La lucha docente por mejores condiciones laborales puede ser el detonante de reformas estructurales
es una contradicción pedagógica…
En los últimos días hemos visto con la sorpresa de la rebelión delas bases del magisterio frente a las decisiones tomadas por la dirigencia del Colegio de Profesores, respecto de la negociación de 5 puntos que pretenden mejorar las condiciones laborales del magisterio y hacer justicia con los afectados por la Deuda Histórica.
Muchas personas no entienden lo que está pasando en este movimiento. Por un lado el bloqueo comunicacional y, por otro, el mal manejo de Jaime Gajardo del mensaje político que tiene el fondo de estas demandas dificultan esta comprensión. Por eso no es raro que muchos actores cercanos a la educación plantean que “una vez más los profesores están paralizando por temas salariales”.
Muy lejano del argumento que nos señala como “gana panes” están nuestras demandas incluidas en la denominada “Agenda Corta”. En este pequeño relato quisiera aportar para que nuestros aliados en las comunidades educativas: estudiantes, familias y trabajadores no docentes puedan empatizar con nuestras demandas.
Haciendo un recorrido histórico, el 1er Congreso Nacional de Educación realizado por el magisterio el año 1997 ya planteaba la lucha por reformas estructurales en educación. En ese tiempo se planteaba la derogación de la LOCE (Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza), porque era la camisa de fuerza para realizar cambios estructurales. Esta misma demanda fue levantada por los estudiantes el 2006, después de entender que de no cambiar esta legislación las reivindicaciones puntuales no se podrían realizar. El profesorado de base hoy está enfrentado las mismas reflexiones del 97 y de los estudiantes el 2006.
Estas reflexiones se empiezan a acrecentar por la frustración que genera el agobio laboral. Todos los medios de comunicación hablan de educación,desprestigiando el trabajo docente y responsabilizando al profesorado de los malos resultados en las pruebas estandarizadas sin ninguna autocrítica de su rol y sin comprender el contexto en el que se da el trabajo docente.
Un primer antecedente es la ya conocida segmentación del sistema educativo y que el SIMCE que mide la calidad de la educación, solo mide el acervo cultural y académico que traen los niños desde su familia de origen. Estos argumentos explican por qué la estratificación social se refleja en la escuela y reproduce esta segmentación en la social como un círculo vicioso.
Ante esta realidad los profesores hacemos lo posible para que nuestros estudiantes puedan desplegar todos sus talentos, pero con un contexto poco favorable. En este sentido, el modelo político social neoliberal ha arraigado en nuestro pueblo la competencia y la meritocracia (el emprendedor), como si salir de la pobreza sea solo por falta de esfuerzo individual. Por su parte,los medios de comunicación contrariamente a promover imágenes que permitan desarrollar habilidades sociales y culturales que generen incentivo al aprender, proyectan imágenes distorsionadas del éxito como sinónimo del acumulamiento material fácil. Es en este contexto que los profesores nos enfrentamos a motivar el aprendizaje de nuestros alumnos, los que ya sienten que por venir de un sector determinado tiene su futuro preestablecido para ser gobernante, profesionales u obreros.
En todo este marco los profesores, además, tenemos que lidiar con una cantidad excesiva de alumnos que nos impiden un conocimiento individual necesario para generar diversificación metodológica y para planificar los apoyo específicos que pueda necesitar cada estudiante. Paradójicamente, cuando las escuelas más pobres -que atienden a los estudiantes más pobres y que necesitan que sus características individuales sean más consideradas- bajan su matrícula son cerradas porque no se financian. Es decir, que mientras no cambie el sistema de financiamiento de la educación de subvención por estudiante a financiamiento basal, no podremos bajar la cantidad de alumnos por curso con todo lo que significa pedagógicamente.
En este mismo sentido, para dar clases se requiere se reflexionar en forma individual y colectiva sobre nuestras prácticas para determinar objetivos, contenidos, metodologías y didáctica para responder a las necesidades educativas de todos los estudiantes. Pero la realidad dice que el escaso tiempo que tenemos para ello, es demandado por el exceso de trabajo administrativo, los requerimientos de los distintos programas que llegan a la escuela y la exigencias de las ATEs (Asistencia Técnica Educativa). Es decir,este proceso de reflexión y planificación se hace en tiempo personal para responder a nuestros estudiantes, pero en desmedro de la vida familiar y del desarrollo individual que nos enriquecen como profesionales (ir al cine, leer un libro, descansar,hacer deportes, etc).
Si todo lo anterior, le agregamos que desde el 2007 no tenemos incrementos salariales reales, porque los incrementos por negociaciones del sector público nos han permitido enfrentar en alguna medida el aumento en el costo de la vida, no nos permite concentrarnos en nuestro trabajo por estar pensando en resolver el pago del endeudamiento incentivado por el propio sistema.
Además, si queremos salir del sistema por edad nos es muy difícil por el sistema previsional de nuestro país que nos entrega pensiones de hambre y a los que ya lo han hecho la dictadura les timó un monto salarial que podría haber incrementado sus jubilaciones que es la conocida Deuda Histórica. Su pago permitiría que muchos de nuestros profesores jubilados tuvieran un pequeño alivio para vivir su vejez más dignamente.
De este diagnóstico surgen 5 los puntos que se están demandando:
1. Titularidad, que permitan estabilidad laboral para trabajar con los estudiantes en forma más permanente y conocerlos a fondo.
2. Fin al agobio laboral: eso significa tener más tiempo para el trabajo de preparación de clases y atención de alumnos y familias, menos alumnos por curso, menos trabajo administrativo y generación de evidencias, entre otras.
3. Incremento del Ingreso Mínimo Docente, congelado desde el 2010 y que es un parámetro con que sostenedores pagan salarios, porque la mayoría paga el mínimo a los profesores.
4. Incentivo al retiro, que sea una forma de indemnización por el aporte que realizan los profesores al país al formar a sus ciudadanos y que enfrentarán jubilaciones precarias.
5. Pago de la Deuda Histórica, como un reconocimiento a una apropiación indebida de parte del salario que hizo el Estado a nuestros docentes que fueron traspasados a los municipios.
Todo esto no quiere ser enfrentado por la Nueva Mayoría ni la alianza, porque saben que reconocer estas reivindicaciones abre una puerta para que la sociedad avance en demandar reformas más estructurales que cambien el sistema de financiamiento en forma radical, se necesitarán más escuelas y más profesores si se logra bajar la cantidad de alumnos por curso y menos horas frente a alumno, por último tener salarios y jubilaciones dignas significa reconocer que el Estado a empobrecido al magisterio responsable de formar a las futuras generaciones.
Quienes estamos convencidos sabemos lo necesario de luchar por estas mejoras, pero no cesaremos en poner toda nuestra energía por ganar corazones para exigir reformas estructurales, no por ajustes a este modelo.
¡Por una educación pública, estatal, gratuita, inclusiva, integral, con participación comunitaria y que reconozca el desarrollo profesional docente, ahora!