Algunas precisiones del fenómeno de la subcontratación en Chile
A continuación, se realizarán algunas precisiones con respecto al fenómeno de la subcontratación en Chile. Este ejercicio analítico es necesario debido a que, a partir de la entrega de los resultados de la ENCLA 2014, se ha afirmado que en el país ha disminuido la subcontratación de personas, cuestión que, haciendo una lectura apegada de los datos disponibles, no es en ningún caso real, puesto que, además de mantenerse la cantidad de trabajadores subcontratados en relación a las mediciones anteriores, esta forma de contratación, se ha expandido a todos los sectores productivos, haciéndose presente en los distintos tipos de empresa y generalizándose en todas las regiones del país.
La subcontratación es una estrategia empresarial de descentralización de la producción, disminución del riesgo y externalización de costos, que pone en relación a una empresa mandante, una empresa contratista y a los trabajadores subcontratados, transfiriendo desde la mandante a la contratista ciertas etapas del proceso de producción con el objetivo de que esta última empresa, a través de los subcontratados, realice dichas tareas bajo su cuenta y riesgo.
También, otra modalidad de la subcontratación, es la que guarda relación con las llamadas “Empresas de Servicios Transitorios” (EST), las cuales suministran trabajadores, es decir, ponen a disposición de otra compañía los servicios laborales de sus trabajadores, por un precio determinado entre la empresa “mandante” o “usuaria” y la EST.
En Chile, luego de la implementación del Decreto Ley 2759 en el año 1979, que derogó la ley 16.757 que limitaba la presencia de contratistas en las empresas a las labores auxiliares de estas, las compañías “mandantes” pueden subcontratar personal en cualquier área de su proceso productivo, incluso en aquellas relacionadas con su giro principal.
Tal como lo muestra el Cuadro 1, el porcentaje de empresas instaladas en Chile que subcontratan personal para el año 2014 llegó a 17,6%. No es la cifra más elevada de la última década –el 2004 alcanzó 50,5%– y, según ésta, además, existe una disminución notable de las empresas que subcontratan personal en relación al año 2011, que caen en 20,2 puntos porcentuales. Sin embargo, esta sorprendente disminución no quiere decir que la cantidad de trabajadores subcontratados haya descendido, pues la encuesta se refiere específicamente a “empresas” que subcontratan personal. Es más, según información disponible en la misma ENCLA, se puede apreciar cierta continuidad en la cantidad de trabajadores subcontratados. Si en el año 2011 fueron 642.496, el 2014 llegaron a 629.328. Es decir, respecto de la medición anterior, existe una cantidad similar de subcontratados prestando servicios a un conjunto menor de empresas mandantes, lo cual, más bien, permite especular acerca de cierta tendencia a la concentración del capital que requiere del uso de trabajadores subcontratados, en vez de una disminución de estos últimos, como algunos analistas lo han puesto.
Por otro lado, es posible apreciar en el Cuadro 2 que, durante el año 2014, en relación a los periodos medidos anteriormente, aumentó considerablemente el porcentaje de personal subcontratado para realizar funciones que tienen que ver con el giro principal de las empresas mandantes en las cuales prestan servicios, alcanzando un 49%.
Además, a partir de los resultados entregados por la última ENCLA, se observa que el fenómeno de la subcontratación aparece como transversal al tamaño de las empresas, a los sectores productivos y a las regiones del país. Es decir, hay presencia de esta forma de contratación en la micro, pequeña, mediana y gran empresa; en todas las ramas de la producción; y, geográficamente, en cada una de las regiones de Chile. En este sentido, en tanto estrategia empresarial de descentralización de la producción, disminución del riesgo y externalización de costos; la subcontratación es una tendencia de contratación de personal que se ha consolidado en el mercado del trabajo nacional, respondiendo a las necesidades que tiene el capital de aumentar o disminuir la cantidad de trabajadores según lo necesite, es decir, dependiendo de las fluctuaciones del mercaso, de si aumenta o disminuye la demanda de sus productos o servicios.
Así, de manera amplia, la flexibilización de las relaciones laborales no es otra cosa que la monopolización del control, la gestión y demanda de la fuerza de trabajo de parte del empresariado, según las necesidades propias del capital. Estas necesidades, que responden a ciertas condiciones materiales en las que se da la producción, son las que determinan las características de las políticas de flexibilidad que implementarán las compañías, las cuales pueden ser de carácter interno, es decir, intrínsecas a la empresa, o externo, relacionadas con el mercado del trabajo, y cuyo caso más ejemplar es la subcontratación, la cual se pone en forma para responder, principalmente, a la demanda de adaptabilidad que los vaivenes de los mercados le imprimen a la producción.
Al entregarle la libertad al capital de utilizar la fuerza de trabajo según sus necesidades, esta forma de contratación se muestra como un instrumento legal de sometimiento del trabajo en virtud de asegurar mejores condiciones para intensificar su explotación. Adaptabilidad a disposición del capital para mantener o disminuir los costos de la producción, transfiriéndolos a las empresas contratistas y, en último término, a sus trabajadores, con el objetivo de incrementar la plusvalía, es decir, aumentar la tasa de ganancia, acrecentar la porción de riqueza de la cual se apropia el capitalista y que, sin embargo, produce el trabajador.
Pero además, en tanto política de flexibilidad laboral, la subcontratación no sólo demuestra su eficacia y beneficio para el capital al ser una herramienta que permite obtener mayores utilidades disminuyendo los costos y riesgos. Ésta alcanza el estatus de dispositivo de dominación cuando es utilizada como una tecnología que permite la gestión y el control de los trabajadores a través del deterioro de sus condiciones laborales. Deterioro que está relacionado con las condiciones materiales de trabajo, los bajos salarios, la inestabilidad en el empleo, las tasas de accidentabilidad, la seguridad social, etc.; y cuyas principales consecuencias se vinculan a la precarización no sólo de las condiciones de trabajo de los individuos, sino que, y a consecuencia de esto, a una pauperización generalizada de las vidas de los trabajadores.