Marea Roja en Chiloé... sólo la punta del iceberg

Marea Roja en Chiloé... sólo la punta del iceberg

Por: Lester Chavez Campbell | 11.05.2016
¿Es la marea roja lo que genera el actual problema en la Isla Grande de Chiloé?. Creo que no, por mucho que intenten justificar y reducir desde la dominación conceptual indicando que los pescadores están equivocados respecto de su sospecha que el vertimiento de ejemplares de salmónidos en descomposición fue la causante de la problemática.

Todo problema es en estricto rigor un sistema de problemas. Asimismo, toda problemática socio – económica tiene un contexto territorial e histórico. Por tanto, un problema no puede ser reducido a una determinada causalidad, dado, que todos, sin excepción, son multi-causales. En este contexto, ¿Es la marea roja lo que genera el actual problema en la Isla Grande de Chiloé?. Creo que no, por mucho que intenten justificar y reducir desde la dominación conceptual indicando que los pescadores están equivocados respecto de su sospecha que el vertimiento de ejemplares de salmónidos en descomposición fue la causante de la problemática.

La posibilidad que los salmones en descomposición sean los causantes de la marea roja está directamente relacionada con la distancia a la que fueron vertidos. Si esta distancia de vertimiento fue según lo autorizado por la autoridad marítima, es decir, a unas 75 millas marinas (139 kms) desde la costa, la probabilidad que influya en la marea roja es prácticamente nula. De hecho, según lo indicado la marea roja se inicio en el mes de marzo en Aysen y avanzó hacia el norte. No obstante, hay una serie de relatos que indican que esta restricción en el vertimiento no se cumplió.

Desde la perspectiva actual la marea roja en Chiloé se inició días previos a la semana santa, fecha en la que aumenta exponencialmente el consumo de marisco en el país, por lo que con la presencia de este afloramiento de micro-algas nocivas se prohibió la extracción en vastos lugares y zonas históricas de extracción del archipiélago de la Isla Grande, lo que generó una severa contracción de la renta de los centenares de pescadores artesanales que viven de la extracción de mariscos. Merma en los ingresos que se mantiene hasta la fecha. De hecho, la Resolución N° 600 (04 abril 2016) de la SEREMI de Salud de la región de Los Lagos, prohibió la extracción de mariscos en la zona comprendida prácticamente en toda la franja costera de la región.

No obstante, si bien este fenómeno se registra hace centenares de años, el que se está produciendo actualmente es el más extenso y de mayor gravedad en la historia de la Isla, y es solo la punta del iceberg. Revisemos un poco.

La principal transformación socio-cultural en la Isla de Chiloé ocurre con el arribo de la industria salmonera en la década de los 70’s. Este arribo fue gatillado por Japón, debido a la necesidad de éstos de generar un nuevo abastecedor de salmonidios a nivel mundial con el objeto de competir con los precios dominados por la industria noruega. Así, en 1980 se inicia el cultivo moderno en Chile, creándose en 1982 la primera empresa (Salmones Antártica S.A) y donde ya en 1994 la industria nacional se emplaza en el segundo productor mundial. Este aumento intensivo de la actividad de cultivo de peces en el sur de Chile (concentrado en aquel entonces en la decima región) implicó un esfuerzo descontrolado en la extracción de peces silvestres cuyo destino fue la industria reductora de harina de pescado (base de la alimentación de los peces) iniciándose con ello el colapso del mar nacional, de hecho, se estima que se requieren 6 kilos de peces silvestres para producir un kilo de salmón.

Actualmente, la industria salmonera está altamente concentrada, las principales empresas son; AquaChile S.A que se fusionará con Marine Harvest S.A, transformándose en el mayor productor salmonero en Chile con lo cual poseerán el 26% de las concesiones marinas y el 21% de la producción nacional. Donde, si adicionamos la producción de las empresas Mitsubishi, Multiexport y Los Fiordos la producción llega al 50% del total nacional.

Los cuestionamientos y el conflicto entre la actividad pesquera artesanal y la industria salmonera tienen varias aristas, entre estas:

Limitación de las zonas de operación a los pescadores artesanales

El articulo N° 67 de la Ley General de Pesca y Acuicultura establece que solo se puede otorgar concesiones o autorizaciones de acuicultura en áreas fijadas como apropiadas para la actividad, o las denominadas Áreas Aptas para la Acuicultura (AAA). Asimismo, la Política Nacional de Uso del Borde Costero establecida por el Decreto Supremo N° 475 (1994), incorporó el concepto de “zonificación”. Así, bajo estos marcos normativos en el año 2009 se crean los denominados “barios salmoneros” a partir de la Resolución N° 450 (2009) del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura. Estos, “barrios” se denominan actualmente “agrupación de concesiones”.

