Bárbara Figueroa: “Tenemos que imponer la necesidad de que los cambios avancen rápido”

Bárbara Figueroa: “Tenemos que imponer la necesidad de que los cambios avancen rápido”

Por: El Desconcierto | 30.04.2015

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Bárbara Figueroa abre las puertas de su oficina de la Central pasado el mediodía. A pocos pasos de La Moneda, su despacho pareciera mirar de reojo hacia el palacio presidencial, ubicado casi al frente del histórico edificio, pero también a la calle que los separa. El ruido incesante de la ciudad y de la Alameda, pareciera guardar el eco de los gritos de cuanta marcha del movimiento social ha pasado por allí, presionando fuertemente por políticas sociales que hoy se juegan su destino en el Parlamento.

En medio de los intensos preparativos ad portas de un nuevo 1° de mayo, Figueroa aguarda por esta entrevista sentada en su escritorio, esperando por su primera tasa de café del día. “Hay que aprovechar que ahora me dejaron tomar de nuevo”, explica con un tono ansioso, uno que se le escuchará pocas veces más durante la conversación.

Dueña de una capacidad de análisis profundo, la militante comunista no evade las preguntas y críticas que le hacen a su mandato. La cercanía al gobierno, la falta de autonomía, la baja tasa de sindicalización y los desafíos para mejorar la democracia interna de la CUT son todas materias que no teme abordar.

Figueroa, la primera mujer en presidir la CUT y también la primera al mando de una multisindical, analiza además los desafíos del sindicalismo y lo que aún queda por discutir en el marco de la refoma laboral.

 

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"NUESTRA ESTRATEGIA HA PERMITIDO ESTAR DISCUTIENDO LA REFORMA A UN AÑO DE LLEGADO EL GOBIERNO"

El ingreso de las indicaciones dejó definitivamente afuera de la reforma laboral la demanda por la negociación por ramas de la producción. ¿Qué lecciones sacan desde la CUT sobre el proceso de negociaciones con el Ejecutivo tras este episodio, en el que se desestimó una de las demandas más sentidas del movimiento sindical?

Lo primero que hay que decir es que el proceso está en desarrollo, no se ha terminado de discutir la reforma por las primeras indicaciones que entregó el Ejecutivo. Digo esto, porque si no estamos haciendo una análisis que no se corresponde con el momento de la discusión. Hoy estamos enfrentados a un proceso en particular en la Cámara de Diputados y el Ejecutivo todavía tiene la posibilidad de ingresar indicaciones en el transcurso del debate.

Sobre las indicaciones del Ejecutivo, lo que se puede ver es que se ha recogido gran parte del planteamiento del mundo sindical. Si uno revisa todo lo que fueron las audiencias, las indicaciones van en el línea de hacerse cargo más de las críticas desde el movimiento sindical que de los reparos que plantearon otros actores.

Uno no puede hacer evaluaciones de la reforma respecto de un punto solamente. El derecho a huelga es tan importante como avanzar en una cobertura los más amplia posible de la negociación. Uno no puede ir parcializando el análisis de estos aspectos. La devolución o reconstitución de derechos también está garantizada por tener el derecho a huelga y por fortalecer al actor sindical como un ente legítimo y necesario. Esas son cuestiones que hasta ahora no estaban garantizadas, y en ese marco, hay que tener una mirada integral para entender lo que estamos discutiendo hoy.

Ciertamente, el tema de la negociación supra-empresa es algo que planteamos en el periodo pre legislativo, en el marco de las indicaciones, pero  se seguirá planteado porque es algo que no se ha agotado. Nosotros nos hemos hecho cargo de una cuestión bastante simple: el debate no es si estamos o no por una negociación ramal, sectorial o -como preferimos llamarlo nosotros- una negociación supra-empresas. Acá el debate es cómo consolidamos sujetos de negociación para esos niveles superiores al nivel de la empresa.

El Gobierno tuvo que recoger parte del planteamiento, porque no lo hizo todo, y repuso el proceso de negociación de federaciones y confederaciones. A nuestros ojos, ese es un paso significativo porque finalmente es el actor o sujeto que puedes reconocer par una negociación supra-empresas. Esta es una cuestión práctica al final, no una cuestión teórica. No saco nada con hacer grandes discursos sobre la teoría del derecho en estas materias, si al final del día no voy a tener a un sujeto validado para que pueda ser una parte activa.

