Reforma Educacional, Lucro y Clasismo

Reforma Educacional, Lucro y Clasismo

Por: El Desconcierto | 20.10.2014

Claudio RomanMucho se ha escrito desde hace unos tres años respecto del lucro y en particular respecto del lucro con recursos públicos, sin embargo el debate ha estado centrado solamente en algunos aspectos, podemos hablar de lucro citando a Ricardo, Marx o Friedman, pero recordemos que la económica no tiene más solidez científica que la sismología o la astrología, pero el debate en Chile es un debate tramposo, los puristas nos dicen que no se puede lucrar con el dinero público, pero nada nos dicen de todas las empresas que hacen negocios con el Estado, desde la Presidencia, Codelco hasta la última municipalidad de Tierra del Fuego.

Nos responden, que con el dinero público que garantiza los derechos sociales es diferente, cabe preguntarse entonces si las imprentas, agencias de publicidad o empresas comunicacionales que lucran con cada elección de municipal, parlamentaria o presidencial, momentos donde los ciudadanos ejercen sus derechos políticos, tienen legitimidad para lucrar o no. La respuesta es el profundo silencio, más allá de las estridencias actuales frente al financiamiento legal e ilegal de las elecciones. Mucho cinismo, mucha hipocresía.

Entonces, vamos al punto directo, de cuánto dinero hablamos cuando hablamos de lucro en educación, si miramos datos duros más del 90% de los sostenedores de colegios subvencionados ganan menos que cualquier asesor del Ministro de Educación, entonces –más allá de la teoría y la ideología– cabe preguntarse por qué un joven talentoso recién egresado de la universidad que quizás ha escrito un par de “papers” sobre educación es legitimo que gane más que el 90% de los sostenedores. Claro algunos, con afanes “pedagógicos” nos dirán eso es su sueldo y no retiro de utilidades, pero si el sostenedor iguala su retiro de utilidades a un sueldo de asesor Ministerial y lo que le falta para igualar el monto del asesor lo incorpora como sueldo variable sobre la base de sus resultados, en esta situación es lucro ilegitimo es el sueldo legítimo. Mucho cinismo, mucha hipocresía, pero también mucho clasismo.

"La reforma, curiosamente obliga a usar el derecho social a los sectores medios y populares, pero protege a las elites para que ellos sigan teniendo sus privilegios, “privilegios de clase” como les llamaba el presidente Allende."

Pensemos un momento fuera del mundo educacional, sería lógico que el periodista Felipe Bianchi gane más que Gary Medel, un neoliberal diría que sí, que depende de los mercados, una persona “progresista” nos diría que no, que los que hacen el espectáculo no pueden ganar más que los que comentan el espectáculo. Ahora volvamos a la educación, por qué los Bianchi del Ministerio de Educación pueden ganar más que los cientos de Gary Medel que sudan la camiseta con los niños y familias de los sectores más vulnerables y nadie dice nada, y no sólo hablamos de los profesores y sostenedores de los colegios particulares subvencionados, sino también a los cientos y miles de profesores de colegios municipales. Mucho cinismo, mucha hipocresía.

Siguiendo la misma lógica, que diríamos si la selección de futbol se la encargáramos a Bianchi y no a Sampaoli, todos pensaríamos que es un profundo error y no estaríamos dispuestos a apoyarlo. Entonces por qué confiamos en los Bianchis que con suerte han pisado una escuela de los sectores vulnerables en el mundo popular de nuestro país, escuelas subvencionadas y municipales, por qué no confiamos en la opinión de nuestros Gary Medel, por qué no los escuchamos. Cabe preguntarse, qué experiencia práctica tienen los Bianchi de la educación para pasar sobre las miles de vivencias de los Gary Medel que día a día tocan los problemas del mundo popular, que son más fuertes que las teoría que estos supuestos “expertos” pontifican. Mucho clasismo, mucha hipocresía.

No estamos inventando nada nuevo cuando citamos a la “Ley de Hierro de la Oligarquías” y cuando hablamos de oligarquía no hablamos de la oligarquía de la derecha, también hablamos de la oligarquía progresista. La reforma, curiosamente obliga a usar el derecho social a los sectores medios y populares, pero protege a las elites para que ellos sigan teniendo sus privilegios, “privilegios de clase” como les llamaba el presidente Allende. Escuchamos a la derecha que habla de libertad de educación y escuchamos al “progresismo” hablar de derechos sociales, pero derechos sociales para los pobres, pero en realidad estamos hablando de la más indignante segregación social, segregamos a los pobres y los sectores populares y mantenemos la distinción de la elite, de izquierda y derecha. Como toda elite, a la hora de sus hijos y sus privilegios de clase, se protegen, se cuidan y mucho más cuando se trata de sus hijos. Experimentan con los pobres y los sectores medios pero con sus hijos jamás. Recordemos lo que decía el presidente de la empresa publica más grande de este país: “Puse a mis hijos en el que, a mi juicio, es el mejor colegio de Chile. Yo aspiraría a que todos los colegios públicos fueran como ese y, por ende, aspiro a que el Estado gaste por estudiante lo que cuesta un estudiante de ese colegio y que los salarios de los profesores de la educación pública sean los que paga ese colegio”, ciertamente no habla de un colegio municipal o subvencionado, él “aspira a que el Estado…” pero mientras usa su opción de pago, porque legítimamente él se preocupa de aportar parte de sus ingresos a la educación de sus hijos. El no ocupa el “derecho social”, hasta que la calidad de la educación publica sea igual a la calidad de la educación más cara del país. La dictadura al momento de imponer las AFP obligaron a los civiles a ingresar a ellas, ya sabemos lo resultados, sin embargo ellos –los militares– se mantuvieron en sus sistema, reforma para los otros y privilegios para el que hace las reformas. Mucho clasismo, mucha hipocresía.

Hace unos días un analista político escribía que se estaba llegando a la ideología en que el mercado era de derecha y el Estado de izquierda, pero corrijamos a este analista, “Mercado para los ricos y Estado para los sectores medios y populares”. De la calidad del servicio del prestador estatal, luego hablamos, qué importan si nuestros hijos estarán protegidos por los privados. El problema entonces no son los “derechos sociales” sino son los que los administran que son tan iluminados y arrogantes como los que diseñaron el modelo neoliberal. Estamos en presencia de un despotismo ilustrado y los costos nuevamente no los pagaran los ricos o los altos funcionarios del Estado. No nos confundamos, no defendemos al mercado a ultranza, por el contrario, creemos en que hay cosas que el dinero no debe comprar y el mercado no debe intervenir porque el dinero no es un solo un medio de cambio, también permea y corrompe el valor de lo que compra, lo estamos viendo en el escandalo del financiamiento electoral y también en la Iglesia Católica. Mucho clasismo, mucha hipocresía.

Exijamos calidad a los colegios, ya sean municipales o subvencionados, sancionemos el desvío de fondos en los subvencionados, pero a los municipales también. Pongamos objetivos medibles, evaluemos lo que cuesta, las retribuciones y las sanciones, pero para todos. Sabemos que hay ni el mercado ni el Estado son inmunes a la mediocridad, también sabemos que ninguno de los dos son modelos de virtud. Recuperemos nuestras tradiciones de provisión mixta de servicios, pero por sobretodo rompamos con este clasismo hipócrita que nos desvía del debate fundamental.