25 años de resistencias políticas, a un año del debate legislativo para despenalizar el aborto en Chile
Al cumplirse un año de tramitación en la Cámara de Diputados, no se votará el Proyecto de Ley que Despenaliza el Aborto en 3 Causales sino hasta marzo. No se comprende bien por qué. Una respuesta en superficie puede decir que faltaron invitados, que el Parlamento tiene muchos proyectos y poco tiempo; que para concordar en la Nueva Mayoría este asunto signado como valórico y que es complejo de legislar.
Otra respuesta más estructural podría ser que, por un lado, se trata de una disputa entre la mantención del estatuto jurídico más restrictivo del mundo y la posibilidad de transformación, y dentro de esta última, las condiciones que hacen posible ese cambio. Por otro, este proceso también es una expresión del lugar que tienen los asuntos de género y los derechos de las mujeres en la política chilena.
La invitación a las comisiones de Salud y Constitución de la Cámara de Diputados devino en una estrategia de los parlamentarios y parlamentarias opositores al Proyecto de Ley. Añadir más y más invitados, y organizar más y más sesiones, constituyó una maniobra para ganar tiempo, extendiendo los plazos del proceso legislativo, dejando escapar el periodo presidencial y evitar que el debate concluya.
Como nunca, los opositores han valorado y demandado escuchar a la sociedad civil: 76 invitaciones a la Comisión de Salud (47 opositores y 29 a favor del proyecto) y otros 19 a la de Constitución (10 y 9, respectivamente). No existen numéricamente más potenciales invitados/as. ¿Asistirán todavía más pequeños grupos de regiones formados en la coyuntura cuyos nombres llevan las palabras “vida”, “Chile” y “blanco”?
Quienes están a favor de la ilegalidad del aborto en Chile han sido más vistosos, pero no logran expresar a la sociedad chilena, donde existe un apoyo y una valoración de las 3 causales que impulsa el proyecto, tal como lo registran las encuestas realizadas por diversas instituciones desde hace décadas. La última Encuesta de la Fundación Chile 21 muestra que un 83% de entrevistados/as está a favor de la despenalización del aborto en caso de violación. De los encuestados que se definieron de oposición de derecha o centro derecha, un 76% está de acuerdo con que la mujer decida interrumpir un embarazo por violación.
Que haya muchos proyectos en proceso es plausible, pero entonces, ¿por qué éste y no otro es el postergado? ¿La Reforma Laboral por qué es más urgente que la ley de aborto? Sin duda alguien dice qué es más importante, pero ¿por qué?
Que por ser un tema valórico no pueda ser resuelto en 25 años. Ello no es posible. Ha habido un conjunto de transformaciones tardías en la democracia chilena por ser asuntos signados como valóricos; todos fuente de intensas disputas entre instituciones normativas. Sin embargo, otros cambiaron o se encuentran en franco proceso de cambio legal: la despenalización de la sodomía, el término del estatuto de ilegitimidad del hijo o hija no marital, la legalización del divorcio, la aprobación del uso de la anticoncepción de emergencia, la Ley Acuerdo de Vida en Pareja.
El aborto ha sido el más refractario a cualquier transformación de un estatuto jurídico. Es necesario a estas alturas comprender la evolución del proceso socio-político relacionado con la legalización/penalización del aborto en comparación con otros procesos, la continuidad de algunos y la excepcionalidad del aborto.
No ha sido lo mismo reclamar el derecho al matrimonio y a la paternidad/maternidad, que demandar el derecho a decidir de las mujeres en torno a la reproducción o su cuerpo. No ha sido igual el reclamo para ser padre o madre, a hacer familia, cuando se les está negado a la aspiración de elegir no ser madre ni a permitir a la pareja masculina tener un hijo o hija para formar familia parental. Mientras por un lado se demanda una Ley que permita la filiación y la adopción, por el otro, se demanda una Ley anti-procreativa. Las organizaciones de homosexuales y de lesbianas lograron poner en el mismo lenguaje de lo social y legal, la legitimidad de su postura: igualdad ante la Ley, mientras las mujeres demandan el derecho a la autonomía en la Ley.
En la tercera causal del Proyecto de Ley es donde efectivamente se juega el sentido del aborto. Las dos primeras causales refieren estrictamente a situaciones en las cuales no está en juego el deseo de las mujeres de ser madres, sino que por el contrario, desean serlo y no pueden. En la tercera, pueden serlo, pero no desean y deciden no serlo; y mientras las primeras enfrentan una decisión en torno a la continuidad de un embarazo que no conducirá a la maternidad, en la última lo que está en juego es decidir si se será o no madre. El derecho reclamado por las mujeres se intenta representar como egoísta, auto-referido, extraño, sospechoso, incluso violento (violenta el “instinto maternal”, se ha dicho en el debate).
Todo indica que los opositores al Proyecto de Ley han perdido la disputa en la mantención intacta del estatuto jurídico más restrictivo en el mundo, introducida la posibilidad de su transformación. Lo que está en juego son las condiciones en que cambiaría. La continuidad de la tercera causal y las formas que asuma resultan muy relevantes. Allí se juega el modo, el lugar que los asuntos de género y de las mujeres tienen en la política chilena. La denuncia, en la negociación política de la aprobación del Proyecto, opera sobre la sospecha y el temor al mal uso de la Ley por parte de las mujeres. Opera sobre el hecho de constituirse en una “ley de aborto libre”. También se utiliza como un deseo de “proteger” a las mujeres de la impunidad y legitimidad de los agresores. De fondo traduce una visión de las mujeres y define un lugar estratégico para la denuncia: la mujer como incapacitada de tomar decisiones.