Eutanasia en Chile: La demanda que el Gobierno no considera prioritaria
Tras el caso de Valentina Maureira, la menor de 14 años afectada por una fibrosis quística que grabó un video para pedir autorización para una inyección letal a la presidenta Bachelet, el debate sobre la eutanasia en Chile ha tomado nuevos bríos, permeando tanto a nivel legislativo como en los medios. Tras ser visitada por la mandataria, la menor decidió acceder al único tratamiento disponible para estos casos: el trasplante de órganos.
Sin embargo, cada cierto tiempo aparecen distintos casos que hacen reflotar un debate complejo pero cada vez menos considerado como tabú, como lo es el de la eutanasia. También llamada como “el buen morir”, la opción de terminar con la vida en caso de encontrarse en una enfermedad terminal y que mantenga bajo sufrimiento a las personas, es rechazada principalmente en los sectores conservadores del parlamento, pero no exclusivamente por ellos.
Comúnmente encasillado como un tema “valórico”, el debate en torno a la eutanasia ya había experimentado un episodio importante cuando, en junio de 2014, se supo de la existencia de una carta firmada por el Dr. Manuel Almeyda, destacado militante socialista y hermano de Clodomiro Almeyda, solicitando al Colegio Médico el inicio de un debate de “hombres justos” en torno a la interrupción voluntaria de la vida, en caso de enfermedades terminales que empujan a los pacientes a perder su autonomía, afectando su dignidad.
En su misiva, Almeyda abogó por por una forma “justa y digna de poner fina a la vida de quien sufre ya un daño irreparable”, motivado por una larga enfermedad de insuficiencia cardíaca y respiratoria, que a los 89 años lo tenía sin ganas de seguir viviendo. La carta, enviada en enero de ese año y a pocos días de su muerte, motivó una reflexión interna en el Partido Socialista, atendida la condición de ex secretario general de Manuel y del peso histórico de los Almeyda en la tienda.
Sin embargo, y aunque el tema fue abordado en importantes instancias partidistas, sigue lejos de concitar acuerdos necesarios para conseguir materializarse en un proyecto de ley.
Así se desprende de lo expresado por dos diputados socialistas, ambos miembros de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. Tanto Manuel Monsalve como Juan Luis Castro reconocen en la carta de Almeyda un punto de partida.
Monsalve afirmó que “la carta impulsó la instalación muy fuerte del tema de la eutanasia al interior del partido” y acotó que durante 2014 se realizó una Conferencia Nacional de Salud al interior del PS, “que propuso impulsar este debate y crear las condiciones para que se pueda legislar positivamente en esta materia”, afirmó.
Sin embargo, para Castro, el debate partidista en torno a la eutanasia “no se ha resuelto”, aunque reconoció la influencia de Almeyda en la instalación del debate. “El caso de Almeyda es muy particular; emprendió un camino, podríamos decir, de eutanasia por omisión porque prefirió dejar de alimentarse. Claro, es un situación muy dramática que también está en la esfera del tema”, afirmó.
El juego legislativo
Tres mociones fueron presentadas durante 2014 en la Cámara de Diputados para abordar la eutanasia. La primera ingresó a trámite el 16 de junio y fue presentada por el diputado Gaspar Rivas (independiente) y la actual senadora Adriana Muñoz (PPD), y establecía la “no sanción penal para la eutanasia cuando ésta sea de carácter voluntario”, estableciendo las características que permiten configurar dichos casos.
La segunda moción ingresó el 24 de septiembre a cargo del entonces diputado PS Alfonso de Urresti, en conjunto con el senador Fulvio Rossi, de su mismo partido, e intenta modificar algunos aspectos del Código Sanitario para poder “regular la eutanasia”.
Por su parte, la tercera moción contó con un número bastante mayor de patrocinantes, y de distintos partidos políticos. Presentada por los diputados Claudio Arriagada (DC), Giorgio Jackson (RD), Tucapel Jiménez (PS) y Vlado Mirósevic (Partido Liberal), además de las diputadas Karol Cariola (PC), Maya Fernández (PS) y Marcela Hernando (PRSD), la moción ingresó el 9 de octubre a la Cámara y el 14 pasó a Comisión. El proyecto pretende modificar varios cuerpos legales para poder permitir la eutanasia en Chile, “haciendo efectiva la autonomía de las personas en caso de enfermedades terminales”.
Sin embargo, y al igual que las otras tres instancias, no presentaron ningún avance sustancial y para este año, no aparece dentro de los temas prioritarios de discusión, ni tampoco figura en la tabla.
Otras tres mociones habían sido presentadas en años anteriores -una en 2004 y dos en 2006- pero actualmente están archivadas, por lo que todos los proyectos están, pero no están.
