TC y Reforma Laboral: Derribando el argumento de que la Constitución no es importante
Como todos sabemos, existen ocasiones en que las acciones develan más que los argumentos. Y también momentos en que lo que se hace contradice lo que se expresa. Es el análisis de la coherencia al que cada uno nos exponemos, pero mucho más, por cierto, los actores políticos. Aquellos que toman decisiones que a todos nos afectan.
Aunque estamos acostumbrados a que exista en ciertos espacios una tendencia inveterada a argumentar lo que sea en pos de los propios objetivos políticos (y de la ciudadanía a aceptar tales anti razonamientos sin chistar), hay situaciones puntuales que es necesario, en pos del fortalecimiento de la democracia, transparentar. Esas que hacen caer a pedazos aquello que algunos repiten como mantra, como divina revelación.
El último mejor ejemplo es el de la Reforma Laboral. Luego de perder en el Congreso la disputa por la titularidad sindical, Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente recurrieron al Tribunal Constitucional (TC) para que este dirimiera sobre lo que ellos señalaban una transgresión a los preceptos de la Carta Fundamental. Y el TC les dio la razón.
La postura de los partidos de derecha es legítima. Esto, en el sentido que no es incoherente que exista, como en otros países, una figura de control preventivo para que los legisladores se adecuen a la Constitución cuando legislan. Un órgano que puede ser perfectamente aceptable, si no fuera por el sistema de conformación de los integrantes de dicha instancia, que responde a estas alturas a un sistema de cuoteo en beneficio del duopolio Nueva Mayoría/Chile Vamos y que se nutre de otras normas muy bien amarradas: el sistema electoral, la ley de partidos políticos, etc. Porque el TC actual es víctima, también, del binominal.
Pero ese no es el punto de esta columna. Es, más bien, dar cuenta de que al momento en que la derecha recurre al Tribunal Constitucional confirma algo que ha venido negando sistemáticamente: que la Constitución sí es importante. Reconoce, con el solo acto, que en este cuerpo normativo están contenidos los principios que sustentan todas las leyes que nos rigen. Y muchas de ellas, creemos una parte importante de la población, que es fundamental modificar.
En el fondo, se ha develado la falacia del discurso inmovilista de la derecha y cierta Nueva Mayoría. Esa que apunta a que la Constitución se ha modificado lo suficiente y que ya no es problema. Que la Constitución no es importante, que son otros los problemas reales de la gente. Que, llegando ya a la caricatura, esa misma gente no come Constitución. Es cosa de revisar los fallos del TC sobre aspectos fundamentales, para tener en claro cómo afecta la vida cotidiana este importante cuerpo de principios, instituciones y procedimientos.
Ya lo ha dicho el abogado Fernando Atria: las reformas estructurales por las que Chile se ha movilizado develarán las trampas de la Carta Fundamental. Al no poder detenerlas en el Congreso siempre los celadores del statu quo recurrirán al Tribunal Constitucional. Porque, más aún, muchos saben que los elevadísimos quórum muy bien amarrados en la principal norma del país hacen difícil cambiar lo que realmente se tiene que modificar.
Así las cosas, no acepte que le digan que la Constitución no es importante. Argumento falaz que el fallo del Tribunal Constitucional ha echado por tierra una vez más.
Tan falso como ese que, para deslegitimar la Asamblea Constituyente, apunta a que da lo mismo cómo se cambia la Carta Fundamental, que lo relevante son solo los contenidos. Razonamiento de papel porque la democracia es, precisamente, una serie de procedimientos que legitiman la toma de decisiones.
¿Y qué decisión institucional puede ser más importante que definir la Constitución que nos regirá?