamentablemente se ha visto envuelto la muerte del trabajador porteño, ya que esta ha sido utilizada para justificar y lavar la imagen de políticos y fuerzas armadas y de orden que comienzan a mostrar una cara pública, que nos recuerda los oscuros años de la dictadura.