Estas, se crearon con el objeto específico de evitar la proliferación y propagación de enfermedades, como la crisis del virus ISA del año 2007 que casi acaba con la industria salmonera, es decir, no con criterios asociados a la conservación de la biodiversidad acuática, ni elementos asociados a las temáticas identitarias y culturales de los residentes de aquellas zonas. Asimismo, funcionarios del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura denunciaron que el Servicio no cuenta con el personal suficiente para realizar la fiscalización en tan extensas zonas.

Estas agrupaciones de concesiones generan un conflicto directo con la actividad extractiva de la pesca artesanal. La actividad acuícola se concentra en la zona de los canales de la décima, décima primera y décima segunda región del país, es decir, en los mismos lugares que históricamente han sido utilizados por los pescadores artesanales como caladeros históricos. Así, la operación de éstos ha sido restringida a ciertas áreas sin presencia de centros de cultivos. Asimismo, en muchos centros de cultivo no dejan acercarse embarcaciones artesanales por el riesgo que implica que éstas sean un vector de trasmisión de enfermedades, por lo que muchos dirigentes de la pesca artesanal reclaman que no han recibido apoyo de los diferentes centros de cultivo en condición de escasez de combustible y otras emergencias.

Imagen N° 1: Centros concesionados para la acuicultura en las regiones de Los Lagos y Aysen.

imagen 1

Fuente: Estay, M y Chávez C, 2015. Decisiones de localización y cambios regulatorios: el caso de la acuicultura en Chile.

Impacto ambiental y destrucción del fondo marino

La industria salmonera debe entenderse como una actividad que incorpora materia orgánica al agua a partir del alimento que no es consumido, las fecas de los peces, y el proceso metabólico de los ejemplares cultivados. Esta materia orgánica tiene múltiples efectos e impactos adversos en los ecosistemas marinos, que van desde el desiquilibrio de los procesos de nitrificación (reducción del amonio a nitrato) y la utilización del oxigeno disuelto del agua para la reducción de la carga orgánica. De hecho, se estima que con las 498 mil toneladas de salmón producido antes de la crisis del virus ISA, se habrían emitido 39 mil toneladas de nitrógeno y 5 mil toneladas de fósforo (considerando un 0,8 por ciento de fósforo y un 6,74 por ciento de nitrógeno, en el alimento) (Rehbein, N, 2011. Propuesta de metodología para la estimación del impacto económico de la contaminación del fondo marino por la emisión de alimento y heces de la salmonicultura).

Respecto del fondo marino producto de la acumulación del alimento no consumido por los ejemplares cultivados, se estima que la recuperación de éste demora entre 5 y 6 años, donde, bajo las balsas jaulas se acumula materia orgánica que reduce drásticamente la disponibilidad de oxigeno eliminando con ello la biodiversidad características de los sistemas acuáticos del sur austral de Chile.

Un elemento distintivo del modelo de negocio de la industria salmonera en Chile, a excepción de la que se desarrolla en otros países como Noruega, es que nunca se ha medida la capacidad de carga del ambiente acuático. La capacidad de carga del ambiente marino permite determinar un límite de producción acuícola, es decir, la carga máxima de peces que permita mantener ciertos parámetros ambientales considerados críticos para la conservación de la biodiversidad del ambiente (oxigeno disuelto, presencia y/o abundancia de la fauna bentónica). La capacidad de carga no se ha medido porque implica un freno al modelo expansivo de la salmonicultura en Chile, y por su puesto hay intereses creados, donde, actualmente avanza hacia aguas abiertas (off shore) y hacia el norte (novena y octava regiones) y extremo sur del país (decimo segunda región).

Además, hay una serie de problemas ambientales severos, como por ejemplo, el uso de antibióticos, escape de los ejemplares cultivados, eliminación de estructuras solidas y alteración del paisaje.

Presencia de Lobos Marinos

Si bien esto se relaciona con los efectos ambientales adversos, desde la perspectiva del ejercicio de la actividad pesquera artesanal es relevante y merece indicación aparte.

Todos los que hemos trabajado en la actividad pesquera artesanal, específicamente, en la captura de peces sabemos que la presencia y/o ausencia de lobos marinos determina el éxito en el esfuerzo realizado, ya que se asocia con la ausencia de ejemplares de peces objetivos de la actividad y/o la perdida de ellos desde los artes y/o aparejos de pesca al ser utilizado por estos mamíferos como alimento.

