Volver a los diecisiete, hoy no puedo
Mi paso retrocedido/ cuando el de ustedes avanza/ El arco de las alianzas/ha penetrado en mi nido ….
Es 7 de marzo, las aguas del río Mapocho encrespan nuevamente trozos de un cuerpo de mujer. Esta vez la tobillera con piedras de colores aún vivos, el delfín colgando, más abajo las uñas florecidas, raídas en las esquinas. El brazo es el último signo, y el tatuaje en el dorso de la muñeca “Juan David”, es su grito.
Ella, la desaparecida, la descuartizada, la mujer, presuntamente extranjera además, es por ahora solo eso, restos de un cuerpo sin nombre. Luego pasará el tiempo y seguirá siendo eso, cuerpo sin nombre. Nombre que no sabemos o que olvidamos porque hay categorías más importantes, la mujer de…., la señora de…..( de acuerdo a status), la mamá de….., la hija de...
Ella, la sin nombre, sea tal vez la víctima número 7 de los 6 feminicidios registrados por el SERNAM en lo que va de año 2016 en Chile. Siete homicidios en diez semanas. El pasado año 2015 se contaron 45.
Hace unos días el asesinato de Berta Cáceres estremeció a hombres y mujeres dentro y fuera de América Latina: ¿ feminicidio o crimen político? Berta era mujer, feminista, líder lenca, activista política. ¿Por qué mataron a Berta, por ser mujer o por ser feminista revolucionaria denunciante de los expropiadores de la tierra, que son siempre del cuerpo? El problema es que así como el género no se separa de la política, el poder pareciera tampoco hacerlo del sexo.
Por nuestros Facebook han corrido las noticias, estas, también las de Marina Menegazzo y María José Coni, o como seguro las recuerda “las jóvenes mochileras argentinas asesinadas en Montañita, Ecuador”.
En Cuba también se dio a conocer una nota oficial sobre la detención de Alexander Fleites Zamora quien por “un móvil pasional” incendió la casa donde se encontraban sus hijos, -de la madre-, ocasionando la muerte de la niña de 6 años y quemaduras en el cuerpo del niño de 4 años. México, Colombia, Honduras, Guatemala, Ecuador, Argentina, las cifras siguen, números sin nombres. Historias de terror, aunque eso sí, a nadie se le ha ocurrido pensar en el terrorismo de género. Armas blancas, estrangulamientos, espacios domésticos, represalias contra los hijos. Todos elementos de un terror que va cercando la vida de las mujeres y que forma ya parte de los miedos instituidos, de las represiones internas, de las renuncias que mutilan tanto como el desmembramiento del cuerpo.
Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra, y va brotando, brotando, como el musguito en la piedra ay, sí, sí, sí.
Hoy, con Violeta Parra y con Dulce María Loynaz, con Silvia Federici y conmigo misma, quisiera cantar ay no, no, no… pero la realidad es siempre más dura, y ellas, que pueden ser yo o cualquier mujer en cuerpo o no de mujer, ya no están y no estarán.