A 25 años de la página más oscura del fútbol chileno, el maracanazo
3 de septiembre de 1989. Chile llegaba al mítico estadio Maracaná de Rio de Janeiro para disputar un duelo trascendental, el que definiría al equipo del grupo 3 de la Clasificatorias de la Conmebol, y que iría al Mundial de Fútbol de Italia 1990.
Al encuentro, Chile y Brasil llegaban empatados en el primer lugar con cinco puntos cada uno, pero la diferencia de goles favorecía a la escuadra verdeamarelha. En el encuentro en Santiago, un empate a uno había dejado a Chile castigado momentáneamente por el pésimo comportamiento de la hinchada nacional, que había arrojado proyéctiles, de preferencia naranjas, en contra de los brasileños.
El ambiente enfervorizado venía siendo azuzado por la prensa nacional, y en Chile se había instalado la idea de que Brasil tenía arreglado el resultado, que funcionaba como una mafia en conjunto con la FIFA, liderada por el carioca Joao Havelange, y así mismo había que responder. Por eso la hinchada basureó al rival y se comportó de manera exaltada para el encuentro en Santiago. Algunas semanas después, los ánimos no habían descendido de temperatura para el partido definitorio.
Así, Chile llegaba con los dientes apretados al Maracaná, el histórico recinto donde la selección brasileña perdió la final contra Uruguay en la copa del mundo de 1950.
El partido se mantuvo en tablas durante todo el primer tiempo, pero bastó que transcurrieran cuatro minutos del segundo tiempo para que Careca dejara el marcador a favor de los locales, con lo que Chile estaba quedando fuera del Mundial en Italia.
Un despeje largo de Taffarel cruzó la mitad de la cancha, y Héctor Puebla fue a la lucha contra un atacante brasileño, y cedió para el “León” Astengo. En esos momentos, por el audio de la transmisión oficial se escucha a la hinchada brasileña reaccionar ante el lanzamiento de una bengala, que cayó cerca del capitán Roberto Rojas. El arquero, premunido de una hoja de afeitar escondida en uno de sus guantes, aprovechó la confusión para hacer creer a todo un país que el objeto había caído en su cara, y ayudado por el artilugio se auto infirió cortes en su ceja.
El partido quedó inconcluso ante la decisión del equipo chileno de abandonar el campo de juego, llevando en andas a capitán que mantenía el teatro del supuesto ataque, pero la FIFA, luego de investigar, no aceptó la excusa y decretó que el partido terminaba 2-0 a favor de los locales. Chile quedó así eliminado de la cita planetaria.
El peso de la FIFA cayó sobre el “Cóndor”, quien quedó marginado de por vida de partidos oficiales, y sólo en el año 2000 recibió una amnistía, cuando por edad e inactividad era del todo imposible volver a jugar. Chile quedó excluido de las eliminatorias para EE.UU 1994 y así se concretó una verdadera condena para toda una generación de futbolistas.
Una generación perdida
El vergonzoso capítulo tuvo como consecuencia que toda una generación de futbolistas chilenos quedara relegada, sin poder si quiera participar de las eliminatorias. Jubiló de inmediato a las figuras que por esos días tenían opciones de llegar a Europa, como el mismo Rojas y Fernando Astengo. Dos mundiales de castigo sentenciaron la carrera de muchos y los sueños de todos. Chile era el rival con el que ninguna selección quería, o incluso se atrevía a disputar un partido.
El desastroso episodio además fue escogido en 2013 dentro de los diez escándalos deportivos más vergonzosos de toda la historia.
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