Bioética y la discusión “valórica”
Justo después de la presentación de las mociones durante 2014, el destacado académico de la Universidad de Chile, Miguel Kottow, decidió republicar un breve artículo en el que da cuenta de su visión en torno al tema, criticando duramente las iniciativas parlamentarias ya que, según él, “los proyectos de ley que se ingresan son los mismos que se marchitaron ocho años antes de florecer”, además de cuestionar “la honestidad de precipitarse a una aventura política que, quién lo duda, fracasará, porque es políticamente inviable y, muchísimo más importante, sigue vacía de claridad conceptual”.
En su artículo, Kottow, jefe de la Unidad de Bioética de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, plantea la necesaria distinción a nivel bioético entre la eutanasia y el asesinato, afirmando que “aún hoy, entre sus detractores la retórica tiende a homologar falazmente eutanasia con asesinato. A la bioética secular le corresponde al menos, aceptar la apertura del debate y crear las condiciones que hagan posible el progreso cultural de reducir las prohibiciones a la autonomía cuando su ejercicio no afecta a otros”.
El Doctor en Medicina de la Universidad de Bonn, Alemania, recalca en su artículo que la prevalencia de la eutanasia en aquellos países donde ya se ha despenalizado dicha práctica se mantiene en niveles similares a los anteriores, como ocurre en Holanda.
Para Kottow, uno de los factores que explican la resistencia a aceptar la eutanasia pasa por el marco argumentativo de los mismos médicos, centrados principalmente en cumplir con su código profesional y con la ley.
“A la luz de esta perspectiva, resulta fútil la discusión actualmente en curso, donde contrasta la argumentación de los pacientes que claman por un derecho a recibir eutanasia, y los médicos que rehuyen toda injerencia en acelerar la muerte bajo cualquier circunstancia”, afirma Kottow.
“La situación paradójica de definir eutanasia estrictamente en el marco de la medicina y, por otro lado, encontrar la irrelevancia la discusión a nivel de relación médico-paciente en vista de la fuerte oposición de los médicos es producto de decisiones (bio)políticas y enfatiza el reconocimiento que la eutanasia es materia de medicina pública”, agrega el académico.
En otras palabras, Kottow advierte que “la eutanasia ha sido arrebatada a la reflexión individual y debate público, para convertirse en asunto biopolítico, una evolución que debe interesar a la salud pública del mismo modo que le atañen desarrollos similares en relación al aborto procurado y las políticas de control y manipulación de la reproducción humana”.
Por ello, el académico recalca que los ejemplos dados por Holanda, Bélgica y el Estado de Oregon en Estados Unidos permiten poner el foco ya no en la dicotomía de la conservación de la vida versus la muerte, sino en cómo impactaría la regulación efectiva y rigurosa de dicha práctica a nivel de salud pública.
El futuro en el parlamento
Aún cuando el tema parece haber avanzado de manera importante en el debate público durante 2014, y en los primeros meses de 2015, la eutanasia no formó parte del programa de Gobierno y no parece que vaya a incluirse tampoco. Así también lo hicieron ver los diputados socialistas mencionados anteriormente.
Aunque Monsalve aseguró que para él “no hay ningún tema que sea tabú en el debate público”, aclaró que “no veo que esté en la agenda del Gobierno ni en la legislativa del 2015”.
Es más, para el representante del Bío Bío, “Si bien es legítimo el debate, no creo que haya condiciones en la sociedad chilena para avanzar durante el transcurso de este gobierno, en la legislación respecto a esta materia”.
Monsalve afirmó, eso sí, que el cáncer es hoy la segunda causa de muerte en Chile, y que muchas veces esos casos terminan en desgastantes muertes que dañan a los pacientes en su dignidad. “Hay mucha gente hoy día que es portadora de una enfermedad grave, muchos de ellos en condiciones terminales. (…) La muerte es una realidad cotidiana que vive la sociedad chilena y no me parece nada extraño que se discuta cómo se enfrenta el proceso de muerte de una persona. Estoy abierto ese debate”, expresó el diputado.
Para su compañero de bancada, Juan Luis Castro, el punto pasa porque el Ejecutivo no considere el tema dentro de sus prioridades.
“Hay varias iniciativas en el congreso, pero el Ejecutivo no tiene contemplado poner en carpeta este tema por el momento. Siempre hay disposición a tratar el asunto y a verlo con más profundidad, pero no sé si eso está al alcance de una ley porque todavía no hay claridad respecto de si se va a avanzar o no esa materia”, afirmó
“El origen y el fin de la vida siempre son materias controversiales, y yo tengo la mejor disposición de discutir esto, pero en la medida que el Ejecutivo también tome una decisión, y no lo ha tomado”, agregó
Además, Castro marcó distancia con la moción presentada durante 2014 por Mirósevic, Jackson y otros diputados, afirmando que “están en su derecho (a presentar proyecto) pero yo no lo comparto. (..) En lo personal, yo no soy partidario de la eutanasia activa, que es la suministración de venenosos o tóxicos para poner fin a la vida de otra persona”, finalizó el diputado.