La ideología no es vivencia
Ojo con el “amor romántico”… sí, claramente, ¡ojo!, que no somos una unidad, ni una naranja en mitades, y que el “amor's” no lo puede todo, ni lo acepta todo… O en realidad, no “deberíamos”, nosotras, enamoradas, aceptarlo y aguantarlo todo… “Deberíamos” viene de “deber”, y el “deber” a menudo mata al querer… Y es verdad que lo que “queremos” a veces esconde escasa ética… Pero escapar de la imposición moral del “Deber” hacia el “postmo” hedonismo – que se cree que inventó los sentimientos-, y luego volvernos al remitente porque allá no había nada en realidad, en mi opinión, solamente nos atrapa otra vez en la dicotomía racionalista y tan occidental de que “si no es lo uno, entonces será lo otro”.
Hablemos de la vivencia sin concesiones ni mentiras: Enamoradas, tantas veces aguantamos un rato, unos meses, unos años… y hasta ¡toda una vida!, y ya sabemos lo que pasa: la frustración, el aburrimiento, el miedo, la muerte… Sólo lo constato para no transformarnos en las hijas arribistas que desprecian a sus madres porque “aguantaron”. No somos otras, mejores, más “modernas” y “liberadas”. También somos ellas, somos nuestras madres. Tampoco nos separa una supuesta “liberación femenina” –a la medida del Capital clasista, del racismo winka y del individualismo moderno- de las mujeres que sí “aguantan” hoy, porque estoy segura que también somos ellas. Lo único que creo que nos separa de las que viven violencia es, en realidad, la soberbia, tan antiética como el machismo y la misoginia, y una ilusa ideación de que “hemos avanzado”. Tal vez muchas han hecho avances individuales y han logrado aquello que hoy llaman “movilidad social”, pero eso no es, ni por asomo, transgredir el patriarcado.
Propongo ser radicales y descarnadas con nosotras mismas y con las vísceras y las neuronas de los amores parejiles que nos circundan. No mentirnos.
Por eso me aprovecho de este ambiguo decálogo de once puntos (debajo de esta columna de opinión), que viaja por un mundo virtual que aplana demasiado nuestras vidas reales, y le retruco: Y también ojo con trivializar y superficializar las legítimas quejas y cuestionamientos que se relacionan con las vivencias opresivas y por ende dolorosas de la heteronorma…
Ya sea la heteronorma en las parejas hetero o en las -a falta de modelos- hetero lesbianas, o bien hetero homosexuales masculinas. Lo digo porque tapar el sol con un dedo, no cambia la vivencia. Y creo que no es un autoatentado ni un ataque decirlo. Lo vivencio más bien como un darse cuenta de lo mucho que ignoramos cómo amarnos entre mujeres y cuánto la misoginia también nos flagela –y hasta nos envuelve-.
…El “amor”, claramente no es mágico, eso muy cierto, pero ¿cómo negar su biología? Eso que pasa en tu cuerpo, tus hormonas, tu neuronas y su funcionar.
Es importante señalar que, probablemente, el amor-enamoramiento puede construirse éticamente, y también creo necesario reconocer que queremos un amor ético, pero no estamos seguras de cómo construirlo, y la mayor parte del tiempo andamos a ciegas… (con tanta balada, bolero, tango y reggeaton, en la retina y en el cuerpo).
El amor es social, político y también es Cultura. Se van armando maneras de amar en nuestro íntimo desde los modelos y enseñanzas perversas de la Iglesia, la Familia, la Publicidad. Y como no hay fenómeno sin Historia, no es loco afirmar que muchas se rebelaron a los amores comprados, por conveniencia, obligados, y fueron a dar al “romántico”. La mayor parte del tiempo llevamos una majamama dentro con todo eso mezclado. Se vuelve tortuoso, algo patético y a veces tan sórdido... Tantas veces no sé dónde terminan mis sentimientos patriarcales de exclusividad y dónde comienzan mis necesidades (¿sólo construidas –los construccionistas a veces me apestan a racionalismo occidental-), de contención, lealtad… ¿Lealtad es incondicionalidad?, eso me perturba, me lo pregunto a menudo y quedo sin respuestas.
