Parque Eólico Chiloé amenazaría un sector protegido en Ancud
La playa de Mar Brava, un tranquilo sector turístico al oeste del poblado de Ancud en Chiloé, es el escenario de una disputa que nuevamente enfrenta a comunidades locales con el desarrollo de un proyecto energético. En este caso el nombre del conflicto se llama “Parque Eólico Chiloé”.
El proyecto actualmente se encuentra en el proceso de calificación como Estudio de Impacto Ambiental (EIA) en el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) desde fines del 2013, y pertenece a la empresa chileno-sueca Ecopower.
Sin embargo, la iniciativa ha contado con una fuerte oposición de las comunidades locales, las que temen ver afectada un área de interés turístico y de explotación de recursos pesqueros por parte del sector artesanal.
Parque Eólico Chiloe
El parque eólico pretende construir en el sector de Mar Brava 42 aerogeneradores de 91 metros de altura cada uno (a lo que debe sumársele las aspas), que en su conjunto tendrían una potencia de 100,8 megawatt (MW), los que serían inyectados al Sistema Interconectado Central (SIC).
Según el EIA del proyecto, la habilitación del sector donde se instalarían los aerogeneradores, así como del despeje para una línea de transmisión eléctrica de 28 kilómetros, involucran la corta de 51,6 hectáreas de bosque nativo.
Uno de los aspectos que ha sido recalcado por parte de las comunidades locales está asociado a la ubicación del proyecto, el cual estaría aledaño al Manumento Natural Islotes de Puñihuil, área silvestre protegida en la cual habitan diferentes especies marinas como los pingüinos de Humboldt y de Magallanes, chungungos y gran cantidad de aves costeras.
En 2012 el sector de Puñihuil, fue galardonado como el destino turístico más sustentable de Chile por la Federación Nacional de Turismo, mientras que la isla de Chiloé fue catalogada como el tercer mejor destino turístico mundial por la prestigiosa guía de turismo Lonely Planet en el 2009.
Historia del proyecto
El “Parque Eólico Chiloé” fue presentado inicialmente como una Declaración de Impacto Ambiental (DIA), la que se aprobó por unanimidad en la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región de Los Lagos en agosto del 2011, haciendo caso omiso a los argumentos en contra presentados por diferentes organizaciones sociales, comunidades indígenas, representantes de pescadores artesanales, microempresarios turísticos y ONG ambientales.
Sin embargo, la polémica se inició luego de que comunidades huilliches y lafquenches aledañas apelaran al derecho a consulta establecido en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y que no fue considerado durante la DIA.
La batalla judicial que iniciaron las comunidades locales no fue fácil, luego de un recurso de protección que interpuso la comunidad indígena Antu Lafquén de Huentetique en compañía del Diputado Fidel Espinoza (PS) en 2011, y que la Corte de Apelaciones de Puerto Montt falló en contra de los demandantes.
Paralelamente, representantes de las ONG Centro de Conservación Cetácea y de Ecoceanos, apoyados por la firma de más de 40 científicos internacionales, entregaron en diciembre del 2011 una declaración al ex Presidente Sebastián Piñera, donde solicitaron detener la construcción del proyecto eólico por la posible afectación a ballenas azules, las que habitan estacionalmente esa área.
Pero, no fue hasta marzo del 2012 cuando finalmente la Corte Suprema acogió un nuevo recurso de protección, esta vez interpuesto por una comunidad Huilliche, y que falló en contra de la aprobación del SEA, obligando a Ecopower a elaborar un EIA el cual incorporase la consulta del convenio 169 de la OIT.
El parque eólico también ha sido criticado por la ONG Ecoceanos como un posible proyecto especulativo. Por este motivo, a pesar de que desde la empresa han señalado que la iniciativa irá en directo beneficio económico de la municipalidad y las comunidades locales, desde la ONG creen que luego de obtener los permisos ambientales correspondientes el proyecto podría ser vendido a inversionistas extranjeros.
Según han manifestado desde las comunidades locales, muchos de sus habitantes no están en contra de la energía eólica per se, sino de la ubicación particular de esta iniciativa, la que podría afectar la flora y fauna marina y costera, incluyendo una pingüinera y un santuario de ballenas azules.