La disputa por la reforma educacional y la construcción de nuevas alternativas políticas

La disputa por la reforma educacional y la construcción de nuevas alternativas políticas

Por: El Desconcierto | 25.04.2016
En Izquierda Autónoma hemos definido como prioritario el conflicto educacional, siendo actores en su organización y dirección. Decisión que se reafirma con la marcha recién pasada, que demuestra como el movimiento estudiantil mantiene intacta su capacidad de convocar a la ciudadanía a soñar con un Chile diferente, donde al menos ciertos aspectos de nuestras vidas dejen de ser consideradas un negociado. A partir de lo anterior discutiré con algunos elementos expuestos por Rodrigo Ruiz en una Editorial de este medio.

Pese a las críticas oficiales y a los ingentes esfuerzos del gobierno por mostrar que la reforma a la educación ya está avanzada, el movimiento estudiantil volvió a dar una tremenda demostración de fuerza el jueves recién pasado al juntar cientos de miles en las calles para expresar su rechazo a cómo se ha abordado el proceso de reforma hasta hoy.

En Izquierda Autónoma hemos definido como prioritario el conflicto educacional, siendo actores en su organización y dirección. Decisión que se reafirma con la marcha recién pasada, que demuestra como el movimiento estudiantil mantiene intacta su capacidad de convocar a la ciudadanía a soñar con un Chile diferente, donde al menos ciertos aspectos de nuestras vidas dejen de ser consideradas un negociado.

A partir de lo anterior discutiré con algunos elementos expuestos por Rodrigo Ruiz en una Editorial titulada: "Se termina la obra gruesa, pero no hay nueva política".

En primer lugar, se plantea el carácter imposible de incidir en el curso de la reforma mientras no se transforme el carácter social del Estado. Pero precisamente el carácter social del Estado se juega en la existencia de espacios concretos no colonizados por empresariado, sino que sujetos al control democrático de la sociedad; la pelea general por derechos sociales versus Estado subsidiario. Y sin duda que hoy el Talón de Aquiles de la dominación en tal pelea es el modelo educacional. Dicho de otro modo: ¿en qué ámbito más que en la pelea por la reforma educacional es hoy posible transformar el carácter social del Estado?

Conquistar ciertos elementos de cambio en la reforma educacional sin duda no es una tarea sencilla. No tiene modo de serlo, pues significaría un hecho inédito en 40 años de permanente profundización neoliberal. Pero es la única manera en la que una fuerza emergente construye una posición de efectivo anclaje en sectores excluidos, pues es la manera concreta en que se proyectan hacia la política. La política no se juega en cuantas elecciones o cargos de representación; tampoco en cuantas marchas o dirigentes sociales. Se juega en nuestra capacidad de dirigir la fuerza social hacia transformaciones reales en la manera que se organiza la sociedad. Y un escenario de una reforma deslegitimada, un movimiento social vivo y un gobierno incapaz de conducir el escenario político, es particularmente interesante para alcanzar triunfos, aunque éstos sean parciales.

El llamado a transformar el carácter del Estado antes de poder hacer transformaciones se parece mucho a la versión más tradicional de la izquierda, que espera asaltar el Palacio de Invierno para empezar a transformar, dejando de lado la preocupación por disputar como la hegemonía se expresa en diversos ámbitos de la vida, y como expresar a las fuerzas vivas de la sociedad en tal desafío. Un proyecto histórico nuevo sólo podrá terminar de nacer si lo hace inmerso en los sectores sociales concretos que lo dotan de contenido, y este proceso no puede ser suplantado por ninguna orgánica político ni por ningún proceso electoral.

Esta discusión no es menor, pues el tipo de movimiento político que emerja es muy distinto dependiendo de cómo se decida expresar los intereses sociales hace tanto tiempo excluidos de toda decisión política. Nuestra posibilidad de portar un nuevo proyecto de sociedad, de no ser cooptados ni marginalizados, se juega en cada una de estas decisiones. El movimiento estudiantil llegó para quedarse, y de su lucha por una nueva educación seguirán emergiendo fuerzas propiamente políticas dispuestas a construir ese Chile justo, democrático y feliz que a tantos nos desvela.