Movimiento estudiantil y diálogos. Un centinela necesario para la educación pública
Las condiciones que había lanzado la CONFECH para participar de un espacio de diálogo propuesto por el gobierno, han generado una respuesta de parte del MINEDUC. Si bien no existen claridades sobre el cuándo y el cómo, al menos uno de los aspectos más sensibles como lo es la democratización, ha motivado un compromiso público de parte de Eyzaguirre. Pero el aspecto de generar un espacio de diálogo con real incidencia, sus declaraciones no son para nada alentadoras. Con el diseño presentado hasta el momento, resulta difícil imaginar que el plan nacional de participación sea el espacio que permita canalizar las inquietudes del movimiento social. Naturalmente la propuesta lanzada por el Gobierno y que desde hace ya unas semanas se encuentra en poder del movimiento estudiantil, da la ocasión para que diversos fantasmas comiencen a tomar la cabeza de las asambleas estudiantiles, generando dudas e incertidumbres y que la vista se vea nublada, pudiendo traer tropezones o errores no forzados por parte del movimiento. Es natural y en parte un síntoma de buena salud que las propuestas de diálogo susciten suspicacias y resuciten traumas pasados. Es inevitable que las mesas del 2005 durante la lucha por acreditación y financiamiento y sobre todo el 2006 y las manos en alto de toda la elite política del país a espaldas de los secundarios, vuelvan a la mente y generen un sentimiento de rechazo. Sobre todo este último episodio pareciera volver a hacerse carne incluso repitiendo la figura de Bachelet a la cabeza. Comprendiendo los resquemores y fantasmas, debemos ser capaces de poner la pelota contra el piso y observar con frialdad y sensatez el escenario que se abre ante nosotros. En primer lugar debemos desconfiar de aquellos grupos que plantean el rechazo a todo tipo de diálogo como condición de su acción política. No todo diálogo implica rendición. El diálogo es también parte de una batalla y puede cumplir diversos objetivos políticos. En escenarios tan extremos como las guerras, el diálogo es parte de la contienda y los parlamentos son cosa común, repetida en múltiples condiciones. Lo relevante no es si diálogo sí o no, sino más bien qué objetivos se busca con esto y con qué condiciones. Aquellos grupos que lanzan consignas fáciles aprovechando una situación de diálogo deben ser puestos en cuestión al plantear confusión en las filas del movimiento estudiantil. Lo relevante es observar el escenario y ver si existen objetivos posibles a cumplir en ese contexto. Es clave para entender la situación saber leer que significan estos diálogos en el marco del gobierno que enfrentamos. En otros artículos señalamos que la Nueva Mayoría no es sino la expresión más lúcida de un sector del bloque dominante que buscaría canalizar y contener las expresiones de descontento a nivel social. Para esto ocuparía diversas tácticas como la absorción de liderazgos sociales bajo sus faldas (Iván Fuentes, Camila Vallejo, Moisés Paredes, etc.), la dirección y re significación de las demandas sociales (reformas democráticas, educativas y tributarias) y la preocupación especial sobre los movimientos sociales con la zanahoria y el garrote buscando dislocar sus fuerzas. Sobre esto el principal objetivo a dislocar no es sino la franja de jóvenes que han protagonizado las movilizaciones sociales más importantes de los últimos años: el movimiento estudiantil.
Si por un lado el Gobierno ha perseguido, hostigado e incluso detenido a estudiantes, por el otro lado se mostrará abierto al diálogo y dará un rostro democrático a sus pasos. Los diálogos que ofrece se hacen como parte del relato que buscan instalar, mostrándose abierto a las reformas y a los cambios. Sabiendo de las críticas hacia este procedimiento, el Gobierno lanza esta carta luego de actos deliberadamente hostiles como lo han sido la persecución judicial de diversos estudiantes, militantes de organizaciones relevantes del movimiento estudiantil. No sólo eso. La misma Michelle Bachelet se reúne personalmente con personajes públicos como Blanca Lewin o Pablo Simonetti para hablar de educación mientras los estudiantes miran desde la tribuna. ¿Qué se busca? Ante todo que los estudiantes “pisen el palito” y muestren intransigencia en la forma más que en el fondo. Con esto el Gobierno tiene una carta para desacreditar al movimiento estudiantil y también para buscar tensiones internas. ¿Cómo sabemos que esta puesta en escena no responde a una planificación previa que muestre el rostro democrático de este Gobierno? La respuesta está a la luz. En el primer semestre nvió tres proyectos de ley sin discusión con los actores de la educación. Ante las críticas recibidas desde diversos flancos presenta esta carta, con proyectos ya en marcha y sin claridades sobre los grados de incidencia y formas del diálogo. Si tenemos este cuadro a la vista es relevante que el movimiento estudiantil pueda ser extremadamente claro y pulcro en sus movimientos. En este escenario y teniendo en cuenta al tipo de gobierno que enfrentamos es necesario que saquemos el debate desde las formas (asistir o no asistir) hacia los fondos. Esto es relevante si entendemos que no sólo tendremos este tipo de diálogos con el Ejecutivo, sino que los cuatro años de gobierno de la Nueva Mayoría estarán cruzados por espacios de conversación. El movimiento debe estar preparado para asistir a los diversos espacios que se generen sin caer constantemente en debates sobre las formas. Para esto lo importante es estar de acuerdo en el fondo, o sea en nuestra propuesta en educación y saber marcar las diferencias con el Gobierno, siendo sencillos y transparentes ante la ciudadanía. Cada espacio que se genere debe ser aprovechado como una vitrina para que el movimiento estudiantil muestre lo que ha generado, sepa conectar con el sentido común de la población y que con esto denuncie al Gobierno y su reforma. Si el segundo semestre estará cruzado por diálogos: perfecto. Se debe buscar la forma de que este espacio se transforme en una tribuna que nos permita mantenernos en el debate público instalando temas, problemáticas y ofreciendo soluciones en la dirección de recuperar la educación pública. Al menos hoy, finalizando el primer semestre, en medio de un escenario convulsionado, hemos sido capaces de arrebatar una posición al Gobierno. La derogación del DFL 2, si bien no tiene fecha concreta para su impulso, es un compromiso público que forzamos al MINEDUC a adoptar. Por otro lado, más allá del compromiso de palabra de Eyzaguirre sobre lo vinculante que sería el espacio de “participación”, no existe nada que lo garantice. De hecho ante la pregunta sobre la incidencia Eyzaguirre responde que va a “incidir lo que nosotros vamos a escuchar” (La Segunda, Jueves 17 de Julio) O sea finalmente dependerá de lo que escuche el ministro, a sabiendas de que una de las cosas que ha faltado es saber escuchar. Se anuncia un complejo escenario entonces. Con más razón aún nuestra única garantía en este momento es que la CONFECH y los demás actores de la educación estén presentes al menos como garantes y actores deliberantes de este y los próximos diálogos que sin duda existirán. Un centinela de la educación pública. Por la correlación de fuerzas interna en el movimiento estudiantil, por la actitud vigilante de las bases estudiantiles y por las movilizaciones que deben existir el segundo semestre, los diálogos no anunciarán una traición, sino que serán parte de una batalla de larga duración entre el movimiento social por la educación y la elite de este país. Sebastián Farfán es Secretario General Unión Nacional Estudiantil (UNE). Ex Secretario General Federación de Estudiantes Universidad de Valparaíso 2011.