Todavía está en desarrollo este tema en particular, pero también hay otros que hemos planteado, como el tema del piso del IPC, los pactos de adaptabilidad para que salgan del proyecto, acotar aún más los servicios mínimos. Claramente estos son los cuatro temas más gruesos y significativos que vamos a enfrentar en esta etapa.

Barbara Figueroa 5En el caso de que esos temas que han planteado, queden fuera del proyecto final, ¿cómo lo vería?

Creo que en algunas materias, como en el caso de la reajustabilidad en base al IPC, ahí es difícil que el Ejecutivo no acceda a permitir que si las contrapartes han acordado en procesos de negociación colectiva que esta materia es parte de sus negociación, que eso no sea parte de los pisos. A mis ojos, es algo difícil de sostener de parte del Ejecutivo, pese a que en esa materia no ha innovado.

No sé si vamos a avanzar todo lo que esperamos en los pactos de adaptabilidad; creo que en servicios mínimos sí vamos a acotar todavía un poquito más, es posible ajustar el concepto para que no quede asomo de duda sobre la protección del derecho a huelga; y tengo la impresión que el debate sobre la negociación de federaciones y confederaciones todavía está abierto, porque los parlamentarios apoyan y han presentado indicaciones en la línea de lo que planteamos.

Durante el año pasado, sobre todo después del 1° de mayo, se criticó duramente la falta de autonomía que mostraba la CUT. Considerando lo anterior, ¿en qué pie están actualmente las relaciones con La Moneda?

Están en el pie en el que tienen que estar las relaciones entre instituciones y contrapartes que hoy día enfrentan un debate como el de la reforma laboral. Yo entiendo la crítica, y de hecho la asumimos. Es una crítica que han planteado algunos sectores, incluso dentro de la propia central, por lo que no es algo que no se acoja. Pero mi tranquilidad es que lo que hemos hecho, se hizo en base a una estrategia que se ha ido consolidando en nuestros eventos institucionales,  y que ha permitido que  hoy día estemos discutiendo este proyecto de ley después de 10 meses de llegado el gobierno. Nadie imaginó que después que hicimos el paro del 11 de junio del año pasado, íbamos a estar discutiendo a un año del gobierno entrante un proyecto de fortalecimiento sindical y de negociación colectiva.

Si uno tuviera que mirar respecto de la estrategia construida, lo que se puede evaluar es que, pese a las incomprensiones que generó en su momento, esta estrategia ha demostrado ser una estrategia de avance. Puede faltar mucho, sin duda. De hecho la CUT quiere una nueva institucionalidad laboral, que es mucho más que construir un nuevo Código del Trabajo. Nuestra plataforma trasciende con creces a lo que un gobierno puede abordar, y es mucho más grande  de lo que un gobierno puede comprometer en materia de reformas.

Nuestra estrategia permite avances. Primero logramos que se hable del tema laboral, que algunos lo daban por perdido. Decían que cuando nos movilizamos el año pasado, hacíamos un saludo a la bandera y después de esto, los temas laborales ya no van a salir de la agenda, pero rompimos el candado que tenía en Chile, que era casi un tabú, y que se hizo probablemente en el peor de los escenarios, porque empezamos a hablar del tema laboral con la crisis económica mediante. Muchos dijeron que no se podía hablar de eso ahora, con la economía desacelerada. Y sin embargo, instalamos el tema. Eso demuestra que hablar de temas laborales no significa que los países se van a pique.

No puede parecernos extraño que estos debates existan. Todo lo contrario, es parte natural del ejercicio de debates democráticos. Uno tiene que ser capaz de mirar con altura de miras y entender que, en su gran mayoría, son críticas que buscaban apoyar en los procesos. Lo bueno es que el tiempo ha demostrado que siempre se tuvo un objetivo, que no era la protección  de un gobierno u otro, sino de avanzar en los derechos de los trabajadores, que es para lo que estamos.

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Estudios que han analizado el impacto que podría tener la reforma laboral indican que el 53% de los trabajadores asalariados no será afectado por la nueva normativa. ¿Cómo analizan ustedes dicha situación?

