Carrera Docente: Indicaciones que mantienen un proyecto que nunca respondió a las necesidades del profesorado
El ciclo de movilización docente vinculado a la necesidad de una Carrera Profesional para las y los profesores de Chile posee una larga trayectoria. La desvinculación del Estado por medio de proceso de desmuncipalización de los años 80, la emergencia del Estatuto Docente el año 91 y la instalación de un Sistema Nacional de Evaluación Docente en el año 2003, han sido hitos claves de un proceso en el cual el movimiento docente ha demandado como una necesidad central para el desarrollo del sistema educativo nacional la existencia de una Carrera Profesional que comprenda la mejora en las condiciones de trabajo docente –objetivos y subjetivas- como uno de los ejes centrales del desarrollo de la escuela.
En el devenir de este proceso, la demanda por una Nueva Carrera Docente, se ha constituido en una demanda histórica, en contra de la precarización profesional y a favor de la pedagogización de las escuelas.
Durante los meses de junio y julio del presente año, los y las docentes movilizados de Chile, volvieron a colocar en el centro del debate educativo la necesidad de redefinir la forma en que se ha entendido la profesión docente en Chile en los últimos años. Miles fuimos en las calles, en cada una de las escuelas, liceos y colegios del país, miles paralizados, activos, propositivos y entusiastas ante la posibilidad de cambiar estructuralmente la forma en que se comprende y ejerce nuestra profesión. Este proceso dio cuenta de la fuerza del movimiento docente, de un nuevo dinamismo político interno y de una alta capacidad de construir propuestas desde las diferentes comunidades de base que participaron de la movilización.
Comprender y asumir estos factores de desarrollo, es clave y central en tanto la movilización nacional docente dio cuenta de la existencia de diversas y nuevas formas de organización colectiva que reactivaron la capacidad de acción del profesorado ante la Sociedad, el Gobierno y el Congreso. La coordinación permanente y la profundización de una posición crítica frente a la propuesta del gobierno, dieron cuenta que la rabia y el agobio laboral acumulado por década fue capaz de superar la queja por la condición actual y transformarse en acción, estudio, propuesta, a partir de la claridad en que el ciclo de políticas públicas de sesgo neoliberal en educación, ha topado fondo, precisamente en el momento en que desconocen la naturaleza propia del quehacer educativo, desfigurando los procesos de enseñanza – aprendizaje.
La movilización desarrollada en los últimos meses dio cuenta de un diagnóstico que hoy es compartido en gran parte del mundo docente: La Ley de Desarrollo Profesional Docente, no rompe con el ciclo de políticas educativas que colocan su centro en el control, el desarrollo individual, la desintegración del sistema educativo y la estandarización del conocimiento. El Proyecto de Ley de Carrera Docente y sus respectivas indicaciones -que hoy se discuten en el Congreso- no es capaz de romper con las concepciones de trabajo docente individualista, despedagogizado, super-vigilado, inestable y descontextualizado. La estructura de remuneraciones que propone, el sistema de desarrollo profesional desde el cual se sustenta, la insuficiencia de sus propuestas ante la excesiva carga de trabajo docente y la inexistencia de una sistema de retiro, dan cuenta de una ley insuficiente.
En particular, el conjunto de indicaciones presentadas por el ejecutivo, no se hace cargo de varios de los puntos centrales de la crítica levantada por el mundo docente. Por ejemplo, el ajuste al modelo de desarrollo profesional docente, no rompe con la lógica de rendición de cuentas y asociación entre desempeño docente y salario variable. Permanece una lógica perversa, de origen neoliberal, en donde el control, el desarrollo individual se sitúa por sobre la confianza profesional, el desarrollo colectivo y el trabajo pedagógico formativo.
A lo anterior se suma, la inexistencia de un sistema de retiro y las dudas que quedan sobre la capacidad del CPEIP de entregar un sistema de formación continua pertinente y universal que se acoja a las necesidad locales y que al mismo tiempo responda a una lógica de desarrollo nacional, en un marco de un Sistema Universitario y de Asistencias Pedagógicas altamente privatizado y mercantilizado.
