En esta capital mundial, la gente suele tomarse los espacios públicos, y en las terrazas de los bares y los cafés las sillas dan hacia la calle y la gente observa a los transeúntes como público de una función. En una de ellas; en medio de las alarmas, de las exageraciones, del miedo inevitable a los tiempos que avecinan; un grupo de amigos se sienta a beber cervezas. Pregunto: ¿Y ustedes, no tienen miedo? Sí, claro que sí -me dice una joven pelirroja- Pero no vamos a ceder.