Josecarlo Henríquez, escritor, prostituto y activista: "Semana santa está llena de ofertas, clientes que quieren la tortura sagrada para los cristianos"
“Desde que salí en la tele he perdido a toda mi clientela de elite”, confiesa Josecarlo Henríquez, escritor, prostituto y activista del Colectivo Universitario de Disidencia Sexual. A pesar de esto, las historias quedan.
Su clientela ha tenido a gente tanto de izquierda como de derecha, a padres de familia y a madres pedófilas, a personas que quieren sexo y a otros clientes burgueses que solo quieren compartir grandes cantidades de cocaína y conversar. “Por ejemplo, esta semana santa es semana de ofertas. Tengo muchos clientes sadomasoquistas que quieren la tortura tan sagrada para los cristianos”, asegura.
Todas las memorias, las interpretaciones y sus definiciones políticas como activista son lo que buscará presentar en el libro #SoyPuto, cuyo lanzamiento será el martes 12 de abril en el Centro Arte Alameda, a las 19:00 hrs. Un evento que, al igual que el resto de sus publicaciones en redes sociales, se ha llenado de denuncias y han intentado ser silenciado. “A pesar de esto, tengo hartos amigos, hartos amantes, hartos clientes que se encargan de ayudarme”
¿Qué vendrá a retratar el libro?
-Es un engendro, sin género definido, porque tiene en realidad de todo. Se divide en tres partes: relatos porno, que es como la cochiná, la historia viscosa; otra parte muy antifamilia, lo dañino de la familia, su rol de la mujer y los niños, cómo son despolitizados y no se les permite una emancipación sexual en un entorno en que el padre es siempre el que va a tener el poder sexual porque es el que se tira a la esposa y a los hijos; y otra parte más teórica, de disidencia sexual, que pienso que es antagónica a la diversidad sexual, la mezcla entre ambas la genera gente ridícula.
Partamos por la primera parte, ¿qué relatos inéditos vienen ahí?
-Hay una anécdota que yo tuve con un diputado, que es un diputado famoso. Igual el libro no anda delatando nombres y apelllidos, sino anécdotas. Ahora, si tú querís fantasear -porque también el libro invita a eso- fantasea con el diputado que tú quieras que esté en ese cuento. Era un diputado de izquierda, un padre de familia, que disfrutaba puños en su ano.
¿Cómo llegó a ti?
-Como llegan todos, a través de internet. Lo identifiqué altiro porque es famoso, y la experiencia estuvo bien, es que era un tipo simpático. Ahora, toda esa gente dejó de llamarme por mis entrevistas. Está paranoica porque sabe que hacen weas que no quieren que la gente se entere, no es posible que le paguen a un puto, no es posible, no es real.
¿Tenías fantasías desde antes con parlamentarios?
-Para mí una fantasía constante es follar con el poder. Cobrarle al poder por sexo, ser la puta del poder. Siempre me ha parecido una fantasía interesante.
¿Qué de especial tiene la gente poderosa?
-De partida está la clase. Yo no soy ni siquiera un puto caro, soy un puto barato en Santiago de Chile. Tampoco un puto regalado, pero sí barato. La diferencia que tienen es que como todo burgués, tiene tanto tiempo para el ocio, para hacer lo que quieran y viajar por el mundo, que no sé si son entretenidos a la hora de follar pero sí a mí me dejaban impactados en las cosas que querían, cómo lo querían y toda la plata que podían gastar.Nunca moralmente porque no soy una persona moral.
¿Y la gente sin poder?
-La clientela popular está bajo ese manto de vida precarizada de gente que tiene que trabajar, pagar deudas, que apenas tiene el tiempo para imaginarse una sexualidad. Cuando se la imaginan se la imaginan de forma reprimida y culposa, porque somos cristianos aunque no creamos en Dios. La culpa de la familia, la heterosexualidad y la pobreza hace que nuestra sexualidad sea muy fome.
Sobre esa segunda parte, ¿cuál es tu concepción de familia?
-Mi concepción es la de esa familia heterosexual, esa familia que castiga, disciplina y hace del sujeto un ciudadano obediente. También la familia que tortura, principalmente a través del hombre, que es el verdugo y violador de mujeres e hijos. La familia es un nido de fascismos.
OTRO LEMEBEL
En la parte de disidencia, ¿qué otras cosas inéditas se vienen en el libro?
