El movimiento secundario a diez años de la Revolución Pingüina
La jornada del día Viernes comenzó destacando la toma del Liceo Manuel Barros Borgoño, realizada por sus estudiantes en el marco de la conmemoración de los diez años de la llamada "Revolución Pingüina". Este hecho es interesante para analizar la situación actual del movimiento estudiantil secundario. Y es que más allá de la visión que tengamos sobre la movilización del 2006 (y por qué no también, la del 2011) y de si constituye o no una verdadera revolución, nadie puede negar las consecuencias que tuvo, por ejemplo, para asumir la agenda educacional como prioridad, con objetivos ambiciosos al menos para el gobierno actual.
A pesar de esto, la lucha continúa por el simple hecho de que las demandas siguen en pie; ningún petitorio ha sido cumplido a cabalidad. Recordemos por ejemplo, el fin de la municipalización de la enseñanza (que recién será debatido este año), o la tarifa escolar gratuita en el transporte de la Enseñanza Media. Es por esto que nos seguiremos encontrando con movilizaciones estudiantiles de aquí a muchos años más, con justificada razón y justas demandas.
El problema viene cuando, a) los estudiantes no sabemos qué estamos pidiendo y b) no sabemos cómo pedirlo. Ejemplo de esto: las tomas que año a año realizamos con el fin de participar de la discusión política. Y digo que no sabemos lo que pedimos porque hace años que no planteamos ni presentamos un petitorio exacto en cuanto a las demandas, o porque gran parte de nuestros compañeros no saben por qué marchan o por qué están en toma cuando dicho período llega, y digo también que no sabemos cómo pedirlo porque, primero, seguimos realizando movilizaciones profundamente desgastadas, y segundo, no tenemos una organización secundaria unificada que tome en real consideración las necesidades del estudiante promedio, y las maneras en las que éstos desean actuar.
¿De qué nos sirve la división CoNES/ACES? Ambas representan posiciones distintas siendo que los objetivos secundarios, al menos en lo general, deberían ser comunes. Por un lado, tenemos a una CoNES pasiva, que pasó de celebrar toda conversación medianamente fructífera con el gobierno a no tener una línea política clara; y por lo otro tenemos a la ACES, que desde hace mucho es la cuna del infantilismo de izquierda.
Entonces, las necesidades de cara a un nuevo año de movilizaciones, marcado sobre todo por la discusión sobre el fin de la municipalización de enseñanza, son las siguientes:
1) La unificación del movimiento secundario en una organización legítimamente representativa, abierta, que considere las necesidades del estudiantado en su raíz democrática y que no sólo sea un criadero de caudillos destructivos ajenos al diálogo. Para esto es necesaria voluntad y actitud política de parte de las mayorías y las minorías estudiantiles.
Esto se traducirá en una Coordinadora Secundaria con la capacidad de representar a las mayorías ante los poderes del Estado, y tener una real participación en la conformación y discusión de las reformas que nos afectarán.
2) La reformulación de un petitorio común general para las necesidades estudiantiles, que tenga como objetivos a largo plazo cambiar las estructuras de poder en la sociedad chilena. Por lo tanto, los secundarios tenemos que entender que los cambios se hacen en períodos de tiempo considerables, y que estos cambios no pueden ser meros maquillajes. Por ejemplo, para entender a la educación como un derecho social necesitamos una nueva Constitución Política que así la asegure, finalizando con lo que entendemos como "rol subsidiario del Estado". ¿Por qué los estudiantes no nos hemos manifestado a favor de una Asamblea Constituyente, si nos sería muy útil para plantear los cambios que queremos?
Hay que destacar también que no basta con exigir, debemos proponer, y el movimiento secundario debe tener la capacidad de generar propuestas políticas serias.
3) La lucha por la conquista de la opinión pública. Me es difícil recordar cuántas veces hemos propuesto esto en distintas situaciones, y es que tal como establece Gramsci, debe haber una lucha cultural para controlar la hegemonía comunicativa, que hoy ya no queda duda sobre su manejo oligárquico. Y por qué no recordar a Lenin cuando establece que hay que combatir la espontaneidad del movimiento: concientizar es una necesidad y una tarea de los intelectuales populares, de lo contrario seguirá primando el predominio de la ideología burguesa. Ejemplo de esto es la indudable criminalización del movimiento, por un lado culpa de quienes no siguen líneas políticas correctas y por otro, de la constante manipulación por parte de los medios informativos.
Finalmente, tenemos que entender que sólo mediante la unión de los estudiantes podremos cambiar el paradigma en el que nos encontramos. Es necesario el fin de conflictos políticos estúpidos y pequeño burgueses que afectan a la izquierda, y el inicio de un trabajo real de base, como punto inicial de la democracia estudiantil. Claro que es necesario marchar, luchar, exigir, pero con fundamentos, con fondos, desde una democracia real, y con ideas claras.
Hay que entender que la revolución no pasa por los iluminados ni por una pequeña cantidad de intelectuales; pasa por las grandes masas. Y si no lo llegamos a entender, la situación en la que nos encontramos, seguirá igual que en el último tiempo. De nosotros depende cambiar el curso de la historia.