Leímos la noticia que salió en estos días, pero no conozco el detalle del estudio para ver cómo desagregaron datos institucionales para poder analizar el impacto de la reforma. Yo tengo dudas ahí, porque dentro de los no impactados, se menciona a las trabajadoras de casa particular. Ese sector nunca se dijo que iba a estar dentro de la reforma, porque son sectores donde la contraparte no está organizada. Yo no voy a cuestionar la rigurosidad del estudio, pero claramente aborda un espectro que nunca iba a estar dentro de la reforma laboral.

Por ejemplo, aborda la realidad de trabajadores por cuenta propia, o los que son familiares, que es la realidad de muchas mi pymes, por ejemplo. Esos ámbitos siempre se dijo que no iban a ser tocados por la reforma, por lo que sería una constatación de un dato que, para quienes estuvimos desde el inicio del debate, siempre estuvo presente.

Recientemente el OHL elaboró un informe anual de huelgas durante 2014, que muestra que las huelgas ilegales involucran mayor cantidad de trabajadores. ¿Qué visión tienen desde la CUT de esta situación? ¿Respaldan todo tipo de huelgas?

En una legislación como la que tenemos, el marco de acción efectivo que se puede tener con una negociación reglada, y bajo los parámetros de huelga que nuestro país tiene hasta ahora, con reemplazo y con descuelgue, va a ser menor al que se dé en los marcos fueras de esta legislación. Obviamente tendrán más impacto aquellos sectores donde no tienen regulación, porque se tendrán menos sanciones. A mí no me extraña nada y es obvio que esta realidad se dé. Es obvio que hay más participación en las huelgas ilegales porque si participas de las legales, no sólo tienes el problema del descuelgue, del reemplazo, sino que además el despido está a la vuelta de la equina.

Eso, lo único que hace, es reforzar lo que hemos dicho: la regulación debe ser para todos, pero no una que lo regule todo, para que al final del día te satanicen. La regulación debe ser para todos pero en el marco de lo que los convenios internacionales mandatan; con protección a las libertades sindicales, con resguardo de la acción sindical, y que es a lo que aspiramos en el marco de este proyecto de ley.

Efectivamente hay algunos sectores que van a quedar fuera de este proyecto, pero obviamente que uno los apoya con la misma fuerza con que apoya cualquier otro sector, porque son trabajadores al final del día. Sus demandas son las de cualquiera de nosotros. Ahí claramente no hago distingos. Huelgas, legal o ilegales, para plantear demandas en un contexto de movilización, son el único instrumento con el que nosotros contamos.

- El mismo informe da cuenta de otros dos aspectos interesantes. La mayoría de las huelgas se concentran en grandes y medianas empresas, y la mayoría de las ilegales se desarrollan en regiones. ¿Cómo se afronta desde el movimiento sindical la defensa de los derechos de los trabajadores que quedan más al margen, es decir, los de las pequeñas y micro empresas?

Nuestra geografía es la que finalmente determina y explica el por qué de estos movimientos sectoriales, que algunos llaman más radicalizados, pero que yo diría que son sectores productivos con una conciencia de clase interesante. Esto se da porque finalmente tienes todo un polo de desarrollo que se da en los puertos, en el sur de nuestro país, particularmente en la Octava, y otras. Y tienes el desarrollo de la minería concentrada en el norte del país, entre Iquique, Atacama, Copiapó y parte de la Cuarta Región. Obviamente ahí es donde se polariza mucho más, porque es donde se focalizan los polos productivos.

Ahí lo que se hace no es sólo mantener el vínculo con las estructuras centrales  a nivel nacional, sino que también  -es el llamado que hemos hecho- que nuestras propias estructuras en regiones estén muy vinculadas con todos los sectores. Y eso, independiente de que estén o no afiliados a la Central.

Más allá de la solidaridad de clases, hay una cuestión que empieza a ser central y que es el debate por el modelo productivo, meternos en el debate del modelo de desarrollo económico del país. Uno puede decir que se avance en grandes políticas públicas como la educación o la salud, que es uno de los debates todavía abandonados. Todo eso requiere de un Estado que cuente con recursos para hacer sostenibles estas políticas públicas. Si eso pretendemos seguir haciéndolo sobre la base de la exportación o importación de servicios, o a costa de la extracción de minerales pero sin elaborar, sólo como materias primas, es evidente que vamos a tener un problema.

