El profesor que decidió recorrer las escuelas rurales de todo Chile a pie
Lo define como el "gran viaje de su vida", y cómo no iba a serlo, si desde marzo pasado ya ha recorrido más de 2 mil kilómetros a pie. Acompañado de un carrito que él mismo confeccionó, Ulises decidió conocer por sí mismo la educación rural en Chile visitando cada escuelita básica que puede.
En el trayecto, ha recibido la solidaria hospitalidad de decenas de personas y ellos también le dan gracias a él por su visita. Esa "paradójica" reacción y el apoyo que ha sentido en estos duros meses de caminar incansablemente, son parte de la motivación que inspiran al joven profesor de Educación Física a continuar su periplo.
A continuación, algunas preguntas que respondió para ElDesconcierto.
En tu página “Chile a pie” defines el viaje como un proceso personal pero además que busca descubrir cómo se desarrolla la educación rural en Chile, ¿con qué fines pretendes recopilar ese cúmulo de experiencias que has ido sumando y que aún falta mucho por conocer?
En algún punto de mi formación docente -en la UMCE, como profesor de Educación Física-, llegué a cuestionar profundamente mi vocación, los paradigmas y todo lo que te enseñan dentro de la universidad. Ya sea por cuestiones personales, miedo a 'sacrificar mi vida' por vocación, y otras tantas interrogantes que uno se postula con desconocimiento del mundo educativo, descubrí o me pregunté si acaso la Educación, terminaba allí donde llega la clase en la universidad, la experiencia en los colegios, los movimientos estudiantiles de las calles. ¿Realmente era sólo eso?
De allí nació mi afán por conocer yo mismo cómo se vive la educación en nuestro país; conocerla realmente y, a través de eso, conocer la esencia de mi tierra. Mi finalidad es descubrir, ver, crecer y vivir eso que se transmite en las alejadas escuelas de la Patagonia, en el altiplano, en los canales de Chiloé. Es un afán que espero compartir con otros, con el humilde objetivo de quitarme a mí y a los que me leen el velo de la ignorancia sobre nuestra educación, porque allá a lo lejos también se vive la educación. Allá lejos, fuera de la ciudad.
¿Por qué viajas a pie?
Mucha gente me ha hecho esa pregunta y, en verdad, en un primer momento ni yo lo sabía. Con el tiempo he ido descubriendo que caminar por todo Chile tiene una belleza única.
Caminar es la forma más elemental de desplazamiento del ser humano, no implica ninguna máquina ni artefacto de por medio, sólo poner un pie delante de otro. Sin embargo, dentro de esta simpleza hay una paradoja: caminar miles de kilómetros se vuelve un desafío inimaginable para el cuerpo y la mente de cualquier persona. Es eso lo que me agrada y me ha movido, ir aprendiendo a caminar y, con cada paso, aprendiendo a calmar muchas ansiedades propias de la edad o nuestro 'ritmo de vida'. La más común es 'Querer llegar rápido'. Y claro, en ciertos aspectos de nuestras vidas es importante llegar rápido. Pero ahora con un viaje tan largo, el tiempo se vuelve irrelevante y llegar rápido es algo que sólo agota innecesariamente.
Caminando se llega a cualquier parte, tarde o temprano y, finalmente, lo que ocurre a lo largo de ese proceso tan largo, es lo que realmente cambia las cosas o nos cambia a nosotros mismos, de formas que por lo menos yo aún desconozco.
Este es un desafío muy particular y seguramente has atravesado por muchas experiencias distintas, ¿qué te va dejando como enseñanza de vida lo que has atravesado hasta ahora?
Hablar de esto es mencionar una de mis más importantes expectativas sobre esta enorme travesía. Creo que nadie puede vivir por siempre en su burbuja segura. De allí es que quise realizar este viaje: vivir el mundo en un gran viaje, pasar frío, hambre, cansancio extremo, incertidumbre y miedos. Conocer realmente qué hay allá al otro lado del lugar cómodo y seguro. Hasta ahora he cruzado algo así como 1/3 de Chile, quizás la parte más difícil que es la Carretera Austral. En este tramo pasé por cosas que me pusieron día a día a prueba al máximo. Caminar 50 km bajo lluvia torrencial, caminar 14 horas en un día, caminar durante días en la pampa solitaria, caminar de noche, atravesar cuestas propensas a derrumbes, dormir en el suelo, dormir mojado, dormir con hambre, no dormir, etc. Creo que todo eso te vuelve más fuerte, más humilde, más paciente y algo más sabio. La vida así toma otro color; primero porque el mundo allá afuera no es tan hostil como te dicen todos y, segundo, porque es más bello de lo que todos te dicen.