Las vivencias del emocionar pueden servir para reflexionar sobre el "enamoramiento” y el “amor", pero ¿por qué quienes escribieron esta especie de decálogo de once puntos, los separan? ¿El "amor" es tan distinto al "enamoramiento"? ¿El primero es "más serio" y el segundo, menos importante...? Me suena a la lógica masculinista –no por eso exclusiva de los hombres- de “la Catedral y las capillitas”. ¿Recuerdan eso, de que la esposa es la catedral y las amantes las capillitas?... El “amor” ¿merecería un respeto mayor y mejor que el “enamoramiento”? ¿La pareja con “objetivos, bienes y proyectos comunes”, como dice el decálogo, es respetable, y la pareja que te tiene enamorada sin todo eso, no lo es? ¡Uf! Ya me suena a que el “Amor Libre” y la “Pareja Abierta” y todo eso, se van a la mierda cuando aparece otra “Catedral”… ¡Entonces no era tan libre, ni tan abierta! –Por eso y por el dolor y el daño, no lo practico. Y sí, he tenido amantes de una tradicional manera, que quien quiera puede despreciar, porque tal vez fue realmente despreciable-.
Y esto otro sí es terrible: ¿El amor es a "largo plazo" con "objetivos, intereses, gustos y perspectivas” comunes? Suena al matrimonio de al lado, y a ese aburrimiento de “comprarse la casa juntos” que no se les quita de la cara… Suena a conveniencias politiqueras, a que tienes, en vez de un amor, una buena empresa, con una buena secretaria –una “buena mujer”-, una buena “partner” con quien manejar tus ganancias… (He estado allí. ¡Y no, señoras, yo no me caso más! Si ya fui matrimoniada y escapé. Que la diabla, sabe más por vieja que por diabla).
Reflexiono que la ideología, sobre todo en el íntimo, muchas veces enreda el sentir con el imaginar y considerar. Aparece como un disfraz de las propias dificultades -en las que me incluyo en primera fila- con los enamoramientos-amores. En este caso le llaman "amor romántico".
Sí, el amor romántico nos estruja, nos maneja, nos tontea, nos trata de “locas” también. Como me dijo un día una compa: “Cuando te das cuenta que tu pareja tiene amante, lo peor de todo es que te traten de loca cuando le confrontas”…
Dice Žižek *, (que no sé cómo escribirlo en este teclado) que "las ideas son la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia social"... Yo especificaría con su existencia cultural, económica, concreta, material y vivencial que, de seguro, es mucho más profunda y compleja que este "decálogo" que deja abierto, en mi opinión, puro racionalismo que no supera el vivenciar… Y, pienso en voz alta, –o en voz escrita- ¿No sería bueno construir una “a-razón”, en vez de tanta occidental razón kantiana?
Este decálogo, en algunos de sus puntos, me parece más una relación imaginaria con la vivencia del "amor", "enamoramiento", "atracción sexual", "amor romántico", en fin, fenómeno(s) con el o los, que nos cuesta lidiar y vivenciar... No creo que el decálogo de once puntos, sea un aporte para el desarme de la heteronorma, en pro de la radicalidad y la autonomía… (La mentada -por nosotras- autonomía, que dicho sea de paso, es también una relación).
Otra cosa que más que pienso, siento, es la pregunta que una compañera y yo hicimos en México casi al unísono como asistentes a una exposición sobre “Amor libre”, “Pareja abierta” o algo así –ya no recuerdo, fue en 2009, en un Encuentro Feminista- . Nosotras dijimos: ¿Y qué hacemos con el dolor y el daño? No hablábamos del dolor del duelo de la pareja que terminó –ese se cierra-, creo que hablábamos del daño de un sostenido duelo sin fecha de vencimiento, durante la tan “abierta” relación, cada vez que otros amores circundan al tuyo… Es probable que aparezcan variadas explicaciones objetivas, psicológicas, antropológicas, en fin. Sin embargo quisiera que las feministas y las lesbianas feministas habláramos de la vivencia desde la vivencia.