Volantín cortao y Partir to live: El nuevo joven cine chileno

Volantín cortao y Partir to live: El nuevo joven cine chileno

Por: Daniel Olivares | 13.11.2014

Mi abuela, a quien le debo en parte el vicio de ver y hablar de películas, se parece muy poco a la abuelita Eliana de Master Chef de Canal 13. Coincidencia de nombre, coincidencia de rol en la sociedad: porque le debemos mucho a las abuelas y yo, en alguna medida, heredé de ella el trajín cinematográfico.paraisob

Resulta que mi abuela no ve películas chilenas, para ella el cine sigue llamándose teatro y el espectáculo es una cuestión alegre, feliz. O por lo menos elegante. Y en el estereotípico cine chileno el escenario suele ser otro. Pudiendo ella elegir qué película encerrarse a ver en la oscuridad de una sala de cine, se ha negado históricamente a ver cintas nacionales. Imagino que muchas veces se ha equivocado con esa medida arbitraria, porque pagan justos por pecadores, si el conjunto discriminado lo abarca todo.

Pero solo luego de ver Volantín cortao y Partir to live, después de “conocer esa realidad” del SENAME y de naufragar en poéticas pesadillas entendí el porqué. Es un asunto de miedo. Es mejor que lo que pasa allá, siga pasando allá bien lejos. Fue bhapymiedo lo que le provocó a mi abuela  no ver cine chileno. Mejor no saber de las penas o pesares de los demás, porque conocer esas realidades puede impactar y doler. Y no es solo el miedo a lo desconocido, es establecer una barrera. Para ella es suficiente con ver lo que los noticiarios transpiran de miedo a diario: violaciones, asesinatos, robos… etc. La lista es larga y da para sorprender hasta a los más creativos. Basta con la tele, el cine que no se contamine, pensará. Pero el cine es mucho más que un reflejo de nuestra sociedad, incluidos los sueños y las pesadillas.

Volantín cortao de Diego Ayala y Anibal Jofré

Esta es la historia de un viaje sin rumbo, un vuelo sin ruta, dirección ni pilotaje. Un vuelo que inevitablemente irá en caída libre. Un viaje cinematográfico de 77 minutos, hacia la fragilidad del sistema de protección de menores de nuestro país.

volantin_cortaoEsta cinta, que pueden ver en el Club Radicales, instala al espectador en un escenario complicado pero de una manera limpia y sin dobles estándares. La película, que nace como un trabajo universitario, explora libremente y con un realismo sorprendente un territorio difícil. Estereotipado de más. Podríamos recordar cintas olvidables como Paraíso B de Nicolás Acuña con Leonor Varela o B-Happy de Gonzalo Justiniano con Manuela Martelli. Esta cinta narra en un tono intimista, con técnicas heredadas del cine documental, en un lenguaje duro basado en vocabulario de los jóvenes marginales, protegidos bajo el amparo controlador del SENAME (como nos gusta a los chilenos: en la medida de lo posible, dentro del centro que más parece una burbuja).

Se trata de niños y jóvenes que viven, en sus casas o en la calle, imposible adivinar, y forman parte de un plan que busca reinsertarlos en la sociedad, convenciéndolos de que robar o matar no es el camino. Con ellos convive Paulina (Loreto Velázquez), en plena crisis vocacional, haciendo su práctica universitaria. Un conflicto propio de la juventud, el de no sentir el “llamado”, no tener “vocación”, algo que posiblemente se puede sobrellevar con el tiempo en muchas profesiones, con el goce de beneficios económicos, por ejemplo, pero para un asistente social el dilema pareciera ser mayor: si no es por vocación, entonces por qué. “Volantín cortao cuenta un relato más sincero de este mundo, sin sesgos morales, sin juicios”, comentó su director Aníbal Jofré. “Esta película nace de la inquietud por saber qué pasa con los jóvenes que cometen actos delictuales, en espacios públicos, donde todo el mundo los puede ver. Se hizo sin actores y con mucha improvisación para retratar la realidad de la mejor manera posible”, agrega el otro director de la cinta Diego Ayala. Como nota para los melómanos, los créditos finales son acompañados por la dulce y triste melodía de “Pañueli” del gran Manuel García y su guitarra.

 

Partir to live de Domingo García-Huidobro

Esta es una cinta experimental de 71 minutos, surrealista y psicodélica a ratos, y bien podría apreciarse como un extenso videoclip lleno de poesía visual. Se basa en lugares y situaciones con que soñó su director y mezcla en un íntimo caos, las sensaciones y pesadillas de un joven sin nombre (Martín Castillo) que investiga avistamientos de OVNIS. Es un oscuro viaje, guiado especialmente con la música que brota del laúd de Jozef van Wissem (nada más ni nada menos, que el ganador del último Cannes por mejor banda sonora, por su trabajo en el último filme de Jim Jarmusch). partir-630-1

Partir to live es un experimento, nos comentó su director, cuando asistimos a la función en el Centro Arte Alameda: donde actualmente se exhibe. Y creo que no solo hay que poner especial atención al cineasta sobre lo que dice de su trabajo, sino que además debería ser ese el punto de partida del espectador. Este es un experimento audiovisual, de esos que resultan inquietantes en una butaca en medio de la oscuridad de un cine, pero por sobre todo es un viaje: poético y musical. No por nada, el gran Jim Jarmusch declaró luego de verla: "Es una película misteriosa y hermosa, suavemente alucinatoria. Soy definitivamente un fan".