Creo que ahí es donde estamos desafiados, no solamente desde la CUT, sino que desde estos sectores productivos y desde el mundo sindical, a meternos en esos debates. Es claro que al mundo empresarial se le va a escuchar en materia de innovación y productividad. Lo que nosotros esperamos es que también se nos escuche, porque creemos que tenemos un aporte muy importante que hacer para que Chile no solamente garantice derechos, sino que además los pueda hacer sostenibles en el tiempo.

Barbara Figueroa 2“ENFRENTÁBAMOS UNA DISPUTA QUE PROBABLEMENTE IBA A TRASCENDER A LOS BLOQUES TRADICIONALES”.

El respaldo de la CUT al programa de gobierno se justificó desde un comienzo bajo el supuesto que las reformas que impulsaría esta administración ayudarían a fortalecer los derechos sociales. ¿Qué evaluación hacen a más de un año de gobierno sobre ese avance?

Por eso decía al principio lo de la estrategia. Cuando nosotros iniciamos el debate interno de cómo íbamos a enfrentar el nuevo ciclo y periodo que iba a enfrentar nuestro país con el potencial nuevo gobierno, hasta ese momento no se sabía quiénes serían incluso las candidatas. Teníamos claro que, fuera como fuera ese proceso, o ganara quien ganara, lo que enfrentábamos como país era un poquito más complejo que decir este es un proyecto A y un proyecto B. Lo que enfrentábamos era una disputa que probablemente iba a trascender a los bloques tradicionales. Probablemente esa disputa también iba estar dentro de cada bloque, de la oposición y del gobierno. Y creo que en eso no nos equivocamos.

Nuestra estrategia sindical para llegar al momento de debate en el que estamos tuvo que ver precisamente con ese análisis. Independiente de quién ganara el gobierno, lo claro es que iba a enfrentar tensiones internas y externas.

Analizando ese cuadro, dijimos que lo importante era ir conjugando acciones que permitieran poner en tensión a los bloques y forzarlos a tener que dar pasos. Y así fue como llegamos a que a diez meses de llegado el gobierno tuviéramos un proyecto de reforma laboral. Eso está operando para todos.

Nosotros, a un año de llegado el gobierno, y sobre todo hoy se ve de manera más nítida, podemos decir que no sólo son sectores de la oposición los que no quieren que haya cambios, que también hay sectores que algunos denominan “la vieja guardia”, que diría son sectores más conservadores de la Nueva Mayoría, que si bien no quieren que se detengan los cambios, señalan que éstos deben ser más lentos. Y por esa vía desacelerar los procesos y no permitir que se avance con la rapidez que necesitamos para llegar al tema de fondo, que es el constitucional.

Nuestro análisis es que hoy día más que nunca los actores sociales tenemos que jugar un rol clave para imponer la necesidad de que los cambios avancen, porque corremos el riesgo de que aquello que fue comprometido, finalmente no vea la luz. Y ése sí que sería el peor de los errores que se pueden cometer.

Me llamó mucho la atención el informe que hizo el PNUD la semana pasada. Me llamó poderosamente la atención eso de que la ciudadanía decía que los cambios se tienen que hacer y se tienen que hacer rápido. Porque todo lo que te dicen es que la gente quiere que esto sea tranquilo, que haya acuerdos nacionales. Raro, porque lo que el PNUD te está diciendo es todo lo contrario. La ciudadanía quiere que se ejerzan las mayorías, pero mira con desesperanza porque cree que no va a ocurrir. Entonces, la señal que dan con eso es que la primera obligación es responderles. Si la gente quiere cambios, entonces el Gobierno tienen que avanzar en lo que comprometió.

Parte de nuestra tarea como Central es exigirle al Ejecutivo que cumpla. Para que eso ocurra, los actores sociales debemos jugar un rol.

Barbara Figueroa 6- Considerando el rol que le compete al sindicalismo en hacer frente al neoliberalismo como modelo económico que avanza a contrapelo de los derechos laborales, ¿qué autocrítica se puede hacer desde la CUT ante la cada vez menor tasa de sindicalización (14%) que presenta el país?

Efectivamente tenemos que avanzar en ese debate como central, y nos corresponde este año, en el marco de lo que nuestros estatutos nos mandatan, hacer un Congreso interno, previo al año de elecciones que es el próximo, y creo que estos temas los vamos a abordar. Pero creo que sería injusto que yo planteara críticas o autocríticas sin que eso no lo colectivicemos primero, porque podría ser injusta con las conducciones anteriores.