Por otra parte, persiste una escasa atención al otorgamiento de condiciones de trabajo pedagógicas básicas para el desempeño docente tales como: la definición y concentración de los tiempos de trabajo no lectivo para el desarrollo de labores pedagógicas, lo que impacta en condiciones restringidas para el desarrollo de una distribución de 60/40 horas lectivas y no lectivas correspondientemente. La voluntad del ejecutivo de asociar la posibilidad de mejoras de trabajo pedagógico para los y las profesoras de Chile a ciclos económicos específicos, da cuenta de la escasa preocupación y el limitado sentido de urgencia que poseen las políticas públicas en educación hoy en el país: ¿Será que la educación pública tendrá que esperar nuevos ciclos económicos para tener las escuelas y liceos que el país necesita?
El empoderamiento del profesorado (su emergencia como sujeto en el debate público) demuestra la posibilidad de ir comprendiendo la existencia de un nuevo ciclo de movilización del profesorado. A nivel organizacional la multiplicación y fortalecimiento de la capacidad de acción y decisión de las organizaciones locales y la mayor capacidad de articular redes de apoyo, así como a nivel político, la nueva centralidad del quehacer pedagógico en la demanda del profesorado y, dan cuenta de un replanteamiento de su capacidad de agencia y un intento real por tomar un lugar protagónico en la elaboración de una nueva política educativa y de trabajo docente.
Como Campaña consideramos que gran parte de este potencial nuevo escenario, se sustenta en la emergencia colectiva de un sentido propositivo de la acción docente. Hoy los y las docentes de Chile podemos mirarnos a la cara, podemos reconocernos en el inmenso desafío de fortalecer la reconstrucción del movimiento docente para ser parte de la construcción de una Sistema Educativo Nacional de Educación Pública en donde el Estado cumple un rol central complementario al fuerte y sustantivo desarrollo de las comunidades de base.
La trascendencia del hoy es reconocer que el desafío de la construcción docente posee una doble dimensión. A nivel local, repensar nuestros espacios de trabajo desde una propuesta de transformación educativa por medio de la participación permanente, protagónica y organizada en cada instancia existente en el Escuela (Consejo de Profesores, Consejo Escolar, Espacios de Trabajo Colaborativo, Consejos Gremiales, Asambleas de Profesores, Sindicatos, etc.). Particularmente importante es seguir profundizando la reflexión colectiva acerca de ¿qué enseñamos y para qué lo enseñamos?, pues ya sabemos que el anhelo de construir un Curriculum socialmente pertinente, siginificativo y útil para los niños, niñas y jóvenes populares no es un asunto de interés para el actual estado neoliberal, y solo será posible gracias al trabajo serio y colectivo de las comunidades educatitvas, a nivel nacional, avanzar con fuerza en la democratización, organización y construcción de un movimiento docente y de trabajadores de la educación en donde la propuesta y acción avancen hacia la construcción de un Nuevo Sistema Educativo Nacional.
Esta doble acción nos permitirá avanzar en mantener viva nuestra lucha al mismo tiempo que consolidamos el desarrollo de una mirada pedagógica transformacional que traspasa el ejercicio legislativo del debate oficial y estar alertas a los procesos de Reforma que hoy se anuncian desde el gobierno.
Esta Carrera sigue su curso legislativo con el peso de ser un instrumento legal no representativo de los sujetos a los cuales se refiere. Lo que será La Ley de Desarrollo Profesional Docente, será una ley de Carrera Docente que no será nuestra Carrera, la de los y las docentes que día a día nos desempeñamos en las distintas, distantes y diversas aulas de nuestro país. Será una Carrera fuera de la pedagogía, alejada de lo educativo y lejana a la posibilidad de avanzar en la generación de la necesidad de cambios profundos en las condiciones de trabajo pedagógico, en el reconocimiento de la dignidad docente y en la posibilidad de construir una Nueva Educación.
*Campaña Para una nueva educación: Dignificar la carrera docente es una elaboración colectiva de: