Allende, Evo
ALLENDE, EVO, aquende
el ekeko de Alasitas, señor
de las varas, allende
el indio, el falso como el ver-
dadero al decir de Silvia Rivera,
nadie hablará aquí por ti, falso
o vero; overo, Evo,
jamás lo habrás sido, antes
minero, pastor, cocalero,
dizque presidente. Pero
cada vez que el indio entra
en escena, el trucho
como el genuino, la metafísica
andina aletea. La “metafísica
andina” no fuera giro de Jesús
ni de Silvia ni del Vice sino
de Denis Arnold trenzando aguayos
con Juan de Dios Yapita (1998), tal orden
andino de las cosas que Denis, ley-
endo sin leer a Jacques el Destripador,
como Silvia, reitera: metafísica
del indio, del auténtico
como del inauténtico, todo el pro-
grama del primo Heidegger antes
de la clausura, de la deconstrucción
su prefieres, del susodicho “logo-
centrismo andino” (Arnold; 2005)
alias chachawarmi. ¿Vamos
a traducir eso por patria madre?
¿Qué fuera, pero, patria, y sobre todo
“patria madre”, hoy, en Bolivia? ¿A-
bigarrados entreveros morosos
o nomás dominaciones?, ¿camba-
colla insuperables jerarquías o
inconmensurables interferencias?;
la DEA jamás habrá entendido nada
de nada de eso (la CIA acaso algo
en Ñancahuazú, con pre-venda-
val verde en la quebrada) entre
Shinahota, Okinawa y Fortuna,
Gabriela y Ernesto Fidel, Morón,
de los Robles y El loco de Borda
apenas rozado, aquí, desbordado.
* * *
Como Garrincha de vuelta al Chapare,
como el Che de vuelta de La Higuera,
como chapaco, uru murato y aun mataco,
como Mbói Bebe y Hans Staden, qué
manera de comer, kunumi letrado iletrado,
puro grafonófago nomás, abigarrado.
* * *
(Uy, Emma, ¡cómo NO quemar El Alto!)