Lo relevante es que con la masificación de la actividad acuícola de salmones y truchas, en el sur del país han surgido una enorme cantidad de colonias de estos mamíferos, que dicho sea de paso están protegidos por Ley. Sin embargo, producto del problema que implica para la rentabilidad de un centro de cultivo en particular, son muchas las denuncias que en centros de cultivos se cazan ejemplares de estos mamíferos. De hecho, a modo de legalizar una práctica recurrente en centros de cultivo la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura autorizo una cuota de captura durante el año 2012.

Así, la abundancia de lobos marinos producto de la intensificación de los centros de cultivo de salmones en los canales australes del país, contribuye a acumulando poco a poco sentimientos adversos hacia la industria del salmón, producto de la competencia por el escaso recursos pesquero con estos mamíferos.

Condiciones laborales (buceo)

Una de las ilusiones que emite la industria salmonera en el sur de Chile para una gran cantidad de buzos mariscadores es la seguridad personal y estabilidad económica. Sin embargo, esta actividad es la que ha sufrido la mayor cantidad de muertes en faenas de mantención diaria en los centros de cultivo. La principal actividad consiste en la extracción de la mortalidad de los ejemplares muertos, para ello se sumergen hasta 40 metros. Además, reparan redes y hacen la mantención general de la estructura sumergida de un centro de cultivo de peces.

De hecho, se observa que sólo un 14% de los trabajadores que realizan faenas de buceo en la acuicultura presentan turnos de 5 días de trabajo y dos de descanso o 6 días de trabajo y 1 de descanso, que es la modalidad general de trabajo en el país. Una proporción considerable de estos trabajadores (34%) labora con turnos que implican sobre dos semanas seguidas de trabajo en las balsas, sin descanso. (Panorama Mensual de Seguridad en el Trabajo, julio, 2015).

Por otra parte, las principales enfermedades que se observan en este tipo de trabajadores son la descompresión o embolia. En esta enfermedad los buzos pueden mostrar infarto cerebral múltiple en las zonas fronterizas y terminales de las arterias cerebrales, otra enfermedad común es la otitis externa, esta se genera como resultado del submarinismo prolongado en aguas frías. Asimismo, la tasa general de mortalidad por accidente del trabajo durante el período 2010-2014 del país fue de 5,7 por 100.000 trabajadores protegidos. La tasa de mortalidad por accidente del trabajo para el mismo período en los buzos profesionales fue de 21,4 por 100.000, lo que indica un “exceso de riesgo” en relación con la población total de trabajadores del país. Los buzos tendrían similar riesgo al de los trabajadores de la minería que tuvo 24,0 y a los del transporte con un 21,2 por cada cien mil trabajadores. (Panorama Mensual de Seguridad en el Trabajo, julio, 2015).

Otro elemento a considerar es que los dueños de muchas de las principales empresas de acuicultura en el país, también lo son de las principales industrias pesqueras, entre estas: Bluemar Seafoods S.A, Camanchaca S.A y Los Fiordos Ltda.

A todo lo anteriormente expuesto, es relevante destacar el hecho que habitantes de la Isla Grande Chiloé sufren lo mismo que aquellos que viven en “zonas rurales” o pequeñas ciudades, es decir, el desamparo sistemático por una estructura estatal que tiende a acoger y concentrar los recursos en los grandes centros urbanos del país, utilizando metodologías de evaluación homogéneas  y sin distinción territorial. Aquello, explica que en algunas zonas de Chiloé no sea “rentable socialmente” la instalación de agua potable, medidas de disposición y/o tratamientos de residuos, educación y salud de calidad, etc.

Las manifestaciones de los pescadores artesanales de Chiloé obedecen a años de acumulación de hostilidades con el modelo expansivo de la industria salmonera concentrada e iniciada desde sus costas. Conflictos y antagonismos que se evidenciaron con la crisis del virus ISA del año 2007-2008, que de hecho llevo a modificar el artículo 80 de la Ley General de Pesca y Acuicultura, logrando con ello privatizar el mar a partir de la entrega de concesiones marinas a los bancos como medio de pago de la deuda acumulada de la industria del salmón por más de 2.500 millos de dólares y con declaraciones como las de Carlos Vial, gerente general de aquel entonces de la empresa INTESAL “levamos 20 años. Muchos llegamos aquí al sur, con lo puesto, y no tenemos ningún interés de irnos con lo puesto, que es lo que está pasando hoy día”  (Diario Llanquihue, 25 abril, 2009).

En resumen el conflicto del sur, es una arista del conflicto que desarrollan las localidades frente al avasallamiento del modelo económico y los grandes monocultivos (como el caso de las forestales), por tanto, no puede ser reducido solamente a la presencia y/o ausencia de la marea roja. De hecho, este fenómeno es la gota que rebalsó el vaso.