Nuevo reglamento de circos: Bachelet y Ottone especistas
¿En qué estará pensando la Sra. Bachelet y el Sr. Ottone cuando intentan expresar solemnidad, compromiso y fomento de las artes y la cultura, a través de la aprobación de un reglamento que va en total detrimento de miles de animales no humanos que estarán cautivos?, claro, con medidas que harán de ese encierro, de esa modalidad del holocausto contemporáneo, una prisión más amable, sin “malos tratos”.
Tal vez ya no tendremos a los infames Tachuelas haciendo a diestra y siniestra con algún elefante, no habrá monos capuchinos muriendo de inanición. Lo que tenemos es cultura y arte nos señalan Bachelet y Ottone, pero se trata de una cultura que huele a encierro, a zoocosis[1], a especismo, a cautiverio, a quejidos y llantos que no cesan de fugarse por entre los recovecos de la jaula. Por otro lado, las voces de Bachelet y Ottone nos hacen presente que esta iniciativa tiene un fundamento mucho más importante: “Debemos transitar hacia condiciones de dignidad para todos, sin exclusiones, en un ámbito tan importante como el trabajo”.[2] Lo poco que le queda de socialista a la Sra. Bachelet consiste en fomentar el trabajo de los trabajadores circenses, perfecto, muy bien, pero su sesgo antropogénico Sra. Bachelet, no la deja percibir más allá de lo que su profundo humanismo especista y antropocéntrico le da posibilidad: los animales que habitan esas carpas, para su comprensión, no son más que instrumentos de trabajo. La voluntad gubernamental dicta la inclusión de los trabajadores circenses para así alcanzar la tan preciada dignidad laboral, y para ello hay no hay que excluir a nadie. Bien lo saben los miles de animales incluidos dentro de este nuevo reglamento, mas, habría que matizar: incluidos en el sentido textual y material de recluidos, encerrados. Incluidos en tanto que objetos de exhibición y entretención. Inclusión que excluye al animal no humano de su entorno más natural.
Pocas personas no tendrán en su memoria algún recuerdo de una anhelada visita al circo que se asentaba en el potrero o el peladero de su ciudad, anunciando su llegada con alguna camioneta a medio andar en muchos casos, dependiendo de la situación económica del circo, que rodeaba cada una de las calles para invitar a niños y niñas, jóvenes y adultos a un entretenido espectáculo. Con algún esfuerzo logró rememorar las peripecias de un domador que tal vez las hacía también de tramoya, que con una que otra gracia lograba hacer que un burro infectado de una severa tiña, la que con malos resultados intentaba ser tapada con una tela de polyester, diera vueltas circulares sin parar por todo el escenario.
Este recuerdo podría multiplicarse en miles, en cada uno de los asistentes de esos circos que hace pocos años hacían y deshacían teniendo animales bajo sus carpas como cualquier objeto o cosa de la cual alguien es propietario. Animales que no tienen más vida que la de servir para el goce de una galería, un palco o una platea que cree hacer bien enseñándole a sus pupilos los animalitos de entretención. Hablo en pasado ya que durante los últimos años fueron muchas las jornadas en que diversas organizaciones animalistas o antiespecistas hacían lo más incómoda posible la estadía de cualquier circo que trajera animales en sus carrozas.
No hay duda del asombro que nos profieren esos cuerpos que, sin mayor esfuerzo, a simple vista, se deslizan por los aires al ras de los puntos más altos de la carpa. Cuerpos trabajados, cuerpos-máquinas, fabricados para que se desplieguen hábilmente. Cuerpos humanos. Cuerpos auto disciplinados que han decidido hacer de su vida un espectáculo. Aquí lo que no entienden ni la Sra. Bachelet ni el Sr. Ottone, ni tampoco los propietarios de circos con animales.Si aún los mataderos son templos sacrosantos inmunizados de los ojos y de la sensibilidad de cualquier política pública tanto de la Nueva Mayoría como de la derecha empresarial chilena, cuesta trabajo comprender cómo es que luego de que tantos grupos clamaran la prohibición de circos con animales, la política pública -esa que no pregunta ni consulta, menos incluye la voz de los que se preocupan del tema- de la nueva mayoría salga sonriendo exhibiéndose para proclamar los avances en legislación de circos nacionales como extranjeros. He ahí la diferencia Sra. Bachelet y Sr. Ottone entre ustedes, homo exhibicionistas, y los animales no humanos que tendrán que padecer un cautiverio ahora resguardado por un nuevo reglamento legislativo: a ustedes les encanta exhibirse mostrando los progresos de sus gobiernos humanistas, a ellos se les obliga exhibirse. Dado que la perfomance bacheletista no satisface ningún goce estético, serán los perros, leones, tigres, elefantes, monos, caballos, los que recompensen el desagrado de verlos por televisión.
Sra. Bachelet, Sr. Ottone y los que vengan, no les dejaremos en paz ni a ustedes ni a los propietarios de los circos con animales, y pronto será el día en que sean ustedes los que estarán detrás de los barrotes de las jaulas preparando vuestro acto para la entretención de muchos espectadores, pero pensándolo bien, no mal gastaría mi poco dinero si ya hemos tenido suficiente con el show que han montado durante estos últimos años.
[1] Regímenes de encierro como el zoológico o los circos, provocan en los animales cuadros patológicos de: automutilación, apatía y movimientos estereotipados como balanceos de cuerpo y cabeza constantes, pudiendo llegar hasta el suicidio. Revisar la investigación de Elige Veganismo https://www.youtube.com/watch?v=KL1c1lpsLd0
[2] http://www.cultura.gob.cl/institucionales/presidenta-bachelet-y-ministro-ottone-firmaron-reglamento-para-circos-nacionales-y-extranjeros/