Crear comunidad y recuperar los municipios
Ante el actual escenario, en el cual se puede apreciar una reestructuración de las fuerzas de izquierda, progresistas o ciudadanas, con el objetivo de enfrentar el avance del modelo político dominante y sus nefastos efectos (con horizontes variados), queremos integrar a la discusión un elemento que, a nuestro juicio, no está siendo relevado en todas sus capacidades: el municipalismo y las políticas públicas locales.
Gabriel Salazar en “Una Perspectiva Social Sobre la Historia del Municipio en Chile” plantea que “el propio Carlos Marx fundó su teoría revolucionaria sobre la idea de que “el ser humano es un ser social”. Implicando que el hombre vive en plenitud su humanidad en tanto pertenece a una comunidad. Por eso es que la pérdida de esa pertenencia es la peor “enajenación” que puede experimentar el hombre. Los griegos llamaban “idiota” al individuo que no vivía en comunidad. Rousseau lo llamaba “rufián” y era aquel que no regía su vida por principios definidos por la comunidad, sino por sus instintos o por razones cualesquiera. Marx señaló que, por eso mismo, el deber de un ciudadano que ha perdido el lazo con la comunidad es reconstituirlo, y esta recuperación o reconstitución es precisamente el fundamento de la acción revolucionaria. La revolución, para él, no era sólo derribar el régimen gobernante, sino, esencialmente, reconstituir el lazo comunitario, socialista o comunista.”
Cuando territorios como el archipiélago de Chiloé han sufrido el centralismo del Estado chileno, incapaz de comprender las lógicas de vida del resto del país que no es Santiago, cuando son los partidos políticos tradicionales los que administran las comunas (bloque Alianza-Concertación-Nueva Mayoría), cuando se ha introducido y profundizado en la sociedad en general un modelo extractivista sobre los recursos, es necesario volver a la comunidad, esa unidad de organización que hace vernos las caras y desarrollarnos a una escala humana, comunitaria y sostenible.
Bajo estos argumentos, y teniendo la humilde experiencia de una concejalía en la comuna de Ancud, consideramos que es necesario disputar los espacios de poder en estos territorios, planteando un giro en la reflexión política y social, y así dejar de pensar solamente en el Congreso o el poder ejecutivo, llevando un sentido de comunidad a los municipios, entendiendo a éstos como espacios de poder donde se construyen las políticas locales comunales a través de distintos instrumentos de planificación territorial y a la comunidad como el espacio de deliberación para llenar de sentido esas políticas públicas.
No siendo gobiernos sino administraciones comunales, y con todas las limitaciones que pueda tener una municipalidad, con una minuciosa revisión de los cuerpos legales que rigen la gestión de ésta, sumado a la voluntad y reflexión colectiva para interpretar al municipio como una herramienta de los pueblos, es posible encausar la forma en que se puede desarrollar una comuna, determinar la vocación del territorio y establecer las formas de participación e incidencia de sus comunidades.
Hoy requerimos recuperar y/o fortalecer el sentido comunitario de las comunas para llenar de experiencia territorial a las organizaciones que hoy levantamos y poder subvertir la actual lógica municipalista. Para ello, y en esto insistimos, es necesario dar relevancia a la dimensión local en la reflexión política desde los movimientos sociales y desde las izquierdas en nuestro país, y transformar el municipio desde una representatividad abstracta de la Nación a una parte concreta de la soberanía propia de las comunidades locales.
Así, somos los propios vecinos y vecinas de un territorio quienes podemos crear comunidad a través de distintos espacios de organización, ejerciendo participación activa y protagónica, construyendo nuestros propios proyectos políticos para las comunas, disputando los espacios de poder y, por supuesto, no permitiendo que aquellos que dieron la espalda a los pueblos sigan decidiendo el destino de tod@s.