-Una opinión con la que quiero distanciarme de Pedro Lemebel. Por ahí me han dicho "ooh el nuevo Lemebel, se reencarnó". Pero no. Lo admiro mucho en el papel, es maravilloso, pero yo soy activista de la disidencia sexual y Lemebel fue un anti disidencia sexual, y eso significó muchas cosas. Actos injustos que él provocó para que otros no pudiesen concretar cosas que estaban armando. Actos injustos como por ejemplo que él, que es un sujeto que no está de acuerdo con la dictadura ni la censura, se encargara de censurar. Parece que nadie habla de Lemebel cuando hace cosas malas.
¿Puedes adelantar algo?
-Todo lo que te he dicho y nada más. Mucha gente que ama a Lemebel me va a odiar, pero también quiero dejar en claro que esto no es tampoco “odiemos a Lemebel”. Uno tiene que aprender también a ser críticos, dejemos de creer en las vacas sagradas. Él mismo dijo: A nuestros propios ídolos tenemos que romper". Él mismo hablaba de faltarnos el respeto, de no tener vacas sagradas.
A más de alguno te vas a echar encima.
-Es que también hay que separar, yo te estoy hablando de Lemebel político, persona, activista, que no le interesaba colaborar con activismos jóvenes a no ser que esos jovencitos le lamieran los pies. Pero cuando había una postura un poco más crítica no, Lemebel te vetaba de la faz de la tierra. Irá en la parte "Disidencia", que se titula así.
NO SOY UNA PERSONA MORALISTA
¿ Cuándo empezaste la exploración por la sexualidad?
-Mi sexualidad la empecé a explorar en mi casa. Éramos una familia hermética, evangélica pentecostal. Mi vida hasta los 16-17 años de basó en ese encierro tortuoso, un centro de tortura, evangélico. Nunca dormí solo, siempre tuve un cuarto compartido con mis hermanos al lado del cuarto de mis papás, con una delgadísima pared. Entonces con unos padres calientes, jóvenes, que follaban siempre, estái condicionado a que tu sexualidad a temprana edad explote. Yo empecé a experimentar mi sexualidad con mis hermanos, tocándonos, jugando entre nosotros, haciendo tríos. Ya después invitando a vecinitos de nuestra edad.
¿Tu mamá se dio cuenta en algún momento?
-Yo creo que los papás se dan cuenta de todo. Pasa que hay cosas que nos producen tanta culpa que mejor que no exista. A mis papás siempre los molestaron con que tenían un hijo muy femenino. Por eso nos vinimos a Santiago también, escapando de ese cahuín de pueblo chico infierno grande que era Penco. Llegamos acá y no solo el hijo era muy femenino sino que además parece que nos anda espiando, juega con las muñecas, se viste de mujer con su hermana. Mi papá me torturtaba por verme vestido con la ropa de mi hermana. No me castigaba, me torturaba. Sabía cómo pegarme.
En otras entrevistas contabas el tema de los padres que te vestían con uniformes de los hijos.
-Es un cliché la huea del escolar en Chile, pero es un cliché delicioso, yo igual paso por fuera de los colegios y me derrito. Ahora, no me interesa que se crea que lo que yo hago es para que los abusadores de menores no abusen de sus hijos escolares, eso es una estupidez. Una persona que quiere abusar va a abusar, no va a pagar por sexo a alguien que se vista de escolar. Lo que yo hago simplemente es una especie de trueque de morbo, una hermosa y satánica coincidencia. El viejo que a mi me está pagando para que yo sea su hijo, está cumpliéndome a mí la fantasía de ser el hijo de un viejo que te da plata pa que te quedís callado antes de que la mamá se entere.
No haces un juicio moral del tema.
-No soy una persona moralista que ande con juicios de valor. Yo estoy cumpliendo mi fantasía, que de niño nunca pude lograr. Tanto un padre burgués como uno obrero va a tener esa fantasía. La gran diferencia es que el burgués la va a poder concretar más fácilmente, hay que subirle el sueldo a los obreros para que puedan concretarla ellos también.
¿La relación padre- hijo es tu mayor fantasía?
-Lo que pasa es que Chile es muy fome, repetitivo, monótono. No te voy a poder contar las 50 sombras de Grey con historias maravillosas, aunque en realidad ese libro es una fomedad. Pasan cosas interesantes, pero con la cantidad de tipos y tipas que yo me he acostado en este tiempo yo debería estar contando historias aberrantes. Pero Chile es un país un poco raro, fome para follar, la gente es muy obediente y pudorosa. Tengo que yo insistir en experimentar, pero están temblando. De ahí me dicen: "No no sabís que métemela no más".