Sí creo que uno puede pensar para adelante, y creo que como lección del proceso en el que estamos hoy día, es que para mañana el movimiento sindical no puede seguir siendo el mismo que es hoy día.

No puedes luchar por derechos que te arrebataron antes para que al final del día te quedes en la misma dinámica. Eso, a mis ojos, es insostenible. Es un debate que vamos a tener que abordar los sindicalistas, de definir cuál es el sindicalismo que queremos construir para los próximos años. Ciertamente en eso no podemos decir que la responsabilidad en las tasas de sindicalización o de filiación a las centrales, tenga que ver sólo con lo malo de la ley. Algo ha faltado en nosotros también para cautivar a los trabajadores hacia la organización sindical.

Creo que eso es lo bonito de lo que vemos hoy día, no es sólo una cuestión donde uno dice vamos a avanzar en derechos, sino que eso también desafía como organización a ser más. No sólo para que se afilie más gente, sino que también en términos de legitimidad. Eso yo lo asumo a plenitud y no le tengo miedo a ese debate.

Decía que no quiere hacer una autocrítica que incluya a las conducciones anteriores y que eso debe quedar en la discusión interna. Pero, ¿qué comparación hacen de la conducción anterior respecto de la actual? ¿En qué se ha mejorado?

Siento que lo más significativo es que, haciendo justicia a los procesos de acumulación y de luchas anteriores -la CUT fue de los primeros movimientos que hizo frente a la Concertación y sus políticas, y fue duramente reprimido el 13 de agosto de 2003- en este periodo, dado también el contexto político que se ha construido, hemos logrado dar ese salto que la central requería urgentemente.

Siento que en ese sentido sí hemos aportado al desarrollo de la CUT y hubiese sido muy triste tener una conducción nueva, y que eso no significara nada. Creo que eso hubiese sido muy lamentable.

Hace algunos años, el 22% de los sindicatos del país pertenecían a la CUT. ¿En qué pie de representatividad está ahora la central?

Según las estadísticas, nosotros representamos el 98% de las organizaciones afiliadas a centrales, considerando que hay una amplio rango de organizaciones que no se afilian a ninguna estructura superior. Eso dividido en un sector público, que es fuerte dentro de la central, pero que no representa más del 47-48%. En ese sentido, somos una central que representa diversidad, tanto en el sector público como en el privado, y que ha ido creciendo en otros sectores del mundo trabajador.

Además en el último tiempo se han creado muchos sindicatos nuevos, y gran parte de ellos, no todos, pero una porción significativa, está buscando afiliarse a la central. Hemos tenido un crecimiento de afiliación en este periodo, sin duda, y sobre todo de sindicatos base, que es algo muy significativo para nosotros, porque es algo donde uno reconoce el esfuerzo de los propios trabajadores de base de poder ser parte de este proyecto colectivo.

Entendiendo que aún nos resta muchísimo en materia de sindicalización, creo que estamos en un muy buen pie respecto de lo que hoy existe de sindicalización. Esto se trata de seguir creciendo hacia la meta de un millón de trabajadores afiliados a la CUT, y sin tener el dato exacto, creo que nos hemos acercado a esa meta bastante.

Uno de aspectos que se le cuestiona desde fuera a la CUT es el sistema de elecciones que tiene. ¿Cree que se debe avanzar hacia un sistema de sufragio universal?

bárbara figueroaVuelvo a lo que mencionaba antes, respecto del Congreso que tendrá que definir esas cuestiones internas, y por lo tanto ése es el lugar donde debemos pronunciarnos sobre esa materia. Lo que hay que tener claro es que, independiente del mecanismo, si es proporcional o no, lo que tenemos que garantizar de sobremanera, es el nivel de representatividad. Eso significa que acá, para constituir las estructuras de dirección, uno debiera buscar que cada uno de esos directivos se corresponda con la participación electoral.

En eso tenemos un salto que dar aún, porque ahí no sólo son niveles de transparencia, sino de cómo también nosotros vamos garantizando que haya una estricta relación entre la votación y la representación en las estructuras de la central. Ese es un paso que necesariamente tenemos que dar.

Tengo la impresión que el sistema de elección actual no permite resolver esto: que se garantice que haya competitividad en cómo las listas incorporan a dirigentes en las estructuras de debate. Ahí tengo la impresión que uno puede hacer cambios que si bien no son radicales, sí le cambiarían la cara al central.