Seguramente más de alguno te llamaría el Forest Gump chileno. Más allá de la comparación caricaturesca, ¿sientes alguna similitud con esa historia?
Creo que lo de Forrest Gump es una comparación graciosa y agradable. No sé si me sienta identificado con la historia o que haya alguna correlación con ella. Pero si me preguntas, lo que me identifica de la comparación es que hay cosas en la vida que se pueden hacer porque sí y sin mayor explicación. En este momento soy como un miembro inútil de la sociedad, no produzco riqueza ni cosas por el estilo, soy un don nadie sin perfeccionarme en estudiar más del título que ya tengo. Soy como un vagabundo sinsentido pero con un objetivo profundísimo. En ese aspecto, Forrest representa el hacer las cosas por gusto, porque sí; y dejar de hacerlas también. Sin duda que este viaje lo continúo porque me apasiona, porque mueve cosas en mí y en otros; pero no lo hago para demostrarle nada a nadie y, al igual que Forrest, si un día me aburro, dejaré de caminar y volveré a mi casa, dejando todo atrás. Aunque dudo que eso pase, por cierto.
Tu viaje lo haces además de a pie, tirando de un carrito que construiste con tus propias manos. Eso debe hacer más lento tu transitar, ¿por qué lo planeaste así?
Supongo que llevar una mochila parece una opción lógica; sin embargo, llevo harto volumen de cosas para las cámaras de video, cuadernos para escribir, y otras cosas, por lo que la solución de la mochila no pareció muy práctica. Allí nació el carrito, el que ya habiendo rodado más de 2 mil km -con sus justas averías mecánicas-, ha resultado ser una forma muy eficiente de llevar mi ropa, comida, agua, cámaras y demás cosas. En la Carretera Austral, donde la distancia de un lugar poblado a otro ronda entre 50 a 90 km, las dificultades de llevar el carrito son mucho menores a las ventajas de llevarlo, por lo que es una decisión racional.
Acá en la zona central el panorama cambia mucho. La distancia entre un lugar poblado a otro no es de más de 20 km y el carrito cae un poco en el absurdo; sin embargo, estoy decidido a continuar con él porque ya representa la esencia de Chile a Pie. El hombre y su carrito por todo Chile y sus escuelas. Es una idea romántica que estoy decidido a mantener mientras el fiel carro siga funcionando, por mucho que cueste arrastrarlo en subidas... Ya en el desierto se sabe como cambiará, otra vez, el panorama.
Me comentaste antes que ahora estás en una “pausa necesaria” después de haber recorrido ya más de 2 mil kilómetros. ¿Cómo están las fuerzas para continuar con el tramo que sigue?
Me detuve acá en Puerto Varas, amparado por la familia de mi mejor amigo, con el afán de reponerme del camino de la zona austral -que fue tan difícil como pensé que sería-. Llegué acá bastante abatido por los meses de caminar, las torrenciales lluvias del último tramo de la ruta 7 y toda la isla de Chiloé. Mentalmente venía agotadísimo y físicamente fatigado y con más de una uña de un pie a punto de salirse.
Esta parada siempre fue planeada también como estrategia para pasar bajo techo gran parte del invierno de la zona sur y, retomar el paso, ya con mejor clima. Es así que el siguiente tramo comenzará ahora en septiembre. De eso no hay mayor dificultad, las energías están al 10 mil por ciento y las ganas también. Lo difícil sí es dejar atrás a gente que te ha recibido como parte de la familia, lazos que se construyen día a día y uno debe dejar al volver al incierto camino. Sin duda es una de las cosas que más me ha costado en el viaje.
También mencionaste que no quieres recibir ningún tipo de auspicio y que financiaste el viaje con dinero propio, de familiares y amigos que te han apoyado, ¿por qué lo prefieres de ese modo?
En algún momento traté de conseguir auspiciadores. Sin embargo, con los días y los pasos, me fui dando cuenta que mucha gente comenzó a identificarse profundamente con lo que estoy haciendo. De pronto muchos comenzaron a vibrar con los relatos y el grupo creció cada día más. Recibo depósitos de dinero de gente que no me conoce, de amigos, de familiares, de muchísima gente. Ese apoyo de pronto me pareció invaluable y decidí, firmemente, que quiero continuar y concluir el viaje con esa esencia: con el apoyo de gente común y que han puesto algo de ellos en mí. Me parece que tener el privilegio de mover a otros con simplemente andar por Chile conociendo, es lo que me mueve y me da energía para continuar. A lo largo del viaje, gente que me recibe en su casa, me da techo y comida, al despedirse me dan las gracias; es una paradoja que me llega hasta el alma. El agradecido debería ser yo, pero en su agradecimiento veo que depositan algo de ellos en mí, para que continúe con fuerza. ¿Qué mejor auspicio que ese?