Ser mujer en el Chile Neoliberal
Este 8 de marzo no voy a sacar grandilocuentes palabras, ni intentaré decirle al resto lo que debe hacer para ser "más feminista", pues el mercado en su cultura del éxito también ha permeado su forma de mirar los procesos y nos mide en virtud de porcentajes, de excelencia, como si fuéramos a graduarnos de feminismo radical. Prefiero dedicarme a escudriñar en aquello que nos hace invisibles y sujetas de caridad, sujetas débiles y victimizadas. ¿Qué significa hoy ser mujer en Chile?
Significa que hay que asumir que el Estado neoliberal (subsidiario) nos ha convertido en dos cosas: 1) Mujeres empobrecidas (a lo que llaman feminización de la pobreza), mujeres cautivas y dependientes de los bonos y las ayudas de rostros que no se parecen a los nuestros, que en su vida han tenido que cargar la mochila de no elegir si quiera como amar. 2) Mujeres explotadas, mujeres que vivimos en la deuda, haciendo la bicicleta para parar la casa, mujeres que trabajamos sin paga y sólo por cariño, que nos embarazamos, abortamos clandestinamente; nuestro cuerpo lleva las llagas de esas luchas, nos deprimimos, y volvemos a luchar, criamos en su mayoría exclusivamente, con suerte con ayuda de "un hombre", mujeres que luego del trabajo remunerado - desigual respecto de nuestros compañeros-, debemos seguir cuidando del hogar como una regla de oro.
Cuando miro esto, me digo, ¿cómo no va a haber violencia?, ¿como no nos van a insultar, violar?, si a ojos de tantos aún nuestro trabajo no vale la paga, no vale el respeto. En Chile no alcanzamos el 20% de participación política en el parlamento, y por lo general las mujeres que lo hacen tienen medios económicos para realizarlo y cuentan con un patriarca que las patrocina (el padre General de Bachelet, el compañero Presidente padre de Isabel Allende), salvo excepciones claro, pero que confirman la regla. Y es que ¿cómo vamos a participar más con 24 horas de trabajo doméstico!, privado, aislado del mundo social?. Cuando para muchas el ir a buscar a los niños al colegio es parte de lo único "en comunidad que hacemos" y para las " afortunadas" lo mas cercano a la política es la conversación de política entre padres, esposos, pololos que militan; o bien tienen la oportunidad de militar en partidos donde son ellos los que nos enseñan que es la Política, sin siquiera decirnos: hay mujeres que forjaron este país y que fueron increíblemente importantes en la historia de la política de Chile, Latinoamérica y el mundo.
Pero no todo es gris, de un buen tiempo a esta parte las mismas promesas incumplidas de este Estado subsidiario ha engendrado un malestar y ese malestar ha dado lugar a organización social. Quienes vivimos el 2006 y el 2011 como estudiantes pudimos darnos cuenta que esa movilización, ese movimiento estudiantil nos educaba al fragor de la lucha por derechos, organizaciones feministas se plegaban a las convocatorias, liderazgos femeninos que desafiaban los patrocinios se levantaban críticos al modelo y a la forma de organizarse. Esas mismas mujeres atrajeron a otras mujeres a organizarse, a formarse a darse la oportunidad de educarse como los liceos y universidades no lo estaban haciendo, apareció el machismo, el sexismo, las gafas violetas para mirar la realidad, empezamos a militar en el feminismo, y a dotar a nuestra militancia de izquierda de esa forma de mirar la realidad. Las mujeres que nos convertimos en profesionales, hoy miramos nuestro trabajo de manera crítica, vemos las brechas salariales con mayor claridad, vemos los tratos sexistas en el trabajo, el aumento de los planes en las Isapres y el doble discurso del mérito sin dar cuenta de lo difícil que es ser trabajadora en Chile y comenzamos a levantar la voz, a interesarnos en hacer por nuestra realidad. Los hombres que nos acompañan en este camino han sabido reconocer nuestras contradicciones, sin el empacho de autodenominarse feminista, han reconocido sus privilegios y han sufrido por dejarlos de lado para reconocer un camino entre iguales, han dejado de usar el amor y el sexo para "atraer militancia", "buscar mejor posición laboral", "ganar la carrera de competencia por el trofeo femenino", "para obtener réditos políticos". Y se que queda mucho por hacer, todos vivimos el patriarcado y nos toca cotidianamente, así como también hemos sido Machistas y nada más que un trabajo colectivo al fragor de la lucha hará constituir nuevas formas de ser.
Hoy nos falta un feminismo político, ese que reconozca la autonomía de quienes han preservado este orden político actual, ese que pone a las mujeres como ciudadanas de segunda clase, donde nuestro cuerpo no tiene derecho a su sexualidad y reproducción, donde el derecho a la vida no existe. Y ¿quienes han preservado y legitimado este neoliberalismo subsidiario? La Concertación y la nueva mayoría, la derecha, el partido transversal, es decir la herramienta institucional de la asamblea de la burguesía chilena - el empresariado-.
Esta lucha no será fácil, pues nos instalan constantemente la idea de que votar mujer es cambiar las cosas, esa mujer con rostro maternal, cuando es justamente el sentido de ser mujer lo que está en juego y cooptan nuestras demandas, reciclandolas una y otra vez. Hoy por hoy el proyecto de aborto por 3 causales sale de la Comisión de salud cercenado y tutelando la decisión de abortar por causal violacion, sepultando posibilidad de autonomía de las mujeres ante un hecho tan violento. Nuevamente la tecnocracia, "el acuerdismo" se impone y la NM repite en cada "reforma sustancial" la fórmula de los brazos en alto, al igual que en educación y en la reforma laboral, nueva constitución, carrera docente y un largo etc.
Nuestro propósito por tanto no puede reducirse a actos testimoniales, debemos poner la política por delante, el feminismo imprime aquello que nos permite profundizar, aquello de la soberanía sobre nuestras vidas que no es otra cosa que la autonomía para participar y decidir, para forjar derechos y democracia. No esperamos nada menos!
Con la esperanza